Bruselas cuelga el cartel de «Se busca»

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BENOIT DOPPAGNE | Afp

250.000 euros para quien de pistas sobre los asesinos de Brabante

30 oct 2017 . Actualizado a las 09:09 h.

Un cuarto de millón de euros. Es la prima que ofrece la policía federal belga para quien pueda aportar una pista que lleve a la identificación y detención de los asesinos de Brabante. Han pasado 35 años desde que la sanguinaria Banda de Nivelles diese comienzo a su larga trayectoria criminal. El Gigante renqueante, El Viejo y El Asesino acabaron con la vida de 28 personas e hirieron a otras 40 en los 23 asaltos que cometieron a supermercados, restaurantes, tiendas y joyerías del país entre 1982 y 1985. Este período de violencia, psicosis colectiva y terror puso en jaque al Estado, incapaz de arrojar luz sobre uno de los capítulos más negros de la historia del país. El dosier acumula más de tres millones de páginas, pruebas, fotografías, testimonios de testigos, pero el caso sigue hoy sin ser resuelto para indignación de las familias de las víctimas y la opinión pública, cansada de acumular casos abiertos o cerrados en falso. «Ha desestabilizado toda mi vida», aseguró a la RTBF Bozidar Djuroski, herido que perdió a su padre en uno de los ataques. «Que paguen», pide Patricia Finné, hija de otra víctima.

El escándalo elevó todo tipo de hipótesis sobre quiénes podían estar detrás de unos asaltos tan brutales como desconcertantes. Los exiguos botines no justificaban el nivel de ensañamiento con el que actuaban los asesinos, enmascarados con rostros célebres como el del expresidente francés, François Mitterrand. Investigadores apuntaron en varias direcciones, desde grupos de ultraderecha a miembros de la mafia americana, una banda organizada de psicópatas o la red clandestina anticomunista de la OTAN, Gladio. El caso salpicó a la propia gendarmería de policía, que acabó disuelta. Los investigadores también tuvieron que hacer frente a un aluvión de críticas por los resultados.

Dosieres

«Para todos los que piensan que no hay más esperanza, que los autores nunca serán desenmascarados, les digo que nuestra fuerza está intacta», asegura la jueza de instrucción del caso, Martine Michel, quien sugirió esta semana que el dosier del caso fue «manipulado». El ministro de Justicia, Koen Geens, pidió la apertura del sumario a las familias de las víctimas y confirmó ante el Parlamento belga que reforzará a la policía federal tras el último vuelco en la investigación. «Hay una nueva pista interesante», aseguró Geens. La liebre saltó el pasado de febrero, cuando el hermano de Christiaan Bonkoffsky, ex agente del grupo de élite Diane, reveló que el fallecido le había confesado su participación en los tiroteos. ¿Con qué objetivo? Sembrar el pánico y «desestabilizar al Estado». «Me contó su secreto. Él era el Gigante de los asesinos de Brabante», aseguró a los agentes. La pista es de gran valor. Bonkoffsky figuraba en la lista de sospechosos. Existe un retrato robot que coincide con su fisonomía y los testigos lo relacionan con el atacante «de acento flamenco». Koens no descarta la implicación de más funcionarios de policía. Se están investigando a sus antiguos compañeros por si algunos hubieran formado parte de una célula logística.

Investigación surrealista

El fotógrafo Jan Rosseel tenía seis años cuando la Banda de Nivelles abatió a tiros a su padre en el supermercado Delhaize de Braine-l Alleud. Era el 27 de septiembre de 1985. Después de pasar toda su vida intentando olvidar el suceso, decidió plasmar en su obra Otoño belga todas las dudas, la resignación, las sospechas y teorías de la conspiración que aun acechan a la sociedad belga. Él también quiere poner nombres a los responsables. Sus fotografías forman un frío puzle de piezas que tratan de encajar, de señalar la verdad y recuperar la memoria tras una investigación surrealista que califica de absurda.