«Esto no se acaba hasta que Ortega se vaya», gritan los nicaragüenses

HÉCTOR ESTEPA MANAGUA / E. LA VOZ

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RODRIGO ARANGUA

La policía empezó ayer a liberar a los manifestantes detenidos en las protestas

25 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las barricadas aún estaban presentes ayer en las calles de Managua, epicentro de las protestas iniciadas el pasado miércoles contra el presidente, Daniel Ortega, por la polémica reforma de la Seguridad Social que pretendía imponer y que han dejado una treintena de muertos en el país centroamericano.

En una de las rotondas de la extraña urbe, que pareciera escondida bajo un mar de árboles, podía verse derruido un «árbol de la vida», una escultura gigante de hojalata que costó alrededor de 30.000 dólares la unidad y considerado como un símbolo del Gobierno, que los manifestantes habían destruido en una de las protestas.

Daniel Ortega dio el pasado domingo marcha atrás a las modificaciones de las pensiones, pero los nicaragüenses se resisten a dejar las calles porque no se acaban de fiar del antiguo guerrillero y de sus maniobras.

Anteayer se produjo una de las marchas más multitudinarias que se recuerdan en el país en las últimas décadas desde el triunfo de la revolución sandinista. Miles de personas se lanzaron a las calles de las principales ciudades del país para pedir la renuncia de Daniel Ortega. La marcha fue, esta vez, pacífica, al contrario que en días anteriores. «Esto ha sido una insurrección en toda regla, con intento de tomas de las estaciones policiales. Nos demuestra que hay problemas graves dentro de los estratos sociales que se deben tomar en cuenta en este momento», dice Carlos Pérez, un politólogo que está del lado de los jóvenes que se manifiestan en las calles de una Managua que refleja a la perfección la crisis que vive todo el país.

«El grave error que comete Ortega es excederse en la represión. Esto pasó de una protesta pacífica contra las reformas a la seguridad social a un estallido más amplio provocado por los problemas que se venían acumulando mucho tiempo más», añade el experto en política nicaragüense. 

Peleas en los campus

La tensión alcanza todos los rincones. Decenas de jóvenes enmascarados, y armados con morteros de fabricación casera, custodiaban ayer la puerta de la Universidad Politécnica (Upoli), epicentro de las protestas en la capital. En la entrada, un altar con las imágenes de los universitarios fallecidos, y varios jóvenes con escudos y morteros de fabricación casera.

«Esto no se acaba hasta que Ortega se vaya. Han matado a nuestros amigos y no nos vamos a ir de aquí», dice Majestad, el alias de uno de los jóvenes que protestan en la universidad.

La Policía, por otro lado, anunció ayer que comenzó a liberar a los jóvenes detenidos en las protestas. Los universitarios denunciaron en la prensa local. Nicaragua se sume ahora en la incertidumbre de unas protestas que podrían dilatarse en el tiempo.