La Guardia Civil investiga si la detenida por la muerte de Gabriel actuó sola

La Voz / Agencias

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Carlos Barba | Efe

La aparición de una camiseta y sus contradicciones la convirtieron en única sospechosa

12 mar 2018 . Actualizado a las 10:34 h.

La aparición del cadáver del pequeño Gabriel Cruz convertía ayer al mediodía la tensión y la angustia en una ola de dolor que recorrió toda España. Trece días después de su desaparición en La Hortichuelas, en la localidad almeriense de Níjar, los restos del pequeño eran hallados por la Guardia Civil enrollados en una manta en el maletero del coche que conducía la pareja sentimental del padre, Ana Julia Quezada,arrestada en ese preciso momento en las calles de Vícar por efectivos de paisano. La mujer, de nacionalidad dominicana, había caído en una trampa cuyo cebo había sido puesto durante un el viernes, después de que la benemérita pidiera su comparecencia ante los investigadores para realizarle unas preguntas. Mientras al pequeño se le está realizando la autopsia, se investiga ahora también si pudieron actuar cómplices después de que durante días no se descartase la hipótesis del secuestro.

La Guardia Civil la llevaba siguiendo desde ese momento, y la interceptaba a las puertas de la vivienda en la que residía en La Puebla de Vícar, a unos 75 kilómetros del lugar de la desaparición. Se disponía a entrar en el garaje. Uno de los agentes le pidió que abriese el maletero, otro de ellos abrió la manta y encontró el cuerpo del pequeño cubierto de barro. Según testigos del momento, varios de los policías, se echaron a llorar y se abrazaron. La detenida reaccionó negando: «No sé quién ha metido eso en el maletero», aseguran los mismos testigos que replicó.

Ana Julia Quezada podría haber efectuado la operación de traslado del cuerpo por miedo a que fuera encontrado en alguna de las constantes batidas que se han estado haciendo en un radio de hasta 12 kilómetros del punto en el que se le pierde la pista y en las que han participado hasta 400 personas por jornada. En ese momento, se desató el operativo para arrestarla, en el que tomaron parte decenas de agentes.

Quezada se había convertido en la principal sospechosa después de que el otro sospechoso, el acosador de la madre, presentase una coartada creíble. Pero fue el supuesto hallazgo por la mujer de la camiseta del pequeño en el barranco de Las Agüillas el hecho que definitivamente fijó la atención de la benemérita en la presunta autora del crimen. La zona ya había sido rastreada antes, la camiseta blanca no estaba en el inventario de la investigación y además aparecía sin muestras de haber sido afectada por la intemperie

Los agentes de la benemérita ya habían interrogado a Ana Julia Quezada en varias ocasiones en busca de incoherencias en sus declaraciones. Después de ponerle en anzuelo en una de ellas, se le hacía un seguimiento exhaustivo a la espera de que hiciese algo como lo que finalmente hizo: los agentes habrían sido testigos del momento en el que extrajo el cadáver de un pozo situado en una finca en el Valle de Rodalquilar, a unos seis kilómetros del lugar donde se echó en falta al pequeño.