May elige a un leal como ministro de Defensa pero no contenta a los «tories»

Rita A. Tudela LONDRES / E. LA VOZ

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David Mirzoeff | DPA

Descartó una amplia remodelación para no desestabilizar al ya débil Gobierno

03 nov 2017 . Actualizado a las 07:52 h.

Downing Street evitó una remodelación del Gobierno que lo desestabilizará aún más, ante la apresurada salida de Michael Fallon por su implicación en un escándalo de acoso sexual. El rápido movimiento de Theresa May a la hora de elegir a un hombre de sus confianza como nuevo ministro de Defensa no ha gustado en el Partido Conservador. Las críticas se centran en que el elegido, Gavin Williamson, es un político sin experiencia. Nunca ha dirigido un departamento ministerial, ni siquiera como secretario de Estado, no tiene conocimientos militares y no ha llegado a hablar en la Cámara de los Comunes. Por todo ello muchos tories se preguntan por qué la primera ministra no optó por otra figura más experimentada para ocupar una de las cuatro grandes carteras del Estado.

Los ataques llegaron a puerta cerrada, diciendo que el nombramiento hecho por May era «desastroso», mientras que otros parlamentarios apuntaban a que era «el mayor error y probablemente el último» de la primera ministra. Uno de los ministros apuntó como el propio Williamson habría sugerido a May que Fallon tenía que irse, al mismo tiempo que se ofrecía a reemplazarlo: «Es una jugada muy de la serie House of Cards», apuntaba de forma anónima a la prensa británica.

En un intento de quitar hierro al asunto, un portavoz oficial de la primera ministra desmintió que Williamson participara en las discusiones de remodelación del Gabinete y lo definió como «un excelente trabajador», en el que May tiene toda la confianza de que «será un excelente ministro de Defensa».

La explicación para entender la jugada de Theresa May es fácil. Movió ficha optando por darle el puesto a una persona de su total confianza y asegurarse así que no le dará más problemas a corto plazo, dentro de su ya de por si dividido Gabinete. Quiere así evitar una amplia reorganización de carteras que podría desestabilizar su debilitado Gobierno, sumergido en plena negociación del brexit con la Unión Europea y siempre bajo la agonía de sospechar que el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, juega para llegar a reemplazarla algún día. 

A eso hay que sumar el miedo de Downing Street a que Fallon aparezca en más casos de acoso a mujeres y no solo en el escándalo por tocar la rodilla a una periodista durante una cena hace quince años y mandarle mensajes subidos de tono. Los medios británicos especulan con que hay otros motivos detrás de la salida de Fallon.

La afectada, Julia Hartley-Brewer, asegura haber olvidado el incidente. De hecho, bromea en las redes sociales sobre el buen estado de su rodilla y como ha pasado página. Ya había hablado de lo ocurrido en el 2002, por lo que cree que la renuncia de Fallon ahora es la «más descabellada, absurda y ridícula que haya visto de un ministro del Gabinete», de ahí que crea que hay más detalles que permanecen ocultos. 

Lista de pecados

Fallon en su carta de renuncia defendió como varias de las denuncias surgidas sobre los diputados eran falsas, pero aceptó que en el pasado había estado «por debajo de los altos estándares» que se requieren dentro de las Fuerzas Armadas y que tenía el honor de representar.

El miedo del equipo de May es que sea desvelado el contenido total de la apodada como «lista secreta de pecados sexuales». Muchos la apodan ya como kneegate, un juego de palabras que unen un trozo del término rodilla en inglés y del escándalo Watergate. De hecho, en la prensa británica circula desde hace varios días un listado que implica a unos cuarenta diputados por haber tenido un «comportamiento inadecuado» en algún momento de sus vidas. 

Savia nueva conservadora para atraer el voto joven

Gavin Williamson representa un giro de 180 grados de May. Atrás queda ya la necesidad de hace unos meses de mostrar una paridad entre los ministros que apoyaban un brexit duro y los que respaldaban uno blando, ahora la atención se centra en no tener más problemas internos y traer savia nueva a las filas conservadoras para ganarse al votante joven. Uno de los problemas que los tories describieron en su conferencia anual en Mánchester fue la necesidad de tener más calado entre los jóvenes y que no todos fuesen arrastrados por las políticas sociales del líder de la oposición, el laborista, Jeremy Corbyn. 

Williamson, de 41 años, fue secretario personal del primer ministro David Cameron durante tres años, hasta que este renunció en junio del 2016 por la inesperada victoria del brexit en el referendo. Con la llegada de May a Downing Street, esta lo nombró chief whip (literalmente jefe de azotes). Los whips son los encargados de ocuparse de que haya disciplina en los grupos parlamentarios ante votaciones importantes en la Cámara de los Comunes. Después de las últimas elecciones generales, en las que los conservadores perdieron su mayoría absoluta, Williamson jugó un papel clave al conseguir el apoyo del partido norirlandés DUP para formar un Gobierno en minoría a cambio de 1.000 millones de libras en financiación extra para Irlanda del Norte

La tarántula Cronus

Williamson ejerce como diputado desde 2010 por el condado de South Staffordshire, en el centro de Inglaterra. Fue criado por sus padres, votantes laboristas, y estudió Ciencias Sociales en la Universidad de Bradford. Casado y padre de dos hijos, dirigió un negocio de alfarería en su ciudad natal, Scarborough, antes de su elección en Westminster, donde es conocido por tener en su escritorio una mascota muy particular, una tarántula llamada Cronus, a la que define como «un ejemplo perfecto de una asesina increíblemente limpia y despiadada».