Obsesión alemana por la confidencialidad

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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INA FASSBENDER | Reuters

El gobierno intenta flexibilizar una de las leyes de protección de datos más estrictas que existen y que afecta a todos los ámbitos de la vida en el país

15 ago 2017 . Actualizado a las 07:54 h.

Si hay algo que Angela Merkel jamás ha perdonado a Barack Obama es el hecho de que la Agencia de Seguridad Nacional Estadounidense (NSA) espiara durante años su teléfono móvil, así como los de miles de ciudadanos alemanes. El escándalo de las escuchas por parte de la NSA no solo tensó las relaciones entre Washington y Berlín, sino que provocó un terremoto político cuando en el 2014, dos años después, salió a la luz que los servicios secretos germanos habían colaborado en el espionaje. Una verdadera afrenta para un pueblo que ya vio usurpado su derecho a la privacidad bajo el régimen nazi y durante la extinta RDA. Sobre todo porque, desde entonces, Alemania se ha obsesionado con diseñar una de las leyes de protección de datos más estrictas que existen.

Una rigidez que afecta a todos los ámbitos de la vida, y que da lugar a episodios extravagantes. Por ejemplo, el de la mujer que en junio del 2010 pasó tres noches con un desconocido en un hotel de Halle. Un idilio del que nació Joel, nueve meses más tarde. Cuando intentó averiguar la identidad del padre de su hijo no dudó en preguntar al establecimiento a partir de los únicos datos que sabía: se llamaba Michael y el romance tuvo lugar en el segundo piso. Sin embargo, el hotel se negó a facilitar información, alegando que aquella noche cuatro hombres se registraron con el mismo nombre y que ello violaría su privacidad. El caso llegó a los tribunales, y el pasado mayo la justicia de Múnich falló a favor del establecimiento.

Otros litigios tienen en el banquillo a las grandes redes sociales. De hecho, la locomotora europea es el único país que ha prohibido a Facebook acceder y guardar datos de los 35 millones de alemanes de los que dispone su servicio de mensajería WhatsApp. La sentencia, emitida en abril, reconoce que «aún no ha quedado aclarado» que prime la restrictiva ley teutona frente a la voluntad de Facebook, que insiste en que se aplique la legislación de Irlanda, donde se encuentra su sede, por ser mucho más laxa. No obstante, prevalece «el interés de los usuarios de WhatsApp en Alemania», sostiene el Tribunal de Hamburgo. 

Trabas para los pediatras

Algunos consideran que las autoridades germanas tienen intención de frenar cada innovación digital, como hicieron al multar a Google con 145.000 euros en el 2013, por almacenar datos de las redes WiFi con sus coches de Google Maps. Pero la realidad es que la rígida ley alemana supone una traba hasta para los pediatras que sospechan que un niño puede estar sufriendo abusos y que, en virtud del secreto médico, no pueden compartir esa información.

En marzo, el propio Parlamento se vio obligado a reformar la legislación, para introducir un nuevo y controvertido paquete de medidas que permite instalar cámaras de vigilancia en lugares concurridos, como estadios de fútbol o centros comerciales, con la idea de blindarse ante la creciente amenaza terrorista. Asimismo, la ciudad de Berlín acaba de poner en marcha un proyecto piloto de reconocimiento facial en una estación de tren. «Conlleva un enorme riesgo de abuso», denuncia la encargada de la protección de datos de la capital alemana, Maja Smoltczyk. La oposición asegura que se trata de un recorte de los derechos fundamentales, e insiste en que esta técnica se utiliza desde hace años en Londres, sin que haya servido para mejorar la seguridad ciudadana.