Solo un acuerdo transversal de gobierno sacaría a Cataluña del bloqueo político

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Con mayoría independentista o sin ella, repetir la vía unilateral llevaría a un callejón sin salida

22 nov 2017 . Actualizado a las 10:12 h.

La aplicación del artículo 155 de la Constitución y la constatación de que la vía de la independencia unilateral conduce a un callejón sin salida han modificado el tablero político en Cataluña. Al margen de cuál sea el resultado electoral, el 21D abrirá paso a un nuevo escenario. Por más que ambos bloques planteen la partida como un plebiscito entre independentistas y constitucionalistas, los partidos están obligados a explorar nuevas fórmulas de gobierno transversales para sacar a Cataluña de la dinámica acción-reacción sobre una declaración de independencia que, de repetirse, agravaría las severas consecuencias económicas y la tensión social que ha provocado la proclamación de una república para la que sus propios promotores reconocen ya que Cataluña no estaba preparada. El escenario inmediatamente anterior a la aplicación del artículo 155 no se va a repetir, pero lo ajustado de la mayoría independentista hace que mínimas variaciones en el resultado abran diferentes opciones de pacto de gobierno.

Mayoría independentista

En un escenario de mayoría absoluta independentista en escaños, aunque fuera sin mayoría de votos, la CUP presionaría a ERC y Junts per Catalunya para forzar el retorno a la vía de la desobediencia y la unilateralidad. Pero ni Carles Puigdemont ni Oriol Junqueras quieren que la CUP les marque de nuevo el rumbo, y menos sin comprometerse a formar parte del Gobierno. Un Ejecutivo con la CUP que apostara por la vía unilateral es una opción, pero conduciría a una nueva aplicación del artículo 155, por lo que si la CUP se enroca en esa vía, ERC y Junts per Catalunya podrían explorar la vía de gobernar en minoría gracias a la abstención o el voto afirmativo de Catalunya en Comú, admitiendo así que la independencia debe esperar, y apoyándose luego alternativamente en los comunes o en la CUP.

Pacto ERC-JxC y los comunes

Si los independentistas pierden la mayoría, la CUP queda fuera del tablero y el pacto transversal es obligado. La primera opción es la de que ERC y Junts per Catalunya busquen un acuerdo de mínimos con Catalunya en Comú que supondría abandonar la vía de la independencia unilateral y optar por la búsqueda de un referendo pactado. En función de los compromisos asumidos, los comunes podrían entrar en el Gobierno o limitarse a permitir la investidura del candidato de ERC, sea Junqueras, algo poco probable por su situación judicial, o Marta Rovira, aunque esta última es más partidaria de un gobierno solo de independentistas.

Gobierno de izquierda

La lucha por el poder y la legitimidad entre los secesionistas pueden llevar a una ruptura del bloque independentista, de manera que ERC se incline por buscar un acuerdo para formar un gobierno de izquierda con Catalunya en Comú, que también lo desea, y el PSC, para el que los números darían casi con seguridad. Los socialistas solo se abrirían a esa fórmula si hubiera un compromiso explícito de ERC de renunciar a la independencia unilateral. A cambio, el PSC podría comprometerse a impulsar una reforma de la Constitución para una solución pactada.

C’s-PSC-PP y Catalunya en Comú

Aunque el independentismo perdiera la mayoría absoluta, es una opción muy poco probable. Un pacto entre el PP y Catalunya en Comú se antoja imposible. Y los comunes tampoco harían nunca presidenta a Inés Arrimadas, a la que sitúan incluso más a la derecha que el PP. Inviable parece también la solución Borgen, a la que aspira el socialista Miquel Iceta, que consistiría en convertirse en presidente incluso si obtiene menos votos que Ciudadanos, al tener más posibilidades de ser apoyado por Catalunya en Comú.

Pacto constitucionalista

La posibilidad de que Ciudadanos, PSC y PP alcanzaran por sí solos la mayoría absoluta requeriría un vuelco total, que implicaría un improbable trasvase de voto independentista a estos partidos. Y aún así, no está claro que el PSC apoyara un Gobierno presidido por Arrimadas.

Así afrontan los comicios los candidatos

Riera pretende forzar la vuelta a la vía unilateral

El sustituto de Anna Gabriel, miembro de Andavant y partidario de la «liberación nacional», como ella, sabe que si no hay mayoría independentista queda fuera de todas las combinaciones de gobierno. Pero, si la hay, la CUP está dispuesta a forzar a ERC y a Junts per Catalunya a retornar a la vía de la proclamación unilateral de la república. Algo difícil de asumir por quienes saben que eso les lleva a la cárcel y que podría frustrar el pacto independentista.

Puigdemont quiere ser presidente aunque no gane

Puigdemont, huido de la Justicia, presenta las elecciones como un mero instrumento para restituir las instituciones catalanas a la situación anterior al 155. Algo que forzaría a ERC a investirle como presidente aunque no sea el más votado. La decisión de nutrir su lista de independientes, en especial con el líder de ANC encarcelado, Jordi Sánchez, y de apartar a líderes del PDECat, refuerza esa intención de volver a la presidencia incluso habiendo perdido.

Junqueras tantea una mayoría amplia con los comunes

Junqueras trata de atraer a Catalunya en Comú para garantizarse una mayoría amplia que dé estabilidad. Pero a la vez quiere mantenerse como referencia del independentismo que no se doblega, y por eso rechaza acatar expresamente el artículo 155. Esa estrategia dificulta su salida de prisión y hace difícil que acabe presidiendo la Generalitat. De ahí que promocione a Marta Rovira para el cargo. Esta tiene un perfil más radical y mucho menos carisma.

Domènech sabe que será clave en cualquier fórmula

Domènech tiene la difícil papeleta de superar las contradicciones de Pablo Iglesias en Cataluña y la ambigüedad de Ada Colau. Aún, así, sabe que en caso de que los independentistas pierdan la mayoría él será la clave en cualquier fórmula de gobierno. Para mantener todas las opciones, Colau ha roto el pacto con el PSC en Barcelona y ayer anunció que no pactará con los que defiendan la DUI o el 155. Algo que, en realidad, no cierra ninguna puerta.

Albiol trata de no quedar laminado por Ciudadanos

El líder del PP catalán es consciente de que la aplicación del artículo 155 va a beneficiar más a Ciudadanos, al que se percibe como la opción más claramente antiindependentista, que al PP. Albiol denunciará durante la campaña el oportunismo político de Ciudadanos y la equidistancia del PSC, aunque acabaría apoyando cualquier pacto que aparte a los independentistas del Gobierno, tanto si la presidenta fuera Inés Arrimadas como si lo es Miquel Iceta.

Iceta aspira a ser presidente con la solución Borgen

Iceta aspira a ser el árbitro y trata de mantener puentes con todos. Ha respaldado el 155, pero lanza constantes guiños a Catalunya en Comú, confiando en que pueda darse lo que llama una solución Borgen. Es decir, superar a Junts per Catalunya y acabar siendo presidente, pese a ser solo el tercer partido, gracias al apoyo de Ciudadanos, PP y Catalunya en Comú. Para reforzar esas aspiraciones, ha incorporado a los democratacristianos de Unió.

Arrimadas se presenta como la única alternativa

La líder de Ciudadanos sale catapultada con la estrategia de dureza frente al independentismo que mantiene su partido. Sabiendo que es la que más posibilidades tiene entre los constitucionalistas, ayer mismo planteó un acuerdo para que Ciudadanos, PSC y PP se comprometan a apoyar al más votado de los tres. Como será difícil que ese pacto sume mayoría absoluta, toda la presión para apartar a los independentistas caería así sobre los comunes.