Lenín Moreno rompe con el correísmo

HÉCTOR ESTEPA BOGOTÁ / E. LA VOZ

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José Jácome | EFE

En solo dos meses como presidente de Ecuador se aleja de su mentor y divide a la izquierda

17 ago 2017 . Actualizado a las 07:54 h.

Cuando Lenín Moreno ganó las elecciones ecuatorianas en abril, muchos creyeron que iba a tener las manos atadas para gobernar. El nuevo presidente había sido apadrinado por Rafael Correa. Parte de los politólogos creyeron que iba a seguir influenciando, en la sombra, la política de su sucesor. Se equivocaron. Moreno ha roto abruptamente con la línea seguida por Correa durante más de una década, provocando un auténtico terremoto en Alianza País (AP), el partido al que ambos han dedicado su carrera política. «La ruptura en AP es ya un hecho inocultable. Las discrepancias son irreversibles. Lo que hay que preguntarse a estas alturas es si hay una implosión en el movimiento», señala la analista Natalia Sierra.

El cambio de estilo fue inmediato. La conformación del Gabinete supuso el primer desencuentro. El nuevo presidente nombró a varios ministros que no estaban en la órbita de AP.

Le siguió la reunión de Moreno con importantes actores del mundo económico cercanos a la derecha, incluido un polémico encuentro con el opositor Dalo Bucaram, hijo del expresidente Abdalá Bucaram.

La tensión explotó a finales de julio, cuando Moreno -vicepresidente entre el 2007 y el 2013- describió la situación económica del país como «crítica», desveló que la deuda supera los 34.000 millones de euros y anunció recortes presupuestarios para atajar el déficit. La alocución fue vista como una crítica al Gobierno de Correa. Fue en ese momento cuando el exlíder ecuatoriano comenzó a lanzar sus primeros reproches de altura contra Moreno.

«Las diferencias nacieron a partir de una serie de críticas menores que tienen que ver con determinadas correcciones planteadas por el actual mandatario, las cuales han recibido una reacción adversa por parte de Correa y sus más férreos seguidores en el partido. Esto responde a que el correísmo duro en diez años de gestión nunca tuvo el más mínimo sentido de la autocrítica», expone el analista político Decio Machado

El caso Odebrecht

La decisión de Moreno de crear una comisión anticorrupción para investigar los sobornos de la constructora corrupta brasileña Odebrecht en el país ha echado más leña al fuego. Sobre todo porque un exejecutivo de la empresa ha acusado al vicepresidente Jorge Glas, también de Alianza País, de haber recibido 12 millones de euros en sobornos.

Glas es una figura importante en el corazón del correísmo. En los mentideros políticos ecuatorianos se da por hecho que era la primera opción de Correa como sucesor, pero que el expresidente se echó atrás debido a su escasa popularidad en las encuestas.

Pero a Lenín Moreno no le ha temblado la mano, y ha cesado al vicepresidente de todas sus funciones, menos de la de sustituirle en caso de ausencia.

Correa ha salido en defensa de Glas desde Bruselas, donde reside ahora. «Seis años de vicepresidente y cuatro años de delegado en Ginebra. En todas las cosas que ahora nos acusa, sería cómplice, o sencillamente miente. No olvidar: el cinismo, la traición y la mediocridad serán efímeros», escribió el expresidente.

Rafael Correa incluso ha sugerido la posibilidad de crear un nuevo partido, alejándose de las políticas del nuevo líder ecuatoriano.

La opinión pública, por ahora, le da la razón a Moreno. Un 70 % del país apoya su gestión tras las primeras semanas de mandato y su alejamiento de la anterior Administración. Moreno vuela solo y no será el hombre de paja de su mentor. «Necesita implementar una nueva forma de gobernar a los ecuatorianos», resume Natalia Serra.