El pirata norcoreano que quiere destruir al régimen desde la radio

Sara R. Estella SEÚL / E. LA VOZ

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Sara Romero Estella

Choi Jun-hun emite un programa que se escucha en Corea del Norte y envía propaganda de forma clandestina

26 abr 2018 . Actualizado a las 08:39 h.

«Buenas noches, Piongyang», arranca su informativo Choi Jun-hun en una de las primeras emisoras de radio que un grupo de desertores como él mantienen viva desde su creación en el 2004. Free North Korea Radio emite desde su pequeño estudio en Seúl, la capital de Corea del Sur, un programa de una hora cada día, entre las nueve y las diez de la noche para contar la actualidad internacional a quienes de forma clandestina puedan escucharles en su país. Según Choi, luchan para que su pueblo conozca la verdad sobre el yugo bajo el que les ha tocado vivir.

«Aunque en la última década Corea del Norte se ha hecho más permeable y la población puede acceder a cierta información de lo que sucede en el extranjero, la mayoría de los norcoreanos desconoce por ejemplo que Corea del Sur es un país mucho más desarrollado que el nuestro», explica Choi a La Voz antes de iniciar su programa.

La suya fue una deserción atípica, se podría decir que accidental. Procedente de una familia de clase media, Choi Jun-hun fue uno de los privilegiados que pudo estudiar en la Universidad Kim Il-sung, reservada fundamentalmente para los hijos de la élite de la dictadura comunista. Después, ingresó en el Ejército y trabajó 20 años como oficial de la unidad de ciberespionaje. Allí se enteró de que una familia surcoreana ofrecía una jugosa recompensa por recuperar a un familiar secuestrado por el régimen de Piongyang. Entonces, impulsado por el hambre, dice, decidió hacerse con el botín.

Un rescate y una delación

Aprovechó sus destrezas como pirata informático para localizar al hombre secuestrado y se lo entregó a su familia cruzando la frontera con China. Cuando iba a volver a su país, los familiares de la víctima dieron una rueda de prensa y desvelaron su identidad. Las puertas del hermético régimen se cerraban para siempre para Choi, Piongyang ordenó que lo ejecutaran y decidió empezar una nueva vida en el Sur.

«No fue fácil. Mi familia sufrió el castigo correspondiente y mi hermano menor fue ejecutado después de mi deserción», explica Choi. Sin haberlo planeado, pasó a engrosar la larga lista de más de treinta mil desertores norcoreanos que viven en Corea del Sur y decidió aprovechar su posición de seguridad para dar a sus compatriotas su arma más poderosa: la verdad.

Desde la precaria emisora, en constante búsqueda de financiación, además de emitir en directo música k-pop -el estilo de moda en la zona- e información sobre la situación en otros países, Choi graba en miles de pendrives y tarjetas de memoria varios programas, los mete en bolsas y enormes globos y los lanza hacia Corea del Norte.

Trece mil radios

Con la ayuda de traficantes que operan a ambos lados de la frontera, en abril de año pasado logró introducir en su país pequeños transistores para que los norcoreanos puedan sintonizar su emisora de forma más fácil.

En el último año han logrado enviar 80.000 pendrives y 14.000 radios y la intención es superar ese dato este año, independientemente de la cumbre entre Kim Jong-un y el presidente surcoreano, Moon Jae-in. «La cumbre es una teatralización por parte de Corea del Norte. Aunque ahora la atmósfera es más tranquila, no es real. Están ganando tiempo y también utilizando esta situación para venderlo como un triunfo de cara a su pueblo», afirma este exmilitar. Asegura que aprovechará la libertad de expresión del Sur para cambiar poco a poco la férrea censura en el Norte.