El asombroso parecido entre el joven George R.R. Martin y un personaje de «Juego de Tronos»

M.V.

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ANATOLY MALTSEV | efe

Una foto acredita que el padre de Jon Snow no es quien creíamos que era (ni el uno, ni el otro)

26 ago 2017 . Actualizado a las 09:18 h.

Mil teorías después, al fin lo hemos entendido todo: sabemos de qué semilla procede el chico nieve. Fueron pocos los que se tragaron la explicación inicial, el cuento fácil del hijo bastardo de Ned, esa infidelidad tan difícil de encajar -cómo nos chirrió esa grieta en el matrimonio Stark-. Luego, temporadas después, un capítulo nos confirmó el secreto peor guardado del mundo y nos fuimos a dormir, satisfechos, pensando que, colorín colorado, el cuento se había acabado.

Todas las piezas del puzle habían encajado. Por eso Jon Snow era tan importante. Porque era hijo de ella y de él. Pero este viernes, dos fotografías nos han volado la cabeza. ¿Y si nos equivocábamos? ¿Y si el rey del Norte no lleva en realidad la sangre de «ese personaje» y comparte ADN con el mismísimo creador de la saga, George R.R. Martin, compositor de la canción de hielo y fuego, de la casa GRRM, soberano de los siete reinos, de poniente entero, artífice de los caminantes blancos, los muertos vivientes, los salvajes y hasta de los mismísimos huargos?

La conclusión no es descabellada ni producto de la euforia previa al estreno del último capítulo de la séptima temporada, que culmina este fin de semana. Nos conduce a ella un tuit que aglutina ya más de 31.000 retuiteos y 77.000 corazoncitos, señal de que miles de usuarios de la red social comulgan con tal planteamiento. La tesis muestra a un jovencísimo George R.R. Martin y a Kit Harington, pelo largo y gafas. El parecido entre ambos es más que razonable. 

¿Qué es lo que estás intentando decirnos, R.R. Martin, al escoger a un tipo calcadísimo a ti en tus mejores años como protagonista de la adaptación audiovisual de tu saga literaria? ¿Nos estamos perdiendo algo? Hagan sus hipótesis, conjeturas, suposiciones. Aún nos queda una temporada entera. Puede pasar de todo. Hasta que el escritor nos confiese que en realidad la heptalogía fantástica no es más que una autobiografía. La historia de su propia vida.