Santiago Muñoz Machado: «El Estado se juega su supervivencia: si no se impone, será su liquidación»

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BENITO ORDOÑEZ

El miembro de la RAE sostiene que un referendo de independencia no es posible, aunque se reformara la Constitución

26 oct 2017 . Actualizado a las 07:17 h.

Es una de las máximas autoridades en la España de las autonomías. Catedrático de Derecho Administrativo, miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, premio nacional de Ensayo, Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949) es autor de libros como la trilogía sobre la crisis del Estado que forman Informe sobre España, Cataluña y las demás Españas y Vieja y nueva Constitución.

-¿Cómo ve la situación en Cataluña?

-La veo muy mal, gravísima: hemos llegado a una situación impensable hasta hace poco. No quiero poner el énfasis en la formalidad de la declaración de independencia, porque a mí lo que me parece grave es que la Generalitat lleva mucho tiempo jugando a ser independiente y en los últimos meses ha hecho demostraciones de que le importan muy poco la Constitución y las decisiones de los tribunales. Y precisamente en eso consiste la independencia, en no estar vinculado a otro soberano. Pero al mismo tiempo se han hecho la ilusión de que pueden crear un Estado independiente real, lo que es imposible, ya que nunca sería reconocido. España, como país formado como un Estado soberano hace 500 años, no puede permitir de ninguna manera que se separe una parte de su territorio. No hay ningún ejemplo de alteración de fronteras desde la Paz de Westfalia de 1648 hasta ahora que no sea violenta o mediante acuerdo voluntario.

-¿Son ajustadas a la Constitución las medidas del Gobierno en aplicación del artículo 155?

-El artículo es un cajón de sastre y, por lo tanto, cabe todo, no me parece que puedan ponerse cortapisas. Lo único que requiere ese precepto es que se adopten las medidas menos restrictivas tanto de las libertades como de la autonomía y que sean proporcionadas al fin que se persigue. En todo caso, hay que apoyar al Gobierno porque lo que va a hacer es imprescindible.

-Sostiene que un referendo de autodeterminación es inviable, aun reformando la Constitución.

-Empecé diciéndolo yo y ahora lo apoyan la inmensa mayoría de los constitucionalistas. Una reforma de la Constitución es una decisión que se hace en el marco de la propia Constitución. Es decir, que el poder de reforma tiene como límites la Constitución misma, cuya esencia no puede alterar. Y una reforma que consiste en hacer posible un referendo por el cual se permita a un territorio que decida sobre su futuro y que se pueda independizar afectaría a las esencias de la Constitución, por lo que no se puede hacer. La conclusión es que no se puede celebrar un referendo de independencia. La Constitución no puede poner las bases de su propia destrucción.

-¿Qué se está jugando la democracia española en Cataluña?

-El Estado y la democracia se juegan su supervivencia. El Estado ya ha fallado algunas veces y nos ha hecho pasar mucha vergüenza estos meses pasados, sobre todo el 1-O. Pero como no salga bien la operación del 155 y el Estado no se imponga y reponga la disciplina constitucional, estará liquidado. Eso hay que imponerlo por todos los medios y eso significa la fuerza si es necesaria. Si no se puede someter a la disciplina constitucional a un territorio, lo que ocurre es que se constituye también en soberano. Con lo que habría un soberano frente a otro soberano, produciendo cada uno su propio ordenamiento jurídico. En esa situación el que se impone es el más fuerte. Lo que no es nada nuevo: el Estado siempre se ha mantenido por el principio de que sus leyes y sentencias se cumplen voluntariamente o se ejecutan forzosamente. Si no es así, el Estado no existe.

-¿Qué responsabilidad tiene el Estado en lo que está pasando?

-La responsabilidad principal es de los gobernantes catalanes y de las asociaciones a las que han alimentado con dinero público y que se han convertido en organizaciones políticamente muy peligrosas. Pero también secundariamente lo son los gobernantes del Estado, porque menospreciaron lo que estaba pasando en Cataluña pensando que se podría arreglar a golpe de silbato y se equivocaron, de forma estrepitosa en algún caso: por ejemplo en el 1 de octubre, cuando el Estado se mostró inerme y se comportó de forma insensata. Es muy grave que el Gobierno asegurara una y otra vez que no se votaría y se acabara votando.

