Un descendiente de asturianos volverá a ser presidente de Chile

Juan M. Arribas / H.E. REDACCIÓN

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IVAN ALVARADO | REUTERS

El conservador Sebastián Piñera, que ya gobernó entre 2010 y 2014, tendrá que adaptar sus políticas a un Parlamento muy dividido

19 dic 2017 . Actualizado a las 08:34 h.

Un descendiente de asturianos volverá a ser presidente de Chile. Sebastián Piñera  se ha impuesto en las elecciones presidenciales de su país y reeditará a partir del 11 de marzo el cargo que ya ocupó entre 2010 y 2014. Volverá a sustituir a la socialista Michellle Bachelet al mando del país sudamericano.

La familia de Piñera proviene de Libardón, en el concejo de Colunga. Un antepasado suyo, Celestino Piñera, ejerció durante años como médico de la localidad y durante la dictadura de Primo de Rivera fue alcalde de Colunga. Su familia emigró a Chile, donde Sebastián Piñera nació en 1949. El presidente de Chile ha visitado Asturias en varias ocasiones en busca de sus raíces, aunque no ha conseguido conocer a algún pariente directo. Un viejo conocido suyo es Juan Cueto Sierra, propietario de la aerolínea Lan, una de las compañías aéreas más importantes de América. Juan Cueto tiene también sus orígenes en Colunga. Ambos son dos de las grandes fortunas de Latinoamérica, según Forbes. 

Las encuestas pronosticaban un resultado ajustado, pero finalmente Piñera ganó con un mayor margen de lo esperado. El empresario se hacía con el 54,57% de los votos cuando se había escrutado el 96,57% de las mesas.

A unos nueve puntos de distancia se encontraba el candidato de centroizquierda Alejandro Guillier, apoyado por el oficialismo. Ese era el estado del recuento al cierre de esta edición. Piñera pidió a los chilenos ayer que se limen las diferencias surgidas durante la campaña electoral: «Chile ha de volver por los caminos de la unidad», reclamó.

La suma de los votos del candidato derechista José Antonio Kast han sido claves para la victoria del empresario, a pesar de haberle impedido hacer al caladero de votantes de centroizquierda los guiños que le hubiera gustado.

Tendrá ahora que gobernar en un Parlamento profundamente dividido, en el que se vislumbran tres grandes bloques integrados por una decena de partidos. Deberá consensuar políticas tanto con la izquierda como con la derecha más conservadora. El primer reto de Piñera, en ese escenario, es asegurar la gobernabilidad.

Guillier sin apoyos

El centroizquierda ha quedado tocado en otras elecciones. La falta de apoyo de parte de los votantes -y la dirección- de la democracia cristiana, por temas como la aprobación del aborto en tres supuestos, se ha hecho notar en las urnas.

Guillier ha fallado también estrepitosamente a la hora de embolsarse los votos conseguidos por el izquierdista Frente Amplio en la primera vuelta electoral, hace un mes. No se comprometió a política alguna con quienes han sido la gran revelación en las urnas. Su candidata, Beatriz Sánchez, estuvo a punto de pasar a segunda ronda en detrimento de Guillier.

«Queda claro que no bastaba el 'anti-Piñera' para convocar a una mayoría. Guillier no se comprometió con transformaciones profundas y este es el resultado. La principal responsabilidad de su derrota es de quienes lideraron la campaña», escribió Gabriel Boric, una de las caras más conocidas del Frente Amplio.

Guillier reconoció su derrota apenas publicados los resultados. «Debemos aprender la lección, reconstruir una opción solidaria, basada en la igualdad de oportunidades», señaló. «Vamos a hacer una oposición constructiva. Debemos renovar nuestros liderazgos, olvidarnos de tantos palacios e ir a las juntas de vecinos», exhortó a los miembros de la Nueva Mayoría, que dejarán el Gobierno en marzo.