Los turistas no cambian sus planes por el referendo

javier castro bugarín BARCELONA / E. LA VOZ

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JON NAZCA | reuters

Miles de visitantes abarrotan los puntos con más interés de Barcelona ajenos a la situación política

30 sep 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Barcelona no descansa. El referendo ilegal del 1 de octubre no ha supuesto ningún problema para que miles de viajeros continúen abarrotando las Ramblas y el resto de las atracciones turísticas de la Ciudad Condal. La mayoría son conscientes a grandes rasgos de la situación política, de qué se pretende hacer mañana y del clima de tensión entre el Estado y la Generalitat. Pero ello no les ha impedido disfrutar de sus vacaciones con total normalidad.

Con todo, la presencia de las fuerzas de seguridad sí ha sorprendido a la mayoría. Vivian, una comerciante noruega, destaca que ha sido lo único que le ha llamado la atención, junto con la gran presencia de banderas independentistas. «Vimos en las noticias antes de venir que la situación era complicada, pero más allá de ver mucha policía por la calle hemos hecho todo lo que teníamos pensado hacer sin ningún problema», afirma.

Matt, un joven británico de 28 años, llegó a Barcelona ayer por la mañana y se irá el lunes, un día después del 1-O. «No tengo ninguna sensación de peligro. Lo poco que he podido ver hasta ahora es que la gente local es agradable y pacífica», confiesa.

Aunque la mayoría de los turistas no se mojan a favor ni en contra de la votación, todos lamentan el desencuentro entre el Gobierno y los nacionalistas. Algunos, como Lippeculier, una turista alemana de 60 años, esbozan una crítica de carácter europeísta. «Personalmente creo en un continente unido, sin fronteras, sin diferencias entre españoles, alemanes, franceses o italianos. Que a estas alturas se esté hablando de crear un nuevo país? Es algo que no tiene explicación. Me resulta completamente innecesario», expresa con cierta resignación.

Yves, un belga de 33 años que se dedica al márketing, tampoco ve con buenos ojos el independentismo. «No estoy en absoluto de acuerdo con las ideas nacionalistas. Aun así, si el domingo la gente quiere votar y la policía lo impide con violencia… Yo no puedo apoyar eso. Creo que debe resolverse de otra manera, espero que no llegue a ocurrir», argumenta. John, un canadiense jubilado, opina en el mismo sentido. «Hemos visto estos días muchos helicópteros sobrevolando el cielo. Confío en que realmente no suceda nada malo».

Momento histórico

El desafío soberanista ha pillado de improviso a muchos turistas. La mayoría prefieren ignorar la situación, como una francesa que a la pregunta de cómo vivía el ambiente de Barcelona se limitó a contestar: «Es un problema vuestro, de los españoles. Arregladlo vosotros mismos. No tengo absolutamente nada que decir al respecto».

Sin embargo, hay quienes como Ratnesh, un viajero indio de 39 años, no desaprovecharán la ocasión porque cree que está ante un «momento histórico». «Imagínate, coges un billete para visitar una ciudad, disfrutar del sol y de sus calles, y te encuentras con esto. Con que se va a celebrar un referendo para crear un nuevo país. No sé, pero la posibilidad de vivir en primera persona algo así me emociona mucho», manifiesta. Como todos, su mayor deseo es que la jornada discurra de forma pacífica y sin incidentes.

En cualquier caso, ni Idan ni Shahar, dos estudiantes israelíes de 24 y 21 años, no creen que vayan a presenciar ningún choque entre policías y manifestantes. Tanto ellos como el resto de los turistas no se mezclan demasiado con la gente local. «Hemos visto banderas en los balcones, policías en la calle… Pero nosotros vamos a estar en la Barceloneta ese día. Allí no creo que pase nada», sentencia Idan con una sonrisa irónica.

 

Las Ramblas, un hervidero donde es difícil caminar

Salvo por la mayor presencia policial y la afluencia de esteladas por la calle, Barcelona es tal y como la imaginaban los turistas. Las Ramblas, desde Plaza Cataluña hasta la estatua de Colón, presentan el mismo aspecto de siempre. Vendedores ambulantes, kioscos abiertos, flores y helados por doquier y un sinfín de turistas que recorren las calles con gafas de sol y cámara en mano. Ninguno tiene pensado alterar su itinerario por el referendo.