La