Una apuesta arriesgada que marcará el futuro de la legislatura y el de Rajoy

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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El presidente confía en lograr el apoyo del PNV porque cree que los secesionistas no se arriesgarán a ir a nuevas elecciones

04 abr 2018 . Actualizado a las 07:48 h.

Mariano Rajoy lleva en la cuerda floja desde que perdió la mayoría absoluta. Sobrevivió en el 2016 porque, siendo previsor, en octubre del 2015, solo dos meses antes de las generales, se empeñó en aprobar los Presupuestos del siguiente año. En el 2017 gobernó con los del 2016 prorrogados hasta que en julio articuló una ajustadísima mayoría, tras pagar a precio de oro los cinco votos del PNV, y aprobó las cuentas de ese año. Sumar el voto de los nacionalistas al de Ciudadanos, antinacionalista por antonomasia, y aprobar a la vez una fuerte mejora del Cupo vasco, fue un ejercicio de malabarismo parlamentario del que logró salir vivo.

Pero presentar ahora los Presupuestos del 2018 es su apuesta más arriesgada desde que es presidente. Y lo es porque su aprobación depende de circunstancias ajenas a su control. Los cinco votos del PNV vuelven a ser imprescindibles. En circunstancias normales estarían asegurados, entre otras cosas porque estos Presupuestos son otro premio gordo para el País Vasco, con un 33 % más de inversión -que se suma al cuponazo del 2017- frente a, por ejemplo, el 1,2 % de subida para Galicia. Pero la negativa de los nacionalistas vascos a negociar siquiera mientras el artículo 155 de la Constitución siga vigente en Cataluña implica, paradójicamente, que la posibilidad de que España tenga nuevas cuentas depende de que los independentistas decidan formar un Gobierno viable.

Una compleja partida política

El encarcelamiento de Carles Puigdemont en Alemania no juega a favor de esa posibilidad. Con lo que, nueva paradoja, que España tenga o no Presupuestos puede acabar dependiendo de que un juez alemán decida pronto si extradita o no a Puigdemont, porque si apura el plazo de 60 días esa decisión llegaría con unas nuevas elecciones ya convocadas en Cataluña, al superarse el tope de dos meses para formar Gobierno desde la fallida investidura de Jordi Turull, que concluye el 22 de mayo, lo que implica que el 155 seguiría vigente al menos hasta julio.

El líder del PP ha convertido las cuentas en una herramienta de presión a sus rivales Sabedor de la dificultad extrema de aprobar estos Presupuestos, y de las consecuencias políticas que tendría para él y para su partido una derrota, Rajoy los ha convertido en una herramienta para presionar a sus rivales políticos. De momento, ha forzado a Ciudadanos a prestarle su apoyo en un momento en el que los de Albert Rivera pretendían marcar distancias con el Gobierno. E, incluyendo en los Presupuestos la anunciada subida de las pensiones, por encima de lo previsto, sitúa la posibilidad de que esa mejora no se materialice sobre las espaldas del PSOE, que en ningún caso va a facilitar la aprobación de las cuentas públicas, pero también sobre las del PNV, ya que las protestas de los jubilados son especialmente fuertes en el País Vasco, aunque lo cierto es que esas subidas se podrían aprobar luego por decreto si no hay acuerdo.

Los socialistas devolvieron ayer la moneda de la presión política a Rajoy y le instaron a asumir responsabilidades, si no logra aprobar los Presupuestos, sometiéndose a una moción de confianza o convocando nuevas elecciones. Albert Rivera trató de escapar de ese posible fracaso, distanciándose de la estrategia del Gobierno y poniendo el foco sobre los socialistas. «Nunca he contado con el PNV y lo que me sorprende es que Rajoy confíe en los nacionalistas. Yo nunca he confiado en ellos y por eso no me decepcionan», afirmó ayer el líder de Ciudadanos. Y el PNV no se movió de su negativa a hablar con el 155 vigente, pese a la enorme zanahoria con la que ayer le tentó el ministro Montoro.

Frente a ese abismo, y frente al pánico en las propias filas del PP, la idea de Rajoy es que los independentistas catalanes no se van a arriesgar a repetir las elecciones y formarán Gobierno in extremis. Eso desbloquearía el apoyo del PNV y le permitiría aprobar los Presupuestos, lo que le garantizaría agotar prácticamente la legislatura y convocar elecciones en el 2020 aunque fuera imposible aprobar unas cuentas para el 2019, año de elecciones autonómicas y municipales.

De que ese cuento de la lechera acabe bien depende el futuro de la legislatura. Y, probablemente, el de Rajoy.