Nadia Murad, la esclava sexual que lucha contra el EI

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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ALKIS KONSTANTINIDIS | REUTERS

Fue secuestrada y violada; ahora es embajadora de la ONU y pide un tribunal especial para los crímenes yihadistas

12 jun 2017 . Actualizado a las 08:27 h.

Nadia Murad vivía con su familia en el pueblo de Kocho, a unos 120 kilómetros al oeste de Mosul, donde estudiaba secundaria mientras soñaba con ser algún día profesora de historia o esteticista al frente de su propio negocio. Pero su futuro quedó truncado para siempre un día de principios de agosto del 2014, cuando fue secuestrada por el Estado Islámico en la escuela local, junto a decenas de niñas y jóvenes.

«Por la ventana vimos cómo en dos horas asesinaron a 700 chicos y hombres, incluidos mis seis hermanos. Los yihadistas también mataron a unas 80 mujeres de edad avanzada que no les servían, entre ellas mi madre», relata la iraquí de ojos negros nacida en 1993.

Junto a las demás, Nadia fue trasladada en autobús hasta Mosul, donde fue vendida como esclava sexual, torturada y violada sistemáticamente. «Nos usaban como recompensa para los milicianos», asegura la joven, que logró escapar tres meses más tarde y llegar hasta Zakho, un campamento situado en la región kurda de Duhok. Allí conoció a miles de niñas y mujeres que, como ella, estaban traumatizadas y desamparadas, sin familia, dinero, comida ni abrigo para pasar el invierno. Fue entonces cuando Alemania lanzó un programa para acoger a refugiadas del norte de Irak, gracias al cual acabó en Stuttgart, la ciudad en la que reside hoy y desde donde viaja a todas partes del mundo como embajadora de la ONU.

Su misión: concienciar a la comunidad internacional del genocidio de su pueblo. Los yazidíes constituyen una minoría religiosa de origen kurdo no reconocida por la sharia, la ley musulmana, y por lo tanto son objeto de persecuciones sistemáticas desde hace siglos. Su calvario se agudizó con la ofensiva iraquí del EI, que desde 2014 ha secuestrado a más de 6.500 yazidíes y asesinado por lo menos a 1.300 de ellos, la mayoría menores de edad. El mayor deseo de Nadia, ganadora de los premios Vaclav Havel y Sajarov de derechos humanos y nominada al Nobel de la Paz en 2016, es acabar con la guerra, aunque reconoce que la esperanza se desvanece cada día que pasa.

«No soy ninguna política, pero veo que los terroristas aún disponen de armamento y coches modernos. ¿Quién se los proporciona? Hay que acabar con los flujos de dinero», instó la joven en una entrevista reciente con el semanario Der Spiegel. Durante la última conferencia de Naciones Unidas, que tuvo lugar a finales de mayo en Viena, Nadia agradeció que muchos países hayan aceptado reconocer como genocidio los crímenes contra yazidíes, cristianos y otras minorías de Oriente Medio. No obstante, criticó que todavía no se hayan adoptado medidas concretas para juzgar a los responsables, para lo que pide crear un tribunal internacional especializado.

«No olvidemos que el Estado Islámico aún tiene a más de 3.000 mujeres presas», increpó la iraquí, que ha recibido numerosas amenazas. «Nadie ha sido capaz de pararnos y tú tampoco lo vas a hacer», le dijo un yihadista que la llamaba desde el móvil de su sobrino, de 13 años, al que el EI ha lavado el cerebro hasta convertirle en uno de los suyos. Sin embargo ella ya no tiene miedo, tras haber perdido a 44 familiares. «Seréis llevados ante la justicia», le respondió la joven, que recauda fondos a través de su web, nadiamurad.org, para ayudar a las yazidíes de los campos de refugiados de Irak.