La diáspora se organiza para retener a Easyjet

Susana D. Machargo REDACCIÓN

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Un grupo de pasajeros consulta los vuelos en el Aeropuerto de Asturias.Un grupo de pasajeros consulta los vuelos en el Aeropuerto de Asturias
Un grupo de pasajeros consulta los vuelos en el Aeropuerto de Asturias

Un grupo de asturianos contacta directamente con la compañía para tratar de conservar los vuelos con Londres. La ruta se ha convertido en un cordón umbilical con el Principado

23 abr 2018 . Actualizado a las 12:26 h.

Son profesionales de éxito que en muchos casos se han visto obligados a emigrar por la escasez de oportunidades en Asturias. Llevan años asentados en el Reino Unido, tienen contactos a todos los niveles y creen que ha llegado el momento de utilizarlos. La diáspora asturiana se está organizando para tratar de retener a Easyjet, porque consideran que su conexión con el aeropuerto de Stansted es, en cierta, manera un cordón umbilical que les mantiene unidos a su tierra. El cabreo inicial con el que recibieron la noticia de que la compañía low cost paralizaba la ruta ha dado paso a una labor más organizada. Trabajan en red, con una especie de plataforma. Han contactado con la propia aerolínea, han abierto una campaña de recogida de firmas en Change.org, han escrito artículos para medios asturianos y también para medios dirigidos a la emigración. No se cansan de constar sus historias personales para demostrar que su petición no es un capricho. Existe una base amplia de usuarios que para explicar capítulos importantes de su vida tienen que, necesariamente, hablar de aviones.

Una de las cabecillas de este movimiento es Ezequiela Rodríguez, que ya publicó una carta con su historia en LA VOZ. «Los afectados por la cancelación de los vuelos de Easyjet somos más cada día, así que hemos creado una plataforma con el fin de seguir presionando el Gobierno regional», explica. Esta asturiana señala que no solo afecta a la emigración, sino a multitud de sectores desde la economía y el turismo, al mundo de la logística o a la educación. «Los colegios, academias o institutos que realizan intercambios también están preocupados por todos los costes extra que tendrán y que deberán repercutir en los padres», argumenta. Para no hablar sin conocimiento de causa, ya están contactando con docentes, asociaciones padres y academias para tratar de ofrecer cifras sobre el número de alumnos afectados.

Ezequiela Rodríguez es una de las integrantes de la plataforma que más insiste en que es necesario contar sus historias para conseguir el apoyo social. Quiere que el resto de los asturianos sepan por qué necesitan una línea low cost con Londres para que toda la sociedad asturiana presiones al Gobierno del Principado. «En mi caso he sufrido dos experiencias bastante difíciles en las que tener un vuelo me ayudó mucho. Una fue cuando después d eun parto complicado nació mi hija y estuvo varias semanas en la UCI. La segunda cuando me sometí a una operación y regresé a casa a recuperarme cuidando de un bebé de un año que ya andaba. Prefiero no imaginarme cómo hubiera sido todo si mis padres no hubieran podido volar en cuestión de horas para ayudarme o si hubieran tenido que pagar cifras astronómicas para desplazarse con tanta celeridad», resume.

Debra Fonalleras es médico especialista en Digestivo en el Royal London Hospital. Estudió medicina en Oviedo. Se formó como especialista en el HUCA y terminó en 2005. Como no veía ningún futuro prometedor en su disciplina, emigró en 2006. Está casada con un inglés y tienes unos niños angloasturianos, «a los que les encanta la fabada, los bollinos preñaos y la playa de San Lorenzo». Su madre usa regularmente el vuelo de Easyjet para cuidar a sus nietos en vacacioens escolares o cuando surgen imprevistos. La ruta ha sido siempre «un chaleco salvavidas». También fue reconfortante tener esta conexión cuando su padres se puso enfermo. «Mi familia y yo usamos este vuelo al año infinidad de veces, Mis niños y yo visitamos Asturias, al menos, cuatro veces al año pero mi madre viene de media una vez al mes. Mi madres es pensionista y, por supuesto, no podría permitirse tantos vuelos a un precios astronómico que provablemente Iberia ofrecerá, como sucedió cuando obtuvieron el monopolio de los vuelos a Madrid», explica.

Ambas apuntan un dato que consideran importante: la elevada ocupación de los vuelos que han percibido cuando viajan. No se trata solo de épocas señaladas, en lo que es más sencillo venderlo todo. Se refieren a todo el año. «Siempre tienen un 100% de ocupación. No importa si es verano, invierno, fines de semana o diario... Siempre van a tope», afirma Debra Fonalleras con rotundidad. No es un asunto menor.  «Ya he estado buscando vuelos directos en Navidad y no he encontrado ninguno. El contrato con Iberia y Vueling termina en octubre y algo tendrá que ver. Estamos muy preocupados ante la perspectiva de no poder volver a casa», insiste. «El tema de los precios en Navida es super importante para nosotros. Incluso evitando las fechas en torno a la Nochebuena, que son las más caras, y yendo a casa por para Nochevieja, los vuelos que ofrece Iberia son hipercaros», tercia Ezequiela Rodríguez. 

Las hermanas Albuerne, Alejandra y Carolina, viven en Reino Unido. Así que en su caso el problema aterriza por partida doble. Alejandra es profesora en el University College London. En su caso, ha sufrido en carne propia la experiencia de no tener una conexión directa con Londres, ya que su primera etapa en el Reino Unido se remonta al año 1999. Entre 1999 y 2004, estudio la carrera en la Universidad de Cambridge, con la ayuda de una beca concedida por la propia universidad. «Para poder permitirme los viajes mi padre me llevaba a Bilbao, precisamente para coger el vuelo de Easyjet. Primero era Go, pero luego la compró Easyjet», explica. Su padre iba y venía en el día. Seis horas al volante en el mismo día. Su segunda experiencia , en la que aún sigue inmersa, comenzó en 2010. Se fue a hacer el doctorado a la Universidad de Oxford con otra beca. «Para entonces ya había conexión directa y mi padre, con 10 años más que en la primera aventura, y ya cerca de la jubilación, no tivo que conducir largas distancias para poder verme», explica. Ahora da clases. Su única hermana vive también en Inglatera desde el 2001. Toda la familia intenta juntarse cada dos o tres meses, ya sea en Londres o en el Principado. El cambio en las conexiones va a afectar a su vida.