-Denuncia que el Estado ha ido desapareciendo progresivamente de Cataluña.

-El Estado no está en Cataluña, lo que equivale a una independencia de facto. No está físicamente porque no tiene instituciones ni órganos ni lugares para alojar a sus policías, como se ha visto. Y jurídicamente ha desaparecido porque las resoluciones del Estado solo las aplican cuando les conviene.

«Suárez era muy audaz: habría utilizado la política al máximo para resolver el asunto»

Muñoz Machado fue secretario de la comisión que presidían Adolfo Suárez y Josep Tarradellas para diseñar las transferencias a Cataluña.

-¿Qué diferencias hay entre Tarradellas y los dirigentes catalanes actuales?

-No son comparables, porque los actuales no tienen experiencia ni la formación necesaria para echarse Cataluña a la espalda. Es sorprendente que estén gobernando personas que tienen muy poco fundamento intelectual. Tarradellas era la experiencia por definición, se había pasado 40 años esperando una oportunidad para volver a su patria y, sobre todo, sabía el valor del temple y de no repetir lo que ocurrió en la República con Companys, que se puede comparar con lo que está pasando. Ahora que Cataluña está en la época más dulce de su historia, con la mayor autonomía, autogobierno, dinero, viene alguien que no se sabe por qué razón le declara la guerra al Estado.

-¿Habría sido capaz Suárez de encontrar una fórmula creativa para solucionar la cuestión catalana?

-Lo habría intentado, porque era un político audaz, quizá muy atrevido, que asumía riesgos. Habría utilizado la vía política al máximo para resolver el problemas, aunque ahora las cosas están más difíciles.

-¿Cómo valora las invocaciones al diálogo que se hacen?

-El diálogo tal y como lo formula Puigdemont no es posible porque pretende ser de Estado a Astado y para ver cómo se organiza su salida. Diálogo para buscar una solución en el marco de la Constitución, claro que sí: ahí tendrán que acabar con alguna fórmula imaginativa que no he visto en boca ni del Gobierno ni de la oposición todavía, que satisfaga a todas las partes, no solo al Estado y a Cataluña, sino también a las demás comunidades.

-¿Cuál podría ser la solución?

-Cualquier solución pasa por que Cataluña tenga una norma que la regule, que describa sus competencias, sus instituciones y sus relaciones con el Estado y, además, que establezca las garantías de conservación de ese conjunto. Si esa norma no se ajusta a la Constitución hay que reformar esta. La norma catalana, que puede ser el Estatuto, hay que someterla a referendo de los catalanes, y también la Constitución. Es decir, pactar primero esa norma básica para Cataluña y luego ajustarla a la Constitución.

«Educar en sentido identitario crea independentistas»

En su nuevo ensayo, Hablamos la misma lengua (Crítica), Muñoz Machado explica el largo proceso que llevó a que el castellano desplazara a las lenguas indias y se convirtiera en el idioma general de América. «Allí exportamos dos productos culturales extraordinarios: la unidad de la lengua, que en España nunca hemos tenido, y la unidad del derecho», señala.

-¿Cómo valora la inmersión lingüística de Cataluña?

-Me parece bien el mantenimiento de la riqueza que supone para cualquier región su lengua. Siempre que se sepa manejar con inteligencia, no se puede sustituir el aprendizaje del castellano, que es un idioma universal, por el local: eso es una catetada, un retroceso en el avance de la civilización. También está mal que la lengua sirva de estímulo a los estudiantes para pensar que los pueblos que tienen dos lenguas son superiores. Pero el verdadero problema es la educación en general: educar tendenciosamente en sentido identitario conduce a que se creen independentistas desde la escuela, innegablemente. La enseñanza de la historia es fundamental en ese sentido. No me parece mal que en cada región se cuenten las particularidades de su historia, pero insertas en una historia común, no prescindiendo de ella. Es decir, que en Cataluña empiecen en Wifredo el Belloso y acaben en Puigdemont, pero no se refieran a los Reyes Católicos. Es un disparate.

-¿Cree que ha habido adoctrinamiento durante años?

-Es una palabra muy gruesa, pero estamos viendo lo que hacen algunos maestros y profesores, que sí es adoctrinamiento, que es inducir a los jóvenes a una forma de pensamiento excluyente. Esto es muy empobrecedor.