Juan Pablo Escobar: «De mi padre, solo heredé la papada»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

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Marcos Míguez

El hijo del traficante lo recuerda como un hombre que «fuera de casa no amaba al prójimo, pero dentro era todo lo contrario»

02 mar 2018 . Actualizado a las 07:27 h.

Nunca vivió engañado. Cuando Juan Pablo Escobar (Medellín, 1977) tenía 7 años, su padre lo sentó en sus rodillas y le dijo: «Mira hijo, soy un bandido, asúmelo». Aquel niño recorre hoy el mundo pidiendo perdón por los «crímenes y atrocidades» de Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante más sanguinario de todos los tiempos. Un criminal fuera de casa, un Bambi en el hogar.

-¿A quién se parece usted, a su padre o a su madre?

-De mi padre solo heredé la papada (ríe). Pero no sus crímenes. Heredé un poco de los dos. Lo más positivo de ambos. En cuanto a lo negativo, aunque también eso se puede heredar, tuve la capacidad de apartarlo y reconocerlo.

-¿Era buen padre?

-Para mí, en el plano personal y familiar, era el mejor. Pese a que no practicara el amor al prójimo fuera de casa, en el hogar era todo lo contrario.

-Usted, con 16 años, cuando muere Pablo Escobar, le dijo a toda Colombia: «yo solo los voy a matar a todos». ¿Se arrepiente?

-Por supuesto. Era un niño a quien habían matado a su padre. En aquel instante reacciono de manera violenta y mis palabras tomaron otra dimensión. Aquellas amenazas de un niño duraron apenas 5 segundos, pero se transformaron en 25 años de exilio.

-¿Qué ocurrió para que pasara de clamar venganza por la muerte de su padre a pedir perdón por sus atrocidades?

-El amor a mi familia. Tras su final, vivimos escondidos para evitar la muerte durante muchos años y he elegido asumir la responsabilidad moral por los actos criminales de mi padre, y eso involucra salir a la luz y decir lo que sientes y aprendiste, compartirlo. Me hubiese podido quedar en el sofá, sin asomar la cabeza, lo que supondría menos riesgos para mi vida. Pero sería egoísta no contar lo que fue vivir con Pablo Escobar, como hijo y hombre. Esta historia de mi padre puede ser utilizada para poner fin al legado de violencia y pérdida de valores humanos de aquella Colombia.

-¿Cómo le reciben las víctimas de su padre cuando les pide perdón?

-Un 100 % de éxito en el acercamiento. Claro que nunca hay una manera correcta de pedir perdón a quienes sufrieron su cruel violencia. No trato de borrar cicatrices, pero sí sanar las heridas. Hablé con amigos y con enemigos, como el jefe paramilitar Ramón Isaza. Mi padre cometió 12 atentados contra él y mató a uno de sus hijos. El encuentro fue fructífero. Si ese hombre me hubiese tenido enfrente hace 25 años, hubiese salido muerto.

-¿Qué quería su padre que fuese usted de mayor?

-Nunca me hubiese atrevido a repetir su historia. El siempre me decía que no siguiese sus pasos, que estudiara. Tienes que aprovechar las oportunidades que puedo pagarte, y ser otra persona distinta a mí, me aconsejaba. El me quería y no deseaba por nada del mundo que llevase una vida como la suya.

-¿Conoce a Sito Miñanco, que tanto trabajó con Pablo Escobar?

-Sí, algo he leído. Pero no tengo recuerdos de él.

-¿Conocía las conexiones entre el cartel de Medellín y los narcos gallegos?

-Sí.

-¿Anima a los hijos de estos a seguir sus pasos y pedir perdón?

-Claro. ¿Alguno lo hizo?

-Que se sepa, no.

«Siempre me decía que la droga se vende, no se consume»

Juan Pablo Escobar será hoy en A Coruña, en Palexco, uno de los ponentes del IX Congreso «Lo que de verdad importa», organizado por la Fundación María José Jove. Junto a él estarán el joven empresario Jaime Garrastazu y Nando Parrado, uno de los sobrevivientes del accidente aéreo de los Andes en 1972.

-Fue usted en los ochenta el niño más rico del mundo. ¿Echa de menos ser millonario?

-El dinero solo sirve para conseguir las cosas menos importantes de la vida. Un abrazo no lo puedes comprar, ni la salud. Teníamos mucho dinero, mucho poder, pero cada vez vivíamos peor. Mi padre, cuando huía, dormía en casas con suelo de tierra y sin ventanas. Nosotros llegamos a aguantar hambre con una maleta en la mano con 5 millones de dólares. Pero no podíamos salir a la tienda a comprar un trozo de pan. Si eso es ser narco, yo no quiero serlo.

-¿De verdad que su padre no les dejó una gran fortuna?

-No. Cuando me pregunté dónde estaba aquella plata, aquellos millones y millones que entraban todos los días, descubrí que la guerra contra el Estado le costó muchísimo dinero. A final de sus días se lo gastó todo en corrupción, violencia y en dañar a otros.

-¿Se drogó alguna vez?

-Sí, con 28 años. Marihuana.

-¿Su padre le hablaba de droga?

-Sí. Un día me dijo que si quería probar la droga, que lo hiciera con él, y que valiente es aquel que no la prueba. Y eso no lo olvido. Siempre me decía que la droga se vende, no se consume.

-¿Legalización o prohibición?

-En un mundo en que tarda menos una droga que una pizza, soy mas amigo de la palabra regularizar. Nunca el prohibicionismo consiguió nada.