¿Qué pasó en el submarino en el que murió y fue mutilada la periodista sueca Kim Wall?

La Voz / Agencias

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El inventor danés Peter Madsen, dueño del «Nautilus», relata su versión de los hechos

06 sep 2017 . Actualizado a las 16:20 h.

El jueves 10 de agosto la periodista sueca Kim Wall y el ingeniero aeroespacial Peter Madsen se reunieron en el puerto deportivo de Copenhague, donde descansaba amarrado el submarino UC3 Nautilus, un navío privado, el más grande en el mundo en el momento de su botadura, el 3 de mayo del 2008, ideado por el inventor danés como un personalísimo proyecto artístico. El viernes 11 de agosto, el buque se hundió en la bahía de Køge. Kim Wall nunca regresó a casa y Madsen, apareció flotando a la deriva. Diez días más tarde, un ciclista que paseaba por la orilla de la isla de Amager identificó un cuerpo flotando en el agua. Era solo un torso de una mujer, decapitado, sin brazos ni piernas. El 23 de agosto, tras recibir el resultado de las pruebas de ADN, la policía confirmó que pertenecía a la periodista desaparecida. No solo eso: los miembros que le faltaban habían sido amputados de forma deliberada. Con un instrumento punzante. El cuerpo presentaba heridas para intentar extraer el aire de su interior y estaba lleno de objetos pesados para mantenerlo en el fondo del mar y evitar su salida a la superficie. 

TOM WALL | efe

Madsen confesó entonces que Wall falleció dentro de la nave y que fue él mismo quien arrojó el cadáver al mar. Pero su relato dista mucho de la versión de los investigadores, que la semana pasada revelaron que había una tercera persona a bordo del submarino. ¿Qué fue lo que sucedió realmente dentro de la embarcación sumergible? Peter Madsen aportó este martes más detalles de su historia ante un tribunal de Copenhague. Según su exposición de los hechos, Kim Wall murió al caerle encima, por accidente, la escotilla del Nautilius, de 70 kilos de peso, que él mismo sostenía. Se le resbaló de las manos, como consecuencia del golpe de una ola que le hizo perder el equilibrio, mientras la reportera subía las escaleras, y no pudo hacer nada para sujetarla. «Escuché un sonido, el sonido de su cuerpo cayendo al fondo del submarino -detalló-. La escotilla estaba cerrada, no la vi caerse, solo escuché el ruido». Había «una piscina de sangre», añadió.

Tras continuar navegando varias horas, y mientras sopesaba la posibilidad de suicidarse, el ingeniero decidió que no sería «decente» que Wall tuviera como tumba la nave, por lo que -aseguró- arrastró el cadáver y lo tiró por la borda. «Estaba de una pieza y con ropa», apuntó. Madsen relató que se echó a dormir un rato mientras el cadáver de la periodista yacía en otro compartimento, pero atribuyó ese acto, el no haber pedido ayuda o sus posteriores cambios de declaración al estado mental en el que se encontraba. «Sabía que el mundo en el que vivía, que lo es todo para mí, se iba al mismo sitio que Kim. Estaba bajo una psicosis suicida», dijo. Negó además haber tenido sexo con Wall -aunque sí admitió prácticas sexuales con otras mujeres en la nave- y reconoció haber frecuentado ambientes sadomasoquistas en el pasado. 

SCANPIX DENMARK | reuters

Esta versión no solo se aleja de la de la investigación oficial, sino también de la declaración inicial de Madsen, que sostenía haber desembarcado a la periodista horas después del inicio del viaje. Señaló entonces que la nave zozobró por un fallo, aunque luego cambió su historia y se supo que el hundimiento del submarino había sido intencionado, algo que también este martes reconoció el inventor. ¿Y qué pasa con esa tercera persona que acompañaba al ingeniero y a Wall? Según el diario sueco Expressen fue vista con ellos antes de embarcar. La policía, que conoce su identidad, ha descartado sin embargo que sea responsable del fatal desenlace de la reportera.