El Tribunal Constitucional portugués anula la ley de vientres de alquiler

EFE

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UESLEI MARCELINO | Reuters

No tendrá efecto sobre los procesos de gestación subrogada ya autorizados

24 abr 2018 . Actualizado a las 21:22 h.

El Tribunal Constitucional (TC) de Portugal decidió este martes anular varios puntos de la norma que legaliza el uso de vientres de alquiler a las mujeres estériles, en vigor desde agosto de 2017, al considerar que violan principios y derechos constitucionales.

El TC explicó en un comunicado que aunque la ley en sí misma «no viola la dignidad de la gestante ni del bebé nacido en consecuencia del procedimiento, ni el deber del Estado de protección de la infancia», hay puntos que violan «principios y derechos fundamentales consagrados en la Constitución».

A pesar de esta anulación, los jueces del tribunal decidieron que no tendrá efecto sobre los procesos de gestación subrogada ya autorizados por el Consejo Nacional de Procreación Médicamente Asistida.

Entre los puntos censurados, el TC critica que no exista la posibilidad de que la gestante se arrepienta, lo que impide «el ejercicio pleno de su derecho fundamental al desarrollo de la personalidad».

También apuntó a la «excesiva indeterminación» de la ley en los límites que se imponen a las partes del contrato, lo que en la práctica supone que se pueden realizar negociaciones sobre las condiciones del embarazo que podrían ser excesivas.

El anonimato de los donantes de óvulos o espermatozoides y de la gestante para el futuro bebé también fue censurado por el TC, que consideró que impone «una restricción innecesaria a los derechos de identidad personal y al desarrollo de la personalidad» de las personas nacidas por gestación subrogada.

Tras su entrada en vigor, la ley fue remitida al TC por los partidos conservadores lusos, el PSD (centro-derecha) y el democristiano CDS.

La norma permitía el acceso a los vientres de alquiler a las mujeres con problemas de fertilidad que hayan nacido sin útero o tengan alguna lesión que les impida quedarse embarazadas y limitaba al «mínimo indispensable» el contacto del futuro bebé con la madre gestante, que no podría recibir ningún pago.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, vetó en un primer momento la norma y acabó promulgando una segunda versión aprobada por el Parlamento que subsanaba los fallos apuntados por el jefe del Estado.