Trump arremete contra la filtración de las preguntas que el fiscal pide hacerle

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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JAIME SALDARRIAGA | Reuters

La difusión del listado proviene de las notas que tomaron los abogados del magnate

02 may 2018 . Actualizado a las 07:37 h.

El medio centenar de preguntas que Robert Mueller quiere hacer a Donald Trump están desde hace unas horas a la vista del mundo entero. The New York Times publicó el listado de 44 cuestiones que el fiscal del Rusiagate entregó al despacho jurídico del presidente de EE.UU., donde todavía se medita si el magnate debe o no sentarse con el líder de las investigaciones sobre la injerencia rusa electoral y los vínculos entre el Kremlin y la campaña del republicano.

Según el diario, las preguntas podrían subdividirse en cuatro amplias categorías relacionadas con el exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, el exdirector del FBI James Comey, el fiscal general Jeff Sessions y la supuesta coordinación entre el Ejecutivo de Vladimir Putin y la campaña de Trump. Las preguntas, además, giran en torno a dos temas. El primero es la obstrucción a la justicia: «¿Cómo se tomó la decisión de despedir a Flynn en febrero del 2017?, ¿Cuál fue el propósito de su cena con Comey el 27 de enero del 2017?, ¿Qué pensó cuando Sessions se inhibió de la investigación rusa y qué esfuerzos hizo para que cambiara de opinión? ¿Qué sabía del hackeo ruso?», se puede leer..

El segundo de los temas que Mueller trata de sacar a la luz es la mentira. En caso de que Trump sea interrogado, lo detallado de cada una de las preguntas provocaría irremediablemente que el neoyorquino cayese en varias contradicciones. «Donald Trump se ha salido con la suya mintiendo e inventando sus propias reglas durante mucho tiempo. No hay garantía de que esto vaya a terminar, pero es alentador ver que Mueller, al menos, comprende el juego del presidente», cargó el conocido periodista David Leonhardt, en un artículo titulado La verdad está llegando.

La filtración provocó un nuevo ataque de ira del magnate. «Veamos, tenemos un crimen inventado, un complot que nunca existió y una investigación que empieza con información confidencial ilegalmente filtrada ¡Estupendo!», se quejó en Twitter tras calificar lo ocurrido de «vergonzoso e infame».

El problema añadido es que el origen de la filtración ha puesto en apuros a la Casa Blanca ya que, tras los datos revelados por el rotativo, se deduce que la fuente pertenece al ala oeste. The New York Times publicó que el listado de preguntas proviene de notas que tomaron los propios abogados del magnate durante el curso de una conversación en marzo; la persona que se las proporcionó, eso sí, «está fuera del equipo legal de Trump». Esta revelación descarta, por tanto, la posibilidad de que fuese la oficina de Mueller la responsable de la filtración.

Sea como fuere, los nervios están a flor de piel especialmente los del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien lleva escasas dos semanas liderando el equipo legal del presidente de EE.UU. «La filtración podría ser considerada un acto de obstrucción a la justicia, en la medida en que podría ser un intento de interrumpir el flujo de información o de delatar a un testigo», advirtió en The Hill el exasesor del expresidente Richard Nixon y uno de sus más cercanos colaboradores en pleno escándalo del Watergate, John Dean.

En paralelo y en un intento de desacreditar las pesquisas de Mueller, un grupo de republicanos en el Congreso redactó ayer una resolución pidiendo al cese del fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, quien además tiene poder como supervisor del Rusiagate. Este nuevo movimiento fue calificado de «nauseabundo» por el Partido Demócrata.

Testigos aseguran que Kelly llamó idiota al presidente

Que la relación entre el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y Donald Trump no pasa por sus mejores momentos lleva meses sin ser novedad. Sin embargo, ahora, esa falta de entendimiento entre ambos está erosionando considerablemente la moral en la avenida Pensilvania, según sostienen funcionarios y ex funcionarios que han confirmado que los comentarios del general retirado incluyen insultos sobre la inteligencia del magnate o presentarse como el único baluarte contra la catástrofe.

Según cuatro funcionarios que dicen haberlo escuchado en primera persona, Kelly se ha referido a Trump en múltiples ocasiones diciendo que es «un idiota», con un conocimiento cuestionable sobre política y gestión del Ejecutivo. «Paso más tiempo con el presidente que con nadie y tenemos una relación increíblemente sincera y fuerte», desmintió Kelly en un comunicado. «Tanto él como yo sabemos que esta historia es una patraña y otro intento patético de difamar y distraer a la Administración», zanjó.

Kelly ingresó en la Casa Blanca hace apenas nueve meses con el cometido de inculcar orden en un ala oeste donde los asistentes, regularmente, tenían acceso sin limitaciones al presidente. El jefe de Gabinete adoptó algunos cambios, como reducir el número de personas en las reuniones o restringir el acceso al despacho oval, para así tratar de contener las decenas de filtraciones diarias. Tan solo un mes después de su llegada, las alarmas se dispararon cuando el neoyorquino, irritado por dichas restricciones, comenzó a comunicarse con personal de la Casa Blanca a escondidas de Kelly y a llamar a amigos a altas horas de la madrugada. Según The Washington Post, Trump los sondeaba sobre el trabajo del general: «¿Qué piensas de Kelly?», preguntaba. «No le gusta mucho su actitud y a menudo se enfada y dice ‘¿Quién se cree que es este tipo?’», reveló al rotativo un funcionario.

Las últimas informaciones apuntan a que Kelly saldrá de la Administración en julio cuando se cumpla un año de su llegada, aunque varias voces no descartan que pueda ser antes teniendo en cuenta que el jefe de Gabinete ha amenazado con irse en múltiples ocasiones: «Es una especie de evento semanal», bromeó un alto funcionario de la Casa Blanca. La última vez que se hizo público que uno de los principales colaboradores del republicano ponía en duda su inteligencia, na este o le fue nada bien. Fue el caso del exsecretario de Estado, Rex Tillerson, despedido después de llamar «idiota» a Trump, ante sus colegas.