De la fractura social a la violencia en campaña

Mercedes Lodeiro LA VOZ EN BARCELONA

ACTUALIDAD

Miembros de los partidos constitucionalistas son víctimas de acoso, insultos e incluso agresiones físicas como nunca se había visto en otras contiendas electorales anteriores

18 dic 2017 . Actualizado a las 07:38 h.

A cuatro días de que concluya la crispada campaña electoral catalana, los partidos contrarios a la independencia son la diana no solo de las críticas legítimas sino de hechos que superan el ejercicio democrático. Son víctimas de una violencia que nunca antes se había visto. Sufren escraches, amenazas, insultos y violencia física. Es un paso más tras la fractura social provocada por la hoja de ruta independentista, que llevó al referendo ilegal del 1-O el entonces Gobierno de la Generalitat.

Lo más peligroso, advierten algunos expertos, es que no se sabe cómo terminará la deriva de una sociedad tan polarizada. Esa brecha social es ya la factura más cara del procés. Comenzó por la división en las familias y entre amistades. Continuó con actos contra los policías y guardias civiles desplazados a Cataluña al tiempo que desde el soberanismo se alentaban esos comportamientos de «resistencia pacífica».

Es una campaña atípica y no solo por que varios candidatos estén en prisión o huidos de la Justicia. Hay más tensión de lo habitual. Ya antes de comenzar, el pasado día 1, los Mossos retiraron unos muñecos que habían sido colgados boca abajo en un puente en Malla (Barcelona) y que llevaban adheridos al pecho las siglas de PP, PSC y Ciudadanos. Todo un preludio del tipo de campaña que se avecinaba.

Estos días, sedes de Ciudadanos y PSC fueron atacadas. En el PP parecen estar inmunizados. Son insultados con frecuencia con palabras gruesas, reconoce el concejal barcelonés Miguel Raposo, pero a base de ser una constante se van resignando, sobre todo ante los insultos en las Red, donde se ha amenazado de muerte a Xavier Albiol. Ahora los excesos han aumentado. Andrea Levy fue acosada en Sant Fost de Campsentelles (Barcelona) por unas personas que le impidieron visitar un mercadillo.

En Ciudadanos se sienten también muy enfadados con «estas actitudes antidemocráticas», afirma Luis. Y mencionan cómo hasta los familiares sufren coacciones y daños contra sus propiedades, como los padres de Albert Rivera en un bar que regentan en Tarrasa. Les han realizado pintadas y colocado pegatinas a favor de «los presos políticos». Otras veces, como sucedió en un teatro de Sabadell, les dibujan pintadas insultantes antes de los mítines, o les pintan «fascista» en el autobús. Al mismo partido le han intentado quemar con un cigarrillo una carpa en la céntrica plaza de la Universidad de Barcelona, y otro día tres personas les dejaron una cabeza de cordero ensangrentada encima de una mesa informativa, en Ciutat Vella.

El PSC tampoco se ha librado de las vejaciones. Miembros de sus juventudes fueron agredidos físicamente en Hospitalet al grito de «¡Visca Terra Lliure!» (próxima a la CUP). También han denunciado pintadas de independentistas de Arran en suelos ante locales en los que iban a celebrar mítines (Rubí), en carteles y en furgonetas y la aparición de muchos carteles de Iceta en el vertedero de Viladecans (Barcelona). «En Vich nos llamaron de todo, de hijos de puta para arriba durante la pegada de carteles», asegura la exdiputada Marta Moreta.

El Ministerio de Interior intentó tomar cartas en el asunto y habilitó un espacio en su página web para denunciar delitos de odio, en concreto, por motivos ideológicos.

Desde escraches a una cabeza de cordero

La campaña se está desarrollando con más tensión de la habitual. A Andrea Levy (PP) un grupo de independentistas la rodeó y abucheó no pudiendo llegar a una cita en Sant Fost de Campsentelles (arriba a la izquierda); el espacio para un mitin de Iceta en Rubí apareció lleno de pintadas de Arran (jóvenes de la CUP) contra «los herederos del franquismo» y los «fascistas» (arriba a la derecha). Debajo, las persianas del negocio de los padres de Albert Rivera en Granollers, atacado de nuevo; y la cabeza de cordero en una mesa de Ciudadanos (abajo a la derecha). Antes de la campaña, el día 1, un puente de Osona apareció con muñecos «ejecutados» con los rótulos de PP, C’s y PSC. También hubo pintadas contra Junqueras en el muro de la casa de su padre y un grupo de personas quemó una estelada.

«Vivo en esa calle y todos los días me acuerdo de la patada que me dieron en el pecho»

Ha pasado una semana desde que sufrió en Hospitalet (Barcelona) una agresión física de unos radicales, pero el miedo todavía le ronda. «Vivo en esa calle y todos los días me acuerdo de la patada que me dio en el pecho», dice. Este muchacho de las Juventudes Socialistas catalanas relata que todo ocurrió el día 10, cuando un grupo de tres chicos y tres chicas pegaban carteles en el centro de Hospitalet. Entonces, él, que estaba subido a una valla, vio cómo una compañera de 17 años que se estrenaba en la tarea y que aguantaba el cartel, salía desplazada y que alguien acababa de arrancar el que había colocado a su izquierda. «Me giré y vi a dos chavales; uno se rio y el otro estaba con los brazos cruzados y dijo '¿Con que Miquel Iceta?, ¡Socialistas hijos de puta de mierda me vais a quitar los carteles vosotros mismos! ¡Os lo digo con palabras porque sino los vais a quitar a hostias!'», recuerda. Era un plafón reglamentario, típico de pegada, comenta. «Bajé y me agarró por el cuello», continúa. La hermana mayor de la chica empujada los intentó separar. Recuerda que el independentista le dijo a ella: «‘Me la suda que seas una mujer, yo te reviento la cara igual’. Cuando vi que le iba a dar, me agarré a él, me empujó y me dio una patada en el pecho», cuenta. Entonces, le gritó al grupo «vámonos, porque vi que se me iba la razón. Nos alejamos y él despegó los carteles y gritó: 'No quiero ver un puto cartel más de los socialistas en Hospitalet, este es mi barrio, ¡Visca Terra Lliure, socialistas hijos de puta!'», narra el joven. Ellos se fueron al centro de salud. El agredido tenía ansiedad, náuseas y dolor en el pecho. Agradece mucho las muestras de apoyo de familiares, amigos y del partido, pero también el de C's y de las juventudes del PDECat.