Ramón Sampedro se fue hace 20 años y dejó una dura guerra abierta

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XOSE CASTRO

Llevaba 25 años postrado en una cama cuando decidió emprender una lucha en favor de la eutanasia

12 ene 2018 . Actualizado a las 11:38 h.

El vecino de Xuño Ramón Sampedro, el primer español que reclamó ante los tribunales el derecho a una muerte digna, falleció hace 20 años. Su llama se apagó en un piso del centro de Boiro en el que llevaba residiendo pocas semanas tal día como hoy de 1998. Abierta dejó una guerra para conseguir que la eutanasia fuera considerada un derecho, lucha en la que todavía hoy siguen lidiando amigos, familiares y el colectivo Derecho a Morir Dignamente.

La batalla de Ramón Sampedro comenzó en 1993 cuando, tras llevar 25 años postrado en una cama debido a un accidente en la playa de As Furnas, decidió rebelarse contra el sistema y reclamar la eutanasia como un derecho personal. Su reivindicación llegó al Tribunal Constitucional, pero harto de pelear, hace dos décadas optó por irse. Su muerte dio pie a una investigación desde el primer momento, pero no fue hasta el 2005 cuando el misterio se desveló. Ramona Maneiro confesó que había sido la encargada de facilitar a su amigo un vaso con cianuro en su interior.

La Asociación Derecho a Morir Dignamente emitió ayer un comunicado en el que critica que «nada ha cambiado» en España 20 años después de la muerte de Ramón Sampedro. «Bebió de un vaso con cianuro potásico que le habían acercado a la boca y se quitó la vida y puso así fin a un sufrimiento de décadas y a una lucha en todos los frentes por el derecho a recibir ayuda para morir en libertad. Se lo habían negado los tribunales y también los legisladores. Los que lo querían tuvieron que arriesgarse a una larga pena de prisión por ayudarle a cumplir su voluntad», dice el comunicado de la asociación, que recoge Europa Press. «Aunque cuatro de cada cinco personas en España apoya la despenalización de la eutanasia, la situación sigue sin cambios», destaca la asociación.

«Los que quieren disponer de su propia vida aún tienen que recurrir al exilio o a la clandestinidad»

Para el presidente de DMD Madrid, Fernando Marín, 20 años después de la muerte de Ramón Sampedro, «los que quieren disponer de su propia vida aún tienen que recurrir al exilio o a la clandestinidad». El artículo 143.4 del Código Penal, en vigor desde 1995, «aún castiga con penas de prisión a los que ayudan a morir a otro, aunque la petición de morir sea lúcida, reflexionada y realizada reiteradamente por una persona con una dolencia irreversible que le provoca sufrimientos insoportables», apostilla en unas declaraciones que recoge Europa Press.

La entidad ha querido precisar que Ramón Sampedro «tuvo que vivir treinta años, como él mismo afirmaba, pegado a su propio cadáver». Se quedó tetrapléjico en 1968, con 25 años, y «luchó sin tregua por la libertad de decidir su propia muerte».

En una carta final, redactada poco antes de morir, «defendió la vida como un derecho y no como una obligación». «A mi lado tengo un vaso de agua conteniendo una dosis de cianuro de potasio. Cuando lo beba habré renunciado voluntariamente a la propiedad más legítima y privada que poseo; es decir, mi cuerpo. También me habré liberado de una humillante esclavitud, la tetraplejia», decía aquella misiva de despedida de Ramón Sampedro.

«Mar adentro»

Años más tarde su impactante vida y muerte de Ramón Sampedro fue llevada al cine por Alejandro Aménabar convirtiendo la historia en un fenómeno de masas a nivel mundial.  Con Javier Bardem, Belén Rueda y Lola Dueñas en los papeles protagonistas, Mar adentro consiguió un éxito rotundo. Tanto que se hizo con el Óscar a la mejor película en lengua extranjera en la edición del año 2005. 

Y tras el filme, llegó la popularidad de Barbanza, de Porto do Son y, más concretamente, de la playa de As Furnas. Fueron muchos los turistas que buscaron conocer de primera mano el escenario en el que comenzó a escribirse la difícil historia de Ramón Sampedro.