El constitucionalismo arranca en cabeza

Tino Novoa REDACCIÓN / LA VOZ

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JOSEP LAGO | afp

Los partidos no nacionalistas, con Ciudadanos al frente, serían por primera vez los primeros en votos y escaños, pero en manos de los comunes estará que gobierne Arrimadas o Junqueras

05 dic 2017 . Actualizado a las 07:16 h.

Atípica y con sorpresa. Así será la campaña electoral catalana que arrancó la pasada medianoche. Atípica porque, por primera vez, los líderes de dos de las principales candidaturas harán la campaña en la distancia, uno desde la cárcel y otro desde Bruselas. Y con sorpresa porque, por primera vez desde las elecciones autonómicas de 1980, las primeras de la historia, los partidos no independentistas serán mayoría en el Parlamento catalán, si el 21D se confirman los resultados que prevé la encuesta del CIS dada a conocer ayer. Eso sí, aunque se confirme el histórico vuelco electoral, nada garantiza la formación de Gobierno, porque la fragmentación política y los recelos pueden hacer inviables los apoyos necesarios para que cualquiera de las dos fuerzas que se disputan la primacía -Ciudadanos, que sería el partido más votado, y Esquerra Republicana de Catalunya, que podría ser el primero en escaños- puedan asegurarse la investidura de su candidato.

Declive nacionalista

La llave de la gobernabilidad la tendrá Catalunya en Comú-Podem, que de ser la primera fuerza de Cataluña en las pasadas elecciones generales pasará a ser un partido bisagra, según la encuesta del CIS. La calculada ambigüedad de Pablo Iglesias y de Ada Colau durante el desafío secesionista puede acabar pasándole una dolorosa factura. De hecho, la polarización política de Cataluña en los últimos meses ha acabado favoreciendo a los partidos que han mantenido una posición más nítida, ERC y Ciudadanos, que se convierten en referencias del bloque independentista y del constitucionalista, respectivamente. La excepción si acaso es el PSC, que con su apuesta transversal que navegue claramente en el constitucionalismo pero con capacidad de absorber al nacionalismo moderado tradicional recupera parte del apoyo perdido en las pasadas elecciones.

La encuesta del CIS confirma la división de Cataluña en dos bloques políticos estancos, pero también pone de manifiesto el desgaste del independentismo, que ha tocado techo y empieza a decaer, mientras los constitucionalistas, impulsados por la movilización de muchos ciudadanos que habitualmente se desentienden de las elecciones autonómicas, superarían en votos holgadamente a los independentistas (un 52,9 % frente a un 44,4 %), y por primera vez desde 1980 también en escaños (uno o dos más, según la horquilla). Es decir, los constitucionalistas lograrían la mayoría absoluta tanto en votos como en parlamentarios. Se recuperaría de esta manera la normalidad previa a la eclosión secesionista derivada de la sentencia del Tribunal Constitucional que rechazó parte del Estatuto que había sido refrendado por los catalanes. En las elecciones del 2010, que auparon a Artur Mas a la presidencia, los soberanistas alcanzaron su cénit, con un 48,7 % de los votos y 76 escaños. Desde entonces, pese al desafío secesionista, han ido en progresivo declive, de forma que, según el CIS, el 21D obtendrán sus peores resultados en votos y en escaños.

El triunfo constitucionalista se vería refrendado, de acuerdo con la encuesta del CIS, por la victoria en votos de Ciudadanos (22,5 %), aunque es posible que ERC (20,8 %) le gane en escaños (32 de Esquerra frente a 31-32 de la candidatura que encabeza Inés Arrimadas). Ciudadanos ganaría holgadamente en la provincia de Barcelona, pero la distribución de escaños en el resto de la comunidad favorece a los partidos nacionalistas, de forma que con menos votos ERC lograría en conjunto un escaño más. Lo mismo sucede en la pugna por la segunda posición entre la candidatura de Junts per Catalunya y el PSC. Con solo unas décimas de diferencia en voto, la lista de Puigdemont obtendría cuatro o cinco escaños más que la de Iceta (25-26 frente a 21). A considerable distancia quedarían Catalunya en Comú y la CUP, con nueve escaños cada formación, y en último lugar, con siete parlamentarios, el PP.

Con estos datos, el panorama que se presenta el día 22 es endiablado, ya que ni Junqueras ni Arrimadas disponen a priori de los apoyos necesarios para ser investidos. El bloque independentista suma un máximo de 65 escaños, a tres de la mayoría absoluta; y el constitucionalista se queda en 60. Arrimadas necesitaría el apoyo de los comunes, en estos momentos descartable, mientras que a Junqueras le podría bastar incluso con su abstención para ser elegido en una segunda votación. Las alternativas, tanto de Puigdemont por el bloque independentista como de Iceta por el constitucionalista, no tienen visos de prosperar. Si así fuera, es muy probable que el 21D acabe desembocando en unas nuevas elecciones en primavera.

Cautela de todos los partidos

Las encuestas «son poco fiables» y en este momento hay un «enorme» porcentaje de gente que se mueve en el voto indeciso. Eso es lo que opinaba ayer Xavier Domènech, candidato de En Comú Podem a la presidencia de la Generalitat sobre la encuesta del CIS, una cautela que también exhibían los otros partidos. Por ejemplo, el portavoz de la ejecutiva federal del PSOE, Óscar Puente, que se mostraba escéptico señalando el despegue de Ciudadanos: «Cuando se le echa tanta pimienta a un plato, acaba siendo muy picante. Pasar de un 13,2 % de voto directo a un 22,5 de voto estimado es un ejercicio de voluntarismo un tanto grosero». En el partido naranja, por otra parte, mantenían un perfil bajo a pesar de los buenos datos, y así el secretario general, José Manuel Villegas, apuntaba: «Si todos los que queremos pasar página y acabar con el procés nos movilizamos y vamos a votar, se puede conseguir ese cambio». Finalmente, desde el PP, al que auguran una caída de apoyos, el vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, veía el lado bueno: «Lo importante es que los partidos constitucionalistas sumen para ganar a los independentistas».

Dos de cada tres catalanes admiten que la situación ha empeorado en los dos últimos años

La inmensa mayoría afronta la campaña electoral con gran interés y un 90 % asegura que irá a votar el próximo día 21

El desafío secesionista ha acabado cansando a los catalanes, a todos, de uno y de otro signo. Dos de cada tres ciudadanos de la comunidad reconocen que la situación política es mala o muy mala. Y tres de cada cuatro consideran que es peor o mucho peor que hace dos años. Por si estos datos no fueran suficientemente significativos, entre los ocho asuntos que los catalanes señalan como los que más le preocupan, siete tienen relación de una u otra manera con el proceso soberanista. Después del paro, que es el principal problema para los catalanes, igual que para el conjunto de los españoles, lo más preocupante es el independentismo, más que la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El tercero es una constante entre los catalanes, la falta de diálogo entre los Gobiernos central y autonómico.

El cuarto está relacionado con lo que consideran un nivel insuficiente de autogobierno. Es también un denominador común de la mayoría de los catalanes. Así lo entienden tres de cada cuatro ciudadanos de la comunidad. Pero eso no lo justifica todo, como han pretendido los secesionistas. Solo un 44 % de los catalanes, según el CIS, son partidarios de reconocer el derecho de autodeterminación. Esta es la postura mayoritaria entre los votantes de las fuerzas nacionalistas. En cambio, quienes prefieren incrementar el nivel de autogobierno de la comunidad dentro del Estado de las autonomías, un 29,7 % de los catalanes, son mayoritarios entre los votantes del PSC y de Catalunya en Comú Podem. Entre los electores de Ciudadanos, la opción más defendida es la de mantener el Estado de las autonomías en su configuración actual. En cambio, los votantes del Partido Popular se dividen entre quienes son partidarios de recortar las competencias de las autonomías y reforzar el Gobierno central, un 28,8 %, que son una décima más que quienes prefieren que no se toque el modelo territorial en ningún sentido.

El sentimiento de identidad refleja también que el independentismo es una opción claramente minoritaria. Los ciudadanos que se sienten exclusivamente catalanes son solo un 22,7 %, mientras que dos de cada tres tienen algún tipo de sentimiento de españolidad. La opción más extendida (un 43,8 %) es la de quienes se sienten tan españoles como catalanes, mientras que un 24,3 % se definen como más catalanes que españoles. En cualquier caso, estos datos son compatibles con el hecho de que un 60 % de los encuestados se definan como nacionalistas catalanes.

La enorme preocupación por la situación política se demuestra también en el grado de movilización electoral. Tres de cada cuatro catalanes aseguran que siguen con bastante o con mucho interés todas las noticias relacionadas con el proceso electoral y la campaña iniciada la pasada medianoche. Además, un 90 % de los encuestados aseguran que tienen la firme intención de acudir a votar el próximo día 21, con lo que en el caso de confirmarse puede llevar a una participación electoral histórica.