Las reclusas de El Acebuche recibieron a Ana Julia Quezada con pececitos

La Voz / Agencias

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Carlos Barba | EFE

La autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz se encuentra apartada del resto de presas del módulo de mujeres y está tomando ansiolíticos. Su primera llamada fue a su madre para pedirle dinero

20 mar 2018 . Actualizado a las 12:12 h.

Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, fue recibida por las otras presas de El Acebuche, Almería, con «pececitos», según informa Telecinco, en recuerdo al pequeño de ocho años y a la campaña que iniciaron sus padres durante su búsqueda. 

En la prisión, con 900 internos, se encuentra apartada del resto de presas del módulo de mujeres, en régimen de aislamiento por seguridad. Tan solo tiene contacto con una reclusa que la acompaña 24 horas para evitar que se autolesione, dentro del protocolo de prevención de suicidios. Ana Julia Quezada está tomando además ansiolíticos y antidepresivos. 

Su primera llamada desde la cárcel almeriense fue a su madre, para pedirle dinero, reveló ayer La Sexta.  

«Menos angustiada»

El abogado de Ana Julia Quezada señaló ayer que este sábado la visitó en el centro penitenciario, donde la vio «menos angustiada de lo que estaba con este trance». «Básicamente fue una visita dentro del apoyo humanitario que siempre estamos obligados a prestar a los detenidos ingresados en prisión», ha concretado, apuntando que también lo hizo con otros clientes que se encuentran en esta cárcel.

Ha señalado que ni él ni su compañera letrada, Beatriz Gámez, han solicitado medidas de prevención para evitar un suicidio, sino que es algo que «hace la prisión por iniciativa propia» y ha añadido que Ana Julia toma ahora «ansiolíticos y antidepresivos».

También ha confirmado que se encuentra apartada del resto de presas del módulo de mujeres y con una interna de confianza «para que no haga una locura».

En este sentido, ha expresado su «plena confianza» en la «profesionalidad de todas las autoridades y funcionarios de la prisión para garantizar su seguridad», aunque reconoce que un régimen de aislamiento es siempre «duro».