Trapero, un policía a un paso de la sedición

Gonzalo Bareño Canosa
gonzalo bareño MADRID / LA VOZ

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ALBERT GEA | reuters

Aunque presume de independiente, Josep Lluís Trapero es un hombre próximo al secesionismo y muy poco dispuesto a colaborar con Interior

04 oct 2017 . Actualizado a las 09:09 h.

Quiso ser biólogo, pero la carrera se le atragantó y acabó ingresando en los Mossos d'Esquadra. No fue por vocación, sino por consejo de un amigo y para asegurarse una salida laboral. Corría el año 1989. Hoy, 28 años después, Josep Lluís Trapero Álvarez (Badalona, Barcelona, 1965) no solo es el jefe de los Mossos, sino que sobre sus espaldas recae en buena medida la responsabilidad de que pasado mañana se celebre o no en Cataluña un referendo ilegal de independencia. Lejos de parecer abrumado, se encuentra cómodo en el papel y juega al gato y al ratón, sin aclarar si cumplirá o no la orden de impedir la consulta. Si, como parece, se inclina por desobedecer, se juega el ser acusado de sedición.

Esa ambigüedad es una constante en su vida. Policía de raza, serio, riguroso, austero e inteligente para unos, y trepa, ambicioso, oportunista, intransigente y vanidoso para otros. Trapero no es un policía al uso. José, como le llaman en su casa, hijo de un taxista de Valladolid, criado en un barrio obrero de Santa Coloma de Gramanet, amante de la horticultura y ex fumador compulsivo, ha cultivado siempre una imagen de hombre que no se casa con nadie. Ni con el soberanismo, ni con Madrid. Pero esa imagen quedó en entredicho en agosto del 2016, cuando la ex diputada de ERC Pilar Rahola, defensora de las tesis más radicalmente independentistas, publicó un vídeo de una fiesta celebrada en su casa en la que Trapero aparece en un ambiente distendido junto a señalados separatistas como el ex presidente del F.C. Barcelona Joan Laporta y el propio Carles Puigdemont, ya entonces presidente de la Generalitat.

Imagen de archivo de la paella celebrada en casa de Pilar Rahola en agosto del 2016, a la que acudieron destacados secesionistas como Joan Laporta y Puigdemont
Imagen de archivo de la paella celebrada en casa de Pilar Rahola en agosto del 2016, a la que acudieron destacados secesionistas como Joan Laporta y Puigdemont Twitter de Pilar Rahola

En un escenario repleto de banderas esteladas, símbolo de la independencia, Trapero, que entonces era ya el comisario jefe de los Mossos, fue el encargado de preparar la paella e incluso se arrancó, vestido con camisa hawaiana y sombrero de paja, a tocar la guitarra. El tema elegido, y paradójicamente coreado por todos los asistentes, fue Paraules d’amor, de Joan Manuel Serrat, hoy vilipendiado por el independentismo. Puigdemont, también a la guitarra, interpretó Let it be, de los Beatles.

Trapero tocó a la guitarra una canción de Serrat y preparó la paella
Trapero tocó a la guitarra una canción de Serrat y preparó la paella Twitter de Pilar Rahola

Casualidad o no, meses después de aquella paella Trapero era nombrado mayor de los Mossos, el rango jerárquico más alto del cuerpo, que llevaba vacante desde el año 2007. La designación fue cuestionada por del Sindicat de Policies de Catalunya (SPC), que presentó una demanda al entender que hubo irregularidades en las bases de la convocatoria de la plaza. El juicio está fijado para el 16 de enero de 2018. El consejero de Interior que lo nombró, Jordi Jané, fue purgado el pasado mes de julio por su falta de compromiso con la causa independentista y fue sustituido por Joaquim Forn, un separatista pata negra. El cargo de mayor es vitalicio, pero el hecho de que no renunciara al puesto al llegar Forn, al contrario que el ex director de los Mossos Albert Batlle, forzado a renunciar por decir que el 1-O cumpliría lo que dijera la Justicia, hizo que afloraran dudas sobre su disposición a acatar las órdenes de los jueces y su colaboración para impedir el referendo ilegal.

Esas dudas aumentaron cuando, tras los atentados yihadistas perpetrados en Barcelona y Cambrils el pasado mes de agosto, Trapero suscribió las mentiras del propio Puigdemont y del consejero Forn, que primero ocultaron y luego negaron que los Mossos hubieran recibido una alerta de la inteligencia de Estados Unidos avisando de un posible atentado en Las Ramblas. El mayor no dudó en sumarse a la campaña de acoso al medio que difundió la noticia, al que tachó de mentiroso, aunque más tarde tuvo que admitir que sí hubo aviso, pero no le dieron credibilidad.

En una de aquellas ruedas de prensa, Trapero dio muestras de su intransigencia cuando, en una sala llena de periodistas extranjeros, se negó a contestar en español a una pregunta. «Yo si me hacen la pregunta en catalán, respondo en catalán», dijo. Y cuando, ante su actitud, un redactor holandés abandonó el lugar, soltó un despectivo «bueno, pues molt bé, pues adiós», que los independentistas convertirían en su lema.

Trapero, celoso de su mando en Cataluña, fue siempre reacio a colaborar con la Policía y la Guardia Civil. Algo que quedó de manifiesto cuando se negó a acudir a la reunión de los tres cuerpos con el mando único de coordinación, Diego Pérez de los Cobos, y envió a su segundo. Interior le respaldó siempre porque pensó que su compromiso con el Estado de derecho como policía primaría sobre la fidelidad a las órdenes ilegales del Ejecutivo independentista que lo nombró. A tres días del referendo, el Gobierno sospecha que se equivocó.