Bruselas plantará batalla por el acceso a las aguas británicas tras el «brexit»

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Insiste en que el Reino Unido no podrá negociar las cuotas durante el período transitorio

21 ene 2018 . Actualizado a las 09:18 h.

¿Puede haber algo que desvele más al sector pesquero gallego que el brexit? Tanto la flota del Gran Sol como la de bajura y litoral encienden velas y cruzan los dedos para que el divorcio entre el Reino Unido y la UE sea lo menos traumático posible y no pase factura a la gente del mar, para quienes el peor de los escenarios es que la pesca se convierta de nuevo en la moneda de cambio en las negociaciones, como ya ocurrió durante la adhesión de España en el 1986.

Bruselas quiere evitarlo a toda costa y prepara sus aparejos. Si Londres muerde o no el anzuelo se verá a lo largo del año y medio que queda por delante hasta consumar el divorcio con los británicos. Los equipos de la Comisión Europea han perfilado la posición de la UE de cara a las discusiones preparatorias de los Veintisiete. A nadie le interesa hacer sangre: «La relación pesquera entre la UE y el Reino Unido es muy intensa», asegura la Comisión, que prefiere comerciar en lugar de castigar. El negociador europeo, Michel Barnier, propone hacer valer la baza del mercado interior, un jugoso caramelo para el Reino Unido.

La Comisión no aclara el peso que tendrá la opinión de Londres a la hora de fijar cupos El paisaje que deja la hoja de ruta de la Comisión es muy parecido al que venía demandando el sector. Según unas hojas de trabajo publicadas por la institución esta misma semana, la prioridad será apuntar alto y apostar por mantener el statu quo. Garantizar el acceso a las aguas territoriales del Reino Unido sin moverse ni un ápice de la actual política pesquera común (PCP). Y para ello, Bruselas ofrece acceso a su vasto bazar pesquero, a donde va a parar el 68 % de las exportaciones británicas. Un volumen que le genera unos 1.340 millones de euros anuales, frente a los 1.310 que gasta en importaciones de la UE. Para la flota comunitaria también es vital mantener la puerta abierta a las aguas insulares, de donde obtienen el 33,7 % del volumen total de capturas.

Letra pequeña

La oferta es suculenta, pero también contiene letra pequeña. Los expertos comunitarios sugieren explorar diferentes «modalidades para determinar las oportunidades de pesca teniendo en cuenta los patrones históricos» siempre que Londres garantice su apoyo a los objetivos de rendimiento máximo sostenible (RMS), la prohibición de los descartes y camine hacia un alineamiento con la UE de sus políticas medioambientales, laborales y de ayudas de Estado. Además de negociar el establecimiento de un mecanismo de resolución de disputas.

Desconexión

¿Qué pasará durante los dos o tres años de prórroga que están dispuestos a ofrecer los Veintisiete a Londres para que abandone el barco sin tirarse por la borda? Reino Unido clama por un período transitorio de adaptación y Barnier está dispuesto a extender la mano, pero la Comisión quiere dejar claro que la legislación europea se seguirá aplicando durante el tiempo extra. Eso significa que las aguas británicas y la explotación de sus recursos deberán permanecer abiertos a los buques comunitarios. Eso sí, Londres no podrá formar parte de las negociaciones en el reparto de cuotas de pesca, solo será consultada: «Ya no participará en la toma de decisiones de las instituciones de la UE», aclaran los expertos comunitarios, que no detallan el peso que tendrá la opinión que trasladen los británicos a la hora de repartir el pastel.

La Agencia de Control de la Pesca saldrá reforzada del divorcio

Una de las grandes beneficiadas por el brexit podría ser la Agencia Europea para el Control de la Pesca. Después de haber dinamitado el laboratorio europeo para el control bacteriológico de los bivalvos, al que Galicia había puesto el ojo, Bruselas quiere que el organismo, con sede en Vigo, gane más peso y para ello propone «reforzar el monitoreo» del que se encargan los expertos de la agencia, según documentos internos de la institución.

Otro de los efectos colaterales del brexit lo sufrirán los trabajadores británicos que representan a la UE en los comités científicos de pesca y de expertos. Todos ellos serán «reemplazados» por empleados comunitarios. El Consejo Asesor para el Mar del Norte (ICES) también trasladará su centro del Reino Unido a otro país de la UE, como parte de la lenta y continuada fuga de agencias y organismos que está sufriendo el país desde que presentó su solicitud de divorcio.

Lo que no oculta la Comisión es el tijeretazo que sufrirán con toda seguridad los fondos pesqueros con la marcha del Reino Unido, contribuyente neto.

La negociación será un juego de malabares en el que la flota de la UE se juega nada menos que la explotación de 100 stocks compartidos y desembarcos por valor de 585 millones, sin contar con el complejo entramado comercial de productos procesados. ¿Y Galicia? Los buques británico que pescan en aguas comunitarias o internacionales siguen teniendo las peores perspectivas, al igual que los que pescan en las Malvinas. Sin embargo, hasta 6.000 buques gallegos de bajura podrían tener problemas si no se llega a un pacto para fijar posibilidades de pesca con el Reino Unido para especies migratorias como la xarda.