La CUP deja a Puigdemont en minoría y amenaza con romper definitivamente con Junts pel Sí

MERCEDES LODEIRO BARCELONA / ENVIADA ESPECIAL

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Alberto Estévez

Los radicales exigen un plazo máximo de un mes para el diálogo o dejarán el Parlamento

11 oct 2017 . Actualizado a las 08:29 h.

La CUP dio anoche su estocada al Gobierno catalán después de que sus diputados y los de Junts pel Sí firmasen un documento fuera del salón de plenos declarando la constitución de la república catalana. Antes habían mostrado su enfado por la petición de Carles Puigdemont en el Parlamento de dejarla en suspenso.

«Ha quedado tocada la confianza en el Gobierno catalán y queremos que se ponga fecha límite para dar respaldo jurídico a este documento. Para que tenga validez jurídica debe firmarse en sede parlamentaria», aseguraron los anticapitalistas. Poco después, los antisistema (diez diputados) anunciaron que abandonaban su actividad parlamentaria -lo que implica que Junts pel Sí (61 diputados) se queda en minoría en el pleno (135)-, tras quejarse de que una hora antes de comparecer Puigdemont se cambiasen «todos los guiones». «Nosotros no avalamos la suspensión de la declaración de independencia», insistieron.

Arrufat exigió a Puigdemont que fije un plazo máximo de un mes para las hipotéticas conversaciones y aseguró que, al término de ese período, reunirá a sus órganos de dirección para decidir si abandonan definitivamente el Parlamento.

El presidente Carles Puigdemont defraudó así ayer a propios y extraños, aunque por distintas razones. Después de comenzar su pretendido histórico discurso de desconexión con más de una hora de retraso respecto al horario previsto, por fuertes diferencias con sus socios de la CUP, el presidente de la Generalitat hizo una exposición confusa y plagada de falacias.

«Cataluña se ha ganado el derecho a ser un Estado independiente», aseguró basándose en los resultados de un referendo ilegal que carecía de cualquier garantía democrática, sin censo, sin sindicatura electoral, sin formación de mesas imparciales y en el que los electores podían votar varias veces. Aunque él habló de «censo fiable y operativo».

Tras aludir a la ley del referendo anulada por el Tribunal Constitucional apuntó: «Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat [...], asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república». Pero de modo inmediato añadió: «El Gobierno catalán y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos el diálogo» con el Estado.

Una auténtico enredo

Un auténtico enredo en el que al tiempo que decía asumir el mandato del pueblo, a través de una consulta ilegal, no utilizó la palabra declaración sino para proponer que la Cámara retirase los efectos de lo que él acababa de asumir, pero que no llegó a realizar la institución parlamentaria de una manera formal.

Antes había expresado que el problema de Cataluña era un «asunto europeo», pese a los insistentes pronunciamientos desde la UE de que se trata de un tema interno de España. Y apeló a la democracia, que su Gobierno reventó en connivencia con una mayoría parlamentaria lograda por Junts pel Sí al arrimarse a la CUP.

También se hizo eco de que su política arrastró la fuga de empresas y bancos. Señaló que no tendrá «efectos reales» en la economía de Cataluña. Otra falacia que él mismo reflejó al reclamarles que no usen su poder para atemorizar a los catalanes.