La UE se balcaniza tras la fachada de unidad que esgrime por el «brexit»

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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FRANCOIS LENOIR | Reuters

La nueva financiación y los refugiados hacen saltar chispas entre los Veintisiete

24 feb 2018 . Actualizado a las 08:38 h.

Una cortina de humo. El divorcio británico se convirtió este viernes en el bastidor perfecto para los líderes europeos. Los Veintisiete trataron de esconder sus desavenencias tras el brexit. «Me temo que la postura actual del Reino Unido está basada en ilusiones», deslizó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en referencia a los continuos bandazos del Gobierno de Theresa May. El polaco esquivó, sin embargo, las cuestiones más peliagudas. La más importante: ¿Qué será de la UE cuando se consume el divorcio?

Detrás de la fachada de unidad que demuestran las capitales para plantar cara a Londres en las negociaciones, lo cierto es que el portazo británico amenaza con resquebrajar al bloque, que este viernes mostró nuevos síntomas de fragilidad y balcanización. El cuadro clínico de la UE muestra el pulso débil de la canciller Angela Merkel, incapaz de alinear a sus otrora socios incondicionales. El presidente francés, Emmanuel Macron, aspira a ocupar la cota de influencia que está perdiendo la germana, una vía para equilibrar fuerzas y ajustar cuentas entre París y Berlín.

Holanda y Austria, siempre a la sombra de Alemania, ahora bailan a su propio compás conscientes de que los antiguos líderes europeos están amortizados. Italia tiene su propio bucle, con el retorno de Silvio Berlusconi a la primera línea y la lucha sin tregua de euroescépticos y ultraderecha en los sondeos pone en cuestión la gobernabilidad de la cuarta potencia del euro. El estado de derecho tampoco goza de buena salud. Polonia insiste en desafiar y sacar músculo ante Bruselas, incapaz de arbitrar.

Las grietas asomaron por el lado de la financiación. El brexit dejará un agujero de unos 90.000 millones de euros en los presupuestos comunitarios del 2021-2017, a los que habrá que sumar el sobrecoste de 100.000 millones que acarrearán las nuevas prioridades de la UE (seguridad, defensa, Erasmus Plus, cambio climático e innovación). El presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, fue claro. «Si queremos tener un presupuesto en el futuro orientado a la UE, los países tienen que estar dispuestos a pagar más», insistió al inicio de la reunión.

Entre 14 y 15 gobiernos se comprometerían a poner más dinero sobre la mesa. España, Italia, Francia, Portugal y algunos centroeuropeos y del este quieren seguir sosteniendo la Política Agraria Comunitaria (PAC) y los fondos de cohesión. «Son muy importantes para España. Juegan un papel fundamental para promover la convergencia y el desarrollo de las regiones», defendió este viernes el presidente español, Mariano Rajoy. Pero hay un nutrido grupo de países que quieren cerrar el grifo a toda costa aprovechando la salida británica. «Pueden estar seguros de que haré todo lo que esté en mi mano para evitarlo (un aumento del presupuesto)», zanjó el holandés, Mark Rutte. En la misma línea se expresaron los líderes de Dinamarca, Suecia y Austria que, además, exigen vincular el desembolso de fondos al cumplimiento de ciertas condiciones como el respeto al Estado de derecho o la acogida de refugiados.

«Sería un error. Provocaría una crisis política con consecuencias para la unidad de la UE», advirtió el responsable polaco para asuntos europeos, Konrad Szymanski. Pero en esta contienda, los aliados cambian. Macron y Merkel quieren ligar los fondos a las cuotas de refugiados que los centroeuropeos rechazan. «Hay que terminar con la hipocresía de que la solidaridad es incondicional», sostuvo el francés. El presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, apoya la estrategia, que amenaza con sembrar la discordia en unas negociaciones que pondrán a prueba la resistencia de la UE: «La condicionalidad se debe aplicar cuando un país decide no respetar las normas», deslizó.

Bruselas dobla los fondos para seguridad en el Sahel

«Seguridad y desarrollo tienen que ir mano a mano», defendió el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tras anunciar que la UE doblará los fondos destinados a las fuerzas de seguridad conjuntas en el Sahel. Bruselas y los Veintiocho invertirán un total de 176 millones de euros para garantizar que los países de la región controlan los flujos migratorios irregulares y el trasiego de mafias y grupos terroristas en sus territorios. Hay un batallón de 5.000 efectivos esperando a ser desplegados en Chad, Mali, Mauritania, Níger y Burkina Faso (G5) para vigilar y proteger los más de 28.000 kilómetros de fronteras que delimitan la región. «No es caridad. La paz también se hace con el control del terrorismo por parte del Estado», explicó la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, quien confirmó que el centro de coordinación europeo ya está listo para canalizar la ayuda financiera.

El volumen de fondos parece no satisfacer al G5. La comunidad internacional solo ha conseguido movilizar 414 millones de euros para poner en marcha este ejército. «La principal preocupación es encontrar una financiación que perdure. Las necesidades de esta fuerza mixta son de 423 millones el primer año para movilizarla y 115 millones para mantenerla cada año», indicó el presidente nigeriano, Issoufou Mahamadou, quien pidió a la ONU licencia para permitir que el batallón intervenga en cualquier punto del Sahel.

También apuntó a Libia como principal foco de inestabilidad en la región: «Mientras no apaguemos la caldera libia será muy difícil estabilizar y garantizar la seguridad en el Sahel». La situación en el país norteafricano sigue fuera de control. Los combatientes han abandonado el norte de Mali hacia Libia y están recibiendo refuerzos de hombres y armas para alimentar las redes terroristas en la región, denunció este viernes el representante de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, quien pidió a la UE «una solución rápida» para el país.

Los esfuerzos de España se concentran ahora mismo en la misión de entrenamiento de las tropas en Mali, el paradigma del caos en el Sahel. A la amenaza de los yihadistas en el territorio se suma el trasiego de migrantes huyendo de la pobreza, de los conflictos y los efectos del cambio climático. La ayuda a la cooperación es otra pata indispensable de la estrategia para África. «España aportará en su nuevo plan de cooperación más de 100 millones de euros para conseguir que salgan de la pobreza», anunció este viernes el presidente español, Mariano Rajoy.