Lula pone fin a su resistencia a ir a prisión y se entrega a la policía

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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El expresidente cedió tras defender su inocencia ante miles de simpatizantes

08 abr 2018 . Actualizado a las 09:27 h.

El expresidente brasileño Luiz Inácio da Silva, tras dos días de resistencia en el sindicato desde el que llegó a la política, se entregó durante tarde del sábado para comenzar a cumplir los doce años de cárcel que le impuso la Justicia por corrupción. «Cometí un delito», que fue «llevar los pobres a la universidad, permitir que compren coches, que tengan comida» y «si es así, seré un criminal el resto de mi vida», dijo Lula en un discurso cargado de emoción que fue una despedida de los miles de simpatizantes que, desde el jueves, rodearon el sindicato en el que se había atrincherado.

Hubo complejas negociaciones para su entrega con la policía, que se vio incapaz de hacer cumplir el mandato del juez en un local que estaba rodeado por miles de incondicionales de Lula, pues temía que hubiera enfrentamientos.

Sebastiao Moreira | Efe

La última excusa para postergar su encarcelamiento fue una misa que se celebró este sábado en el sindicato en memoria de su fallecida esposa, que habría cumplido 68 años. Allí Lula rompió su encierro y pareció surgir el líder sindical de puño alzado y verbo encendido de años atrás, que atacó a la «élite», a la prensa y a «jueces al servicio los poderosos», a los que acusó de llevarle tras las rejas para evitar que vuelva a gobernar. «No les perdono que hayan sembrado la idea de que soy corrupto», declaró.

Aseguró que no se siente «por encima de la justicia», y apuntó que «si no creyera en la justicia no hubiera fundado un partido, habría hecho una revolución».

La entrega se demoró varias horas y casi fue impedida por decenas de militantes que bloquearon los portones y no dejaron salir su automóvil. Tras tensas negociaciones, Lula salió caminando en medio un enorme tumulto, subió a un automóvil y partió, seguido de inmediato por un convoy de la Policía Federal.

La Policía Federal tuvo que dispersar con gases lacrimógenos a partidarios de Lula que protestaban en la puerta de la institución en el momento del aterrizaje del helicóptero en el que el expresidente fue trasladado hasta la prisión. Los detractores del dirigente, por su parte, festejaron intensamente su encarcelamiento con pitos, cacerolazos y fuegos artificiales.

Una celda especial

El líder del Partido de los Trabajadores ingresó en la sede de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba, donde será recluido para empezar a cumplir su pena de doce de prisión por corrupción y lavado de dinero. Lula llegó a Curitiba en avión procedente de Sao Paulo. 

Lula cumplirá su prisión en una sala «especial» de unos 15 metros cuadrados y en cuyo interior hay una cama, una mesa con sillas, un baño privado y una ventana que da al patio interior de la sede policial. Esta sala está aislada de la veintena de reclusos que están internados en la sede policial, siete de ellos por el caso de corrupción en Petrobras, por el que fue condenado Lula.

El exjefe de Estado (2003-2010) se encontrará, entre otros, con Renato Duque, exdirectivo de Petrobras, y Leo Pinheiro, expresidente de OAS, la constructora que dijo haberle cedido un lujoso apartamento en el litoral paulista a cambio de contratos con la petrolera y que motivó su condena.

También estará a pocos metros de la celda donde se encuentra el exministro Antonio Palocci, uno de sus principales correligionarios que pasó de defender a Lula a acusarle de firmar un «pacto de sangre» con la constructora Odebrecht, también implicada en la trama, que incluía «un paquete de sobornos» para el PT.

En caso de que sean rechazadas las futuras apelaciones, el tornero que se transformó en presidente estará durante al menos dos años en prisión en régimen cerrado.