Todo un pueblo contra el turismo neonazi

Patricia Baelo BERLÍN

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MICHAELA REHLE | Reuters

Themar, en Turingia, intenta sin éxito boicotear un festival de rock ultra

17 jul 2017 . Actualizado a las 18:04 h.

Atrás quedaron las campañas publicitarias del sol y playa. Los tiempos han cambiado y el sector turístico no ha tenido más remedio que reinventarse. A día de hoy uno puede escoger entre el turismo activo, el gastronómico, el cultural... Sin embargo, no toda la oferta es bienvenida. Y si no que se lo pregunten a las autoridades de Themar, una pequeña localidad situada en el estado federado de Turingia, en el este de Alemania, que el sábado acogió el mayor festival de música ultraderechista del año en el país. Casi 6.000 neonazis se congregaron en esta ciudad a orillas del río Werra que no llega a los 3.000 habitantes, y que trató de evitar en vano la celebración del evento bajo el lema Rock contra la extranjerización.

Seis mil neonazis acudieron al concierto, que pretenden repetir a finales de mes Llegaron en autobuses desde todas partes de Alemania, República Checa, Hungría y Rusia. Ataviados con camisetas en las que se podía leer División sajona o Libre como un pájaro, fueron accediendo al recinto, delimitado por rejas de gran altura y vigilado por un millar de policías de varios estados federados. Allí bebieron, cantaron y bailaron al ritmo de grupos de la escena ultra, como los aclamados Stahlgewitter o Lunikoff Verschwörung. Una estampa que no tardó en desatar la indignación de los vecinos. «A los nazis no les gustan los gatos porque les arañan la calva», rezaban algunos de los carteles que colgaban Barbara Morgenroth y su marido Arndt para recibir a los cabezas rapadas.

Las autoridades municipales convocaron más de nueve contramanifestaciones paralelas al concierto, de doce horas de duración, y organizaron una fiesta popular, un torneo de fútbol y un rezo por la paz con el objetivo de expresar su rechazo.

Resistencia

«¡No dejaremos la ciudad en manos de los extremistas de derecha!», defiende una alianza a favor de la democracia de la localidad vecina de Vessra. Los hostales y pensiones de Themar se negaron a ofrecer alojamiento a los neonazis y los supermercados repartieron entre sus clientes bolsas de la compra con consignas antirracistas. «Un festival como este es un daño para nuestro estado federado, abierto al mundo», declaró el titular del Interior de Turingia, Holger Poppenhäger.

Días antes, la ciudad había intentado frenar el evento por todos los medios, incluida la vía legal. Pero el miércoles las autoridades sufrieron su segunda derrota ante los tribunales, cuando la Justicia falló que el concierto podía tener lugar, al ser considerado una demostración política. A continuación, una empresa agraria presentó un recurso de urgencia alegando tener un contrato de arriendo para el prado en el que se iba a celebrar el festival. No obstante, el juez denegó la apelación.

Turingia, al igual que el resto de los estados federados de la extinta Alemania comunista, cuenta con movimientos antiinmigración muy bien organizados. Pero, según datos oficiales, este land es el que albergó la mayor cantidad de conciertos de música ultraderechista del país en el 2016, con una quinta parte del total. «En los últimos años ha habido poca protesta y resistencia contra estos eventos», denuncia la diputada de La Izquierda Katharina König-Preuss. Por eso, los Morgenroth y el resto de habitantes de Themar saben que no se librarán fácilmente de los neonazis, que ya han convocado el próximo concierto para el próximo día 29 de julio.