Europa, en guardia ante el sarampión

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

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El Reino Unido confirma brotes en cinco zonas con más de 120 casos e Italia y Rumanía se enfrentaron en el 2017 al mayor repunte de la enfermedad en años

19 mar 2018 . Actualizado a las 10:17 h.

No campa a sus anchas, pero el sarampión se ha instalado en Europa. Pese a la eficacia de la vacuna y su incontestable validez en la erradicación de la enfermedad, los movimientos anti vacunas y la simple relajación de la sociedad han provocado que este virus reaparezca periódicamente. Reino Unido ha sido el último. El país acaba de confirmar cinco brotes en varias zonas de Inglaterra con más de 120 casos. West Yorkshire; Cheshire y Liverpool; West Midlands; Surrey; y Greater Manchester suman decenas de afectados, hasta el punto de que las autoridades públicas instan a los padres a que vacunen a sus hijos y han recordado el riesgo especial de viajar a Rumanía e Italia en el caso de las personas no protegidas, ya que estos Estados sufren actualmente grandes brotes.

No es algo nuevo. El Sergas informó hace unos meses sobre los casos registrados de esta enfermedad en la UE. En el primer trimestre del 2017 se notificaron 2.480, lo que supone un incremento de 4,7 veces en relación al mismo período del 2016. El informe pone el foco en tres países: los dos de los que alerta el propio Reino Unido, así como Alemania. Y no sin razón, ya que el 75 % de los enfermos pertenecen a Rumanía (749); Italia (684) y Alemania (411). En España se registró un brote en Barcelona debido a un caso importado de China, y en los cuatro primeros meses del 2017 aparecieron en el país 28 casos, de los que 17 estaban sin vacunar. Además, el sarampión se cobró una víctima mortal.

Aunque España puede presumir de cobertura de vacunación infantil, y en Galicia las cifras aún son mejores, es imposible bajar la guardia. Y es que hasta el vecino Portugal ha perdido la inmunidad de grupo frente a esta enfermedad al bajar su cobertura de vacunación del 95 %. El país luso registró una epidemia entre febrero y julio que tuvo dos fuentes de contagio: un enfermo del norte de Europa y otro de un país del Este.

Francia también teme un regreso de la enfermedad. Desde noviembre se han contabilizado en Burdeos 77 casos por la falta de cobertura de vacunación que hasta ahora había permitido erradicar la enfermedad. Y es que según los datos de Le Monde, hay regiones en donde la tasa no llega ni al 70 % en una vacuna que protege frente a la rubeola, el sarampión y las paperas.

Las autoridades sanitarias han visto el riesgo que corren sus poblaciones y de hecho dos de los países en donde el sarampión ha irrumpido con más fuerza, Francia e Italia, han impuesto la vacunación obligatoria, al menos para aquellos niños que quieran acudir a una escuela infantil.

Europa no es el único continente que dio la voz de alarma, otros países han dejado claro la importancia de inmunizarse. En diciembre del 2014 varios visitantes de Disneyland en California regresaron a sus casas con sarampión. Al menos 159 personas contrajeron la enfermedad. Pero aunque los titulares se quedaron en este brote, lo cierto es que en los años posteriores un cambio de política logró revertir esta tendencia, modificando el comportamiento de los ciudadanos más resistentes a la vacunación. Y es que si se protegen suficientes personas, la enfermedad se corta. En el caso del sarampión, al contrario que otras dolencias infecciosas, para poder contar con esta inmunidad de grupo la cobertura debe rondar el 97 %.

Un 90 % de contagio

El sarampión es extremadamente contagioso. Hasta el punto de que se estima que el 90 % de las personas susceptibles expuestas a un individuo afectado desarrollarán la enfermedad, y en el caso de los trabajadores sanitarios, su prevención es aún más importante, ya que el riesgo de contraer la enfermedad es hasta trece veces mayor que en la población general. De ahí que la lucha contra estas patologías transmisibles, en una sociedad global, deba hacerse de forma conjunta e insistiendo en la formación.

El cóctel perfecto: alto contagio y baja protección

El sarampión tiene un índice de reproducibilidad (Ro) de 18. Esto quiere decir que una persona, en un escenario de población no vacunada, contagiaría a otros 18. Para comparar, ahora que se habla tanto de la epidemia de la gripe, el índice Ro de esta enfermedad es de 2-3. De ahí que para interrumpir la transmisión de la enfermedad la tasa de cobertura de vacunación deba llegar al 97 %, por lo que bajar la guardia coloca a toda una población en una situación de vulnerabilidad. «Si tenemos en cuenta estos dos aspectos, y le sumamos que el virus no está erradicado, es decir, que circula libremente, el fenómeno migratorio, y además que cualquier patógeno está hoy en día a una hora en avión, tenemos el cóctel perfecto». Federico Martinón, responsable del servicio de pediatría del CHUS y experto en vacunas, tiene claro que aunque España es de momento un ejemplo en cuanto a la protección contra esta dolencia «no somos tan distintos de otros países como Francia e Italia y ya hemos visto los efectos nocivos de la no vacunación en casos puntuales como la difteria», explica.

Martinón lamenta que países como Francia, Italia o Portugal hayan perdido la inmunidad como grupo por haber bajado las tasas de vacunación ante una enfermedad letal. De ahí que no dude en calificar de «negligencia y acto temerario» las llamadas fiestas del sarampión o de la varicela en las que se junta a varios niños con uno que está pasando la enfermedad para que se contagien todos, «es someter a tu hijo a una enfermedad potencialmente letal», cuenta.

Graves consecuencias

Y es que las cifra del sarampión son contundentes, provocando la muerte en uno de cada mil casos y consecuencias tan graves como la encefalitis o infecciones de los pulmones. El responsable de Pediatría del complejo hospitalario de Santiago afirma que el fenómeno que se está viviendo en países como Francia, Reino Unido, Italia, Alemania o Rumanía, con las mayores epidemias de los últimos años, obedecen a una situación multifactorial. «Está claro que hay una causa común, la insuficiente vacunación, pero a ella se llega por diferentes factores, bien por un fenómeno de no vacunación, por una situación puntual o porque hayan calado mensajes como el de Wakefield, que inventó la relación entre la triple vírica y el autismo» lamenta este experto.