El asesino de Las Vegas tenía un arsenal secreto

R.P. REDACCIÓN / LA VOZ

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EUGENE GARCIA | efe

La policía encontró 42 armas en su casa y en el hotel, así como material para fabricar explosivos

04 oct 2017 . Actualizado a las 07:40 h.

Steve Paddock, el francotirador de 64 años que sembró de muerte un concierto en Las Vegas, tenía un arsenal de armas que envidiaría cualquier comando militar o terrorista. En total, la policía ha encontrado 42 armas. Veintitrés pistolas y rifles, en la suite del piso 32 del hotel Mandalay Bay, desde donde disparó hasta 90 tiros en apenas 10 segundos desde 350 metros de distancia contra los asistentes al Festival de la Cosecha de la Ruta 91, dejando un saldo de 59 muertos y 526 heridos. En su casa en la tranquila comunidad para jubilados de Mesquite se hallaron 19 armas y miles de cartuchos de munición y en su coche, varios kilos de nitrato de amonio, el fertilizante usado para fabricar explosivos. Una de las armas que utilizó fue un rifle de tipo AK-47, informaron fuentes próximas a la investigación The Washington Post.

Según Todd Fasulo, ayudante del sheriff del condado de Clark (al que pertenece Las Vegas), Paddock tenía miras de largo alcance y dos dispositivos que, colocados en la culata de una arma semiautomática le permitió convertirla en automática. Es decir pudo disparar hasta 600 balas por minuto con solo mantener apretado el gatillo. Lo que explica las ráfagas de ametralladora que recogieron con sus móviles los testigos de la matanza.

Esos dispositivos son conocidos como bump-stocks, accesorios legales pero polémicos con nombres tan terroríficos como hellfire trigger (gatillo fuego del infierno). Es ilegal modificar los componentes de los rifles semiautomáticos para convertirlos en automáticos (arma cuya venta está muy restringida por una ley de 1986), pero al mismo tiempo se pueden comprar legalmente accesorios para aumentar la potencia de fuego.

Durante años, Paddock fue comprado armas legalmente en distintos establecimientos, algunos cercanos a su domicilio, como Guns & Guitars, en Mesquite. Los dueños de al menos tres tiendas de armas en Nevada y Utah vendieron legalmente un total de seis armas al tirador, incluyendo una pistola, dos escopetas y tres rifles, según la CBS News.

El por qué, un misterio

Lo que sigue siendo un misterio son los motivos que llevaron a este jubilado a protagonizar el tiroteo más letal de la historia reciente de EE.UU. Pese al antecedente de su padre (un ladrón de bancos que estuvo en la lista de los más buscados del FBI), su edad y su estilo de vida (jugador empedernido que se gastaba los millones que amasó como inversor inmobiliario en las mesas de póker) no encaja con ningún perfil de los investigadores. Tampoco hay vínculos con grupos de extrema derecha o yihadistas. «No puedo entrar en la mente de un psicópata», reconoció el sheriff Joseph Lombardo.

Según la NBC, Paddock transfirió 100.000 dólares la semana pasada a una cuenta en Filipinas, de donde es su pareja, Marilou Danley, y donde se encontraba durante el tiroteo.

El nivel de preparación sugiere a la policía que el francotirador planeó de antemano y con esmero la masacre. Se registró en el hotel el jueves, tres días antes del tiroteo y subió más de diez maletas a su suite, algo que no despertó ninguna sospecha entre el personal. Además colocó cámaras de vídeo conectadas a una tableta para controlar la llegada de la policía a la habitación. Antes de quitarse la vida, el tirador disparó desesperadamente contra un guarida de seguridad y seis agentes del SWAT a través de la puerta de su habitación.

«Era un hombre enfermo. Un loco, con muchos problemas», dijo el presidente Trump antes de partir hacia Puerto Rico.

Una maestra, un enfermero y veteranos de guerra entre las 59 víctimas mortales

Las historia de los 59 fallecidos en el tiroteo comienzan a conocerse. Como la de Jordan McIldoon, 23 años y natural de British Columbia (Canadá), que murió en brazos de la barman Heather Gooze, quien se quedó a su lado durante horas después de prometérselo por teléfono a la madre y a la novia del chico. «No me podía ir», dijo a la cadena ABC. McIldoon es uno de los tres canadienses fallecidos.

Christopher Roybal, un californiano que sirvió en Afganistán y estaba en Las Vegas con su madre, Debby Allen, para celebrar su 29 cumpleaños. Sonny Melton, 29 años, enfermero de Tennessee, fue al concierto con su esposa para celebrar el primer aniversario de matrimonio. Su mujer contó a los medios que Sonny la cubrió con su cuerpo cuando comenzaron los disparos. Poco antes del tiroteo, Denise Burditus, de Virginia, publicó en Twitter una selfie con su esposo, Tony. «Me duele anunciar que perdí a mi esposa durante 32 años, madre de dos hijos, que pronto se convertiría en abuela de cinco nietos, esta noche en el tiroteo de Las Vegas. Denise murió en mis brazos», escribió Tony en Facebook.

La profesora de educación especial de Manhattan Beach (California) Sandy Case murió de un disparo en la espalda. John Phippen murió cubriendo a su hijo Travis. Este sobrevivió, aunque recibió un tiro en el brazo lo que no le impidió ayudar a los heridos.

Más muertos por armas de fuego desde 1968 que en todas las guerras de Estados Unidos

Responder a la pregunta de cuántas muertes han provocado las armas de fuego en EE.UU. no es sencillo. A falta de un registro oficial, los únicos datos son los que recogen organizaciones como Gun Violence Archive (GVA), que recopila a diario los incidentes y víctimas de la violencia relacionada con las armas. Según sus datos, con el de Las Vegas este año ha habido 273 tiroteos masivos (definición para incidentes con cuatro o más víctimas) que ha dejado más de 11.600 muertes, cifra que no incluye los fallecidos por violencia doméstica, suicidios y muertes accidentales, entre estos últimos casos con muchos niños como víctimas. La media es un tiroteo masivo nueve de cada diez días.

Ninguna otra nación desarrollada se aproxima a la tasa de violencia armada en Estados Unidos. Los estadounidenses poseen unos 265 millones de armas, es decir más de una pistola por cada adulto (en una población de más de 325 millones de personas).

«Desde 1968 han muerto más estadounidenses por armas de fuego que en los campos de batalla de todas las guerras en la historia de América», según señalaba Nicholas Kristof en su columna en el New York Times. Según datos publicados por Politi Fact, desde 1997 hasta el 2016, ha habido aproximadamente 540.000 muertes por armas de fuego.