Trump no consigue unir a la nación

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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CHIP SOMODEVILLA | AFP

Dosifica el populismo, se parapeta tras la economía y despierta el entusiasmo republicano, pero su llamada a la conciliación chocó con medidas muy divisivas

01 feb 2018 . Actualizado a las 07:13 h.

Si se juzga por los aplausos enfervorizados que le dedicaron, el primer discurso sobre el estado de la Unión de Donald Trump le ha permitido, al menos, asentarse entre los republicanos. Es muy dudoso en cambio que le proporcione réditos políticos fuera de su familia ideológica. Y eso que comenzó con tono disciplinado y optimista dirigiéndose a todos. «Este es nuestro nuevo momento estadounidense. Nunca antes ha habido un mejor tiempo para empezar a vivir el sueño americano», dijo.

Parapetado detrás de logros económicos y prometiendo una revolución en el terreno de las infraestructuras, Trump hizo un intento de dosificar su populismo y llamó a la unidad, aunque sus buenas intenciones se esfumaron en el momento en que detalló planes de acción que profundizan en la polarización de la sociedad. Aunque no faltaron las flagrantes mentiras y medias verdades para mostrar sus éxitos económicos y defender su reforma migratoria, Trump pronunció probablemente su discurso más hábil al utilizar las historias de héroes estadounidenses como hilo conductor del relato de sus políticas. Es así cómo se explican ratios de aprobación de hasta el 75 % por parte de los encuestados en los sondeos posteriores.

Habló menos en primera persona y dejó a un lado las quejas habituales que caracterizan su lenguaje. Medios como The Washington Post contabilizaron hasta 130 ocasiones en las que el magnate utilizó el «nosotros» frente a solo quince en las que dijo «yo». «Juntos estamos construyendo un EE.UU. más fuerte», clamó.

En buena parte de su alocución cedió el protagonismo a sus invitados, algo que le sirvió para aglutinar el aplauso de la cámara, aumentando por consiguiente su índice de aprobación popular. A lo largo de los 80 minutos de comparecencia fue interrumpido 117 veces por aplausos que se produjeron cuando Trump elogió a sus quince homenajeados sentados junto a la primera dama.

Las ovaciones también tuvieron lugar cuando se refirió a la aprobación de su reforma fiscal o a sus pequeñas victorias socavando la reforma sanitaria de Obama. Fue entonces cuando Trump entró de lleno a complacer tanto a su base incondicional como al aparato del Partido Republicano, que disfrutaron de anuncios tan conservadores como la firma de una orden ejecutiva para evaluar que la cárcel de la base militar de Guantánamo permanezca abierta. Una medida que, a pesar de no haberse concretado, fue suficiente para recordar a los suyos su mano dura contra el terrorismo.

Del mismo modo, Trump abordó la inmigración. Fue este uno de los momentos en el que el magnate boicoteó la unidad que él mismo había solicitado. «Los estadounidenses también son soñadores», espetó a la audiencia, enfureciendo a los demócratas que abogan por una vía para conceder la ciudadanía a los jóvenes indocumentados conocidos como dreamers. Es más, su comentario sirvió para que exlíderes del Ku Klux Klan lo compartiesen en las redes con orgullo. Fue así cómo el magnate demostró que aunque sepa «vestirse de presidente» de vez en cuando, sus políticas divisivas siempre acaban emergiendo y haciendo que sus invitaciones al bipartidismo sean en realidad propuestas vacías.

 Las principales mentiras

Inmigración. Trump dijo: «La lotería de visas es un programa que regala green cards al azar sin considerar habilidades, mérito o la seguridad de nuestra gente». Pero no es así, el programa no es tan aleatorio, se tiene en cuenta las habilidades, el mérito y la seguridad (como amplios controles de antecedentes penales).

Energía. «Hemos terminado la guerra contra la energía estadounidense». La producción de energía se desencadenó en Gobiernos anteriores, particularmente en el de Obama, lo que hace que las acusaciones de una guerra sean difíciles de sostener. Al igual que su frase de «que ahora estamos orgullosos de exportar energía al mundo».

Salarios. «Después de años y años de estancamiento de los salarios, finalmente estamos viendo un aumento en los salario». No es cierto, el salario promedio aumentó un 2,5 % en el 2017, ligeramente más lento que el aumento del 2,9 % registrado bajo el mandato de Obama en el 2016.

Repatriación de empresas. «Chrysler está trasladando una planta importante de México a Míchigan». La empresa moverá la producción de camionetas Ram a Míchigan en el 2020, pero no cerrará la planta de México.

Sanidad. «Rechazamos el núcleo del desastroso Obamacare: el mandato individual ya no existe». El Obamacare no se ha acabado, lo hará en el 2019. Las personas que no tienen seguro este año todavía están sujetas a multas. El Congreso derogó el impopular requisito de que la mayoría de los estadounidenses tenga seguro o se arriesgue a una multa fiscal, pero eso entrará en vigor el 2019.

Terrorismo. «Me comprometí en extinguir al Estado Islámico de la faz de la tierra». La lucha contra el EI comenzó en el mandato de Obama y Trump solo siguió su estrategia.

Un nieto de Bobby Kennedy hace suya la causa de los «dreamers», en español

BRIAN SNYDER | Reuters

Con un liderazgo y un mensaje todavía por definir tras la dura derrota de Hillary Clinton en las presidenciales en el 2016, el Partido Demócrata apostó todas sus cartas a un reputado apellido para dar la réplica al discurso de Trump. Joseph Kennedy, el nieto del que fuera fiscal general Bobby Kennedy, fue el elegido y no defraudó con su forma contundente y empática de oponerse a la política del presidente. Ningún «matón» ha doblegado «la fuerza y el espíritu» del pueblo estadounidense, sentenció.

Uno de los momentos más aplaudidos fue cuando el congresista de 37 años se dirigió a los dreamers en español: «Son parte de nuestra historia. Vamos a luchar por ustedes y no los vamos a abandonar». En el hemiciclo, los demócratas lucieron en las solapas adhesivos de mariposas en solidaridad con los inmigrantes. El sobrino nieto del presidente JFK se esforzó en deshacer la retórica de división que en su opinión defiende Trump: «Están convirtiendo la vida en EE.UU. en un juego de suma cero, en el que, para que uno gane, el otro tiene que perder».

Ante las cifras trumpianas, aseguró que los récords de la bolsa durante el mandato del neoyorquino efectivamente han impulsado las inversiones y los beneficios corporativos, pero en ningún caso ha aliviado las preocupaciones de las familias de clase media. El congresista por Massachusetts lanzó su replica desde un instituto de formación profesional en Fall River, un pueblo cercano a Boston cuya población ha sufrido los efectos de la desindustrialización. Supo compensar las quejas recibidas por su designación, mencionando el movimiento contra el abuso sexual MeToo y declarando que «las vidas de los negros importan».