Envidia, euforia y despilfarro: los peligros de ganar la Lotería de Navidad

La Voz JAVIER CASTRO BUGARÍN / EFE

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benito ordoñez

Un estudio revela que un 70% de los ganadores de este tipo de premios terminan en bancarrota en el plazo de siete años

19 dic 2017 . Actualizado a las 21:43 h.

 Más allá de la ilusión y la tradición, en algunos casos la realidad de quienes ganan la Lotería de Navidad está muy alejada del idealismo: la envidia, la euforia y el despilfarro llevan a los premiados al aislamiento, a gastar sin control y a una situación personal peor a la que tenían antes de hacerse ricos. Al ganar la lotería, la primera sensación que se tiene, según el psicólogo Luis García Villameriel, es de «euforia, exaltación, de alegría infinita». Un estado que, ciertamente, influye en la percepción que se tiene de la realidad y que puede llevar a «tomar decisiones temerarias».

En este sentido, Luis ha explicado a Efe el peligro que a la larga tienen estos impulsos, dirigidos la mayoría de las veces a adquirir objetos más que a invertir en experiencias. «Al final, debes replantearte si podrás adaptarte a ese tipo de vida, porque al final vienes de donde vienes y tratar de impostarte en un estilo de vida que no es el tuyo te puede generar muchos desajustes», ha asegurado el psicólogo.

JOSE PARDO

Según diversos estudios empíricos realizados en Estados Unidos, un 70% de los ganadores de la lotería terminan en bancarrota en el plazo de siete años y solo un 55% de ellos declara sentirse más feliz después de ganar el sorteo. Un 43% afirma, por el contrario, que el dinero no ha tenido efecto alguno en su felicidad.

Precisamente, una de las cuestiones que se abren al hacerse rico repentinamente, aunque no sean cantidades muy altas, como es el caso del Gordo de la Lotería de Navidad, es la gestión financiera. 

Un aspecto que Javier Sáenz de Olagazagoitia, profesor de la Universidad de Navarra y abogado, ha considerado que es fundamental antes de hacer cualquier inversión. «El gasto y el riesgo son consustanciales a la inversión y a la rentabilidad, y si no se miden y combinan de una manera prudente, el resultado puede ser desastroso», ha señalado a Efe.

Respecto a la posibilidad de vivir o no de las rentas con lo ganado en la Lotería, el profesor y abogado ha señalado que existen algunos criterios para calcularlo, como «la regla de los 25», que consiste en multiplicar por 25 la renta anual con la que se quiere vivir para saber el dinero que se necesitará durante un cuarto de siglo.

Por ejemplo, si una persona gana 1.500 euros al mes (18.000 al año), necesitaría que le toquen un mínimo de 450.000 euros para poder vivir durante 25 años con garantías. En el caso de la lotería de Navidad, la socióloga de la Universidad Europea de Madrid, Fátima Gómez, ha destacado a Efe que la combinación de la tradición, propia de un sorteo que lleva celebrándose desde el año 1812, y de la Navidad pueden llevar a un «consumismo irresponsable».

XOAN A. SOLER

«Al final, la Navidad se vende como una época de consumo, y la lotería es el primer paso de este consumo, con mucha publicidad a su alrededor», ha comentado. De hecho, uno de los factores que, a juicio de Fátima, llevan cada año a comprar un décimo de lotería es, además de la superstición, la llamada «envidia preventiva», que incita a comprar décimos por el temor a que toque dentro del núcleo familiar o laboral más cercano.

Con todo, más allá del consumismo y el afán de enriquecimiento, Fátima ha puesto en valor los elementos emocionales de la lotería de Navidad, especialmente el de unión, que no se da en otros sorteos. «La Lotería de Navidad lleva celebrándose desde el siglo XIX y se ha celebrado siempre, participan todas las comunidades, todo tipo de ciudadanos, de ideologías... Es algo que une», ha afirmado.

En caso de que, finalmente, sí toque el Gordo de la Lotería, la recomendación del psicólogo Luis García es clara: «cabeza fría, planificación y sentido de la realidad» para disfrutar del premio con garantías. «Al final, lo importante es la frialdad, no dejarse llevar por los primeros impulsos y medir bien los pasos que se van a dar, y no empezar a gastar pensando que el dinero no se va a acabar nunca», ha concluido.