Al Asad maniobra para dejar sin hogar a los refugiados sirios

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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RAMI AL SAYED | Afp

Una ley busca expropiar los bienes de 11 millones de desplazados

28 abr 2018 . Actualizado a las 09:21 h.

Salim Muhamad tiene unos quince días para acreditar la propiedad de su casa y sus tierras en una aldea cerca de Homs de la que huyó en el 2012, escapando de los bombardeos de Bachar al Asad, o puede perderlo todo. En su misma situación están los 11 millones de sirios huidos por la guerra a cuenta de una nueva ley de propiedad. De facto una ley de expropiación que amenaza con condenar al exilio a los opositores y dejar sus ciudades y pueblos en manos de los leales a Al Asad. La perfecta herramienta de ingeniería social y demográfica a favor del régimen.

Los cinco millones de refugiados en el extranjero y los seis millones de desplazados internos tienen de plazo hasta la segunda semana de mayo para reclamar sus hogares tras la promulgación a principios de mes de la llamada Ley 10. La mayoría no puede o no quiere volver a su país para demandar sus pertenencias por temor a represalias. Pero de no hacerlo, el Estado confiscará y liquidará sus bienes en subastas.

La Ley 10 otorga a los propietarios solo 30 días -a contar desde el 11 de abril- para presentar las escrituras de sus propiedades en las respectivas oficinas municipales o asegurarse de que un pariente lo haga en su nombre. Solo encontrar los títulos de propiedad es harto difícal ya que o bien se han perdido o han sido destruidos en estos siete años de guerra. 

Informe de seguridad

Pero el requisito más inquietante es que antes de acreditar sus bienes debe obtener la aprobación de los funcionarios de seguridad del Estado. Algo muy peligroso para los opositores. «Me es imposible regresar a casa para demostrar mi derecho a mis tierras y propiedades. Si lo intento, me matarán o me arrestarán», afirmó a Al Yazira Abu Jawad, de 27 años, dueño de dos casas y una tienda de electrodomésticos en Hamuria, al sureste de Damasco.

La familia de Salim Muhamad también tienen pocas posibilidades de conservar su casa de Homs. Sin ningún pariente en Siria ni forma de que Muhamad reciba la aprobación de seguridad debido a la orden de arresto que pesa sobre él. «La decisión [del Gobierno] me ha hecho perder toda esperanza de regresar a Siria», afirma al portal de noticias Syria: direct. «El régimen nos ha abandonado, nos ha bombardeado, nos ha destruido y ahora quiere quitarnos nuestros hogares y nuestras tierras».

La Ley 10 se promulgó poco después de la reconquista de Guta Oriental, el gran feudo rebelde de las afueras de Damasco. La evacuación de más de 60.000 residentes a zonas opositoras como Idlib o el norte de Alepo ha dejado en manos de nadie miles de propiedades y tierras fértiles de esa región rural. El próximo objetivo es el campo de Yarmuk, en el sur de Damasco, donde se atrincheran los yihadistas del Estado Islámico. Diecisiete civiles murieron ayer por bombardeos.

Las guerras se ganan en el campo de batalla, pero también en los despachos. Con el 60 % del territorio sirio bajo su control, el presidente busca un cambio demográfico. Tiene ejemplos muy próximos. El Líbano puso en marcha una ley similar tras la guerra civil para apoderarse de tierras en el centro de Beirut. Lo mismo que la Ley de los Ausentes con la que Israel legalizó las incautaciones de las tierras de los palestinos expulsados en 1948. El Gobierno alemán anunció que recurrirá a la ONU para tratar de impedir las expropiaciones.