¿Por qué los pájaros asustan a los aviones?

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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M.P.VilarD.R.Portela

Una aeronave que salía de Alvedro tuvo que aterrizar en Santiago tras chocar con una bandada de aves. Los expertos dicen que los aparatos están preparados para ello

30 jun 2017 . Actualizado a las 07:45 h.

Un buen susto se llevaron los pasajeros de un avión de la compañía Vueling que a última hora de la noche del miércoles salió de A Coruña con destino a Barcelona. Pocos minutos después del despegue, los pasajeros y la tripulación notaron un fuerte ruido procedente del ala izquierda del aparato. El comandante no tardó en desvelar a los viajeros el origen del inquietante sonido y en explicar por qué desde ese momento el avión había dejado de ascender: uno o varios pájaros habían impactado contra el motor izquierdo y el avión se disponía a aterrizar en Santiago, adonde llegó sin más problemas minutos después.

Pese al incidente, los expertos insisten en que los aviones están preparados para soportar colisiones con aves. «Si un ave choca con un avión en pleno vuelo, en principio no debería pasar nada», asegura Bartolomé Marqués Balaguer, subdirector general de Sistemas Aeronáuticos del Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial (INTA). No debería pasar nada, explica, porque «todos los aviones se diseñan para soportar impactos de pájaros», decía ayer en declaraciones a V Televisión.

La normativa estipula, según explica Marqués, que todas las zonas críticas del avión deben ser capaces de resistir el impacto de un pájaro. «Lo más grave que podría suceder sería que hubiese una combinación de fallos, que hubiese un defecto en el avión, por ejemplo que un cristal parabrisas estuviese al límite de su vida útil. Pero lo habitual es que un choque con un pájaro no deje más que un pequeño bollo que se detecta cuando se realiza la revisión de la nave».

Es cierto, reconoce Bartolomé Marqués, que el impacto de un pájaro de grandes dimensiones puede provocar un apagado de motor. Pero este escenario no es habitual, porque «normalmente los aviones vuelan muy por encima del vuelo de los pájaros». El peligro existe únicamente en el momento en el que las aeronaves despegan o aterrizan, porque solo entonces atraviesan el espacio en el que las aves suelen volar. La clave está, entonces, en liberar de pájaros el entorno de los aeropuertos: es la medida más eficaz para evitar percances y a la que se recurre. Esa responsabilidad recae casi siempre sobre los halconeros, que «están muy especializados y tienen a los halcones volando unas determinadas horas cada día para evitar que los pájaros se acerquen». Es, recalca Marqués Balaguer, «la mejor forma de evitar los pájaros».

Incluso si un ave se introduce en el motor no tendría por qué pasar nada: «Es muy espectacular, porque queda triturada y una vez que pasa a través del motor, sale una pequeña llamarada posterior». Hay zonas en las que este fenómeno es habitual, como ocurre en las áreas de paso de aves migratorias, entre Bélgica y Holanda, por ejemplo, apunta el subdirector de Sistemas Aeronáuticos. El problema puede surgir, explica, cuando se trata de una bandada grande de pájaros.

En la aviación comercial, por lo tanto, son poco frecuentes incidentes como el del miércoles en Santiago. Para Luis Abilleira, instructor de vuelo, «no hay que crear alarma, porque los aviones comerciales vienen preparados, y además despegan y a los tres minutos ya han superado los mil metros de altura y ya no hay riesgo porque ya se ha pasado la zona en la que vuelan los pájaros». En el caso de los profesionales que operan con aviones de menor tamaño, como Abilleira, sí tienen, reconoce, mayor riesgo, puesto que sí comparten espacio de vuelo con las aves. «Pero estamos preparados para ello», asegura este instructor que recuerda que se enfrentó una vez a esta situación. Para Abilleira, el mayor problema, en el caso de la convivencia de estos pequeños aparatos con las aves, es «la entrada del pájaro por un cristal, que te puede dejar inconsciente o semiinconsciente».

Los pasajeros pasaron la noche en Santiago y partieron en otro avión por la mañana

Los pasajeros del Airbus 320 de Vueling que tenían que haber llegado al aeropuerto de Barcelona poco después de las doce de la noche del miércoles al jueves, lo hicieron a las 11.26 horas de ayer. Pasaron la noche alojados en hoteles de Santiago, en cuyo aeropuerto el avión aterrizó de emergencia a causa de la avería que la bandada de aves provocó en la turbina izquierda al poco de despegar de Alvedro. Finalmente, los cerca de 180 viajeros pudieron partir de Lavacolla en otro aparato a las 9.30, media hora más tarde de lo anunciado de madrugada por la aerolínea.

La colisión del avión con las aves apenas alarmó a los pasajeros, si bien estos enseguida se dieron cuenta de que la avería era importante, porque el aparato no ganaba altura. La tripulación les explicó que iban a aterrizar en Lavacolla para revisar el avión. Una vez en la terminal, tuvieron que esperar dos horas hasta que Vueling les comunicó que tendrían que hacer noche en Santiago para salir por la mañana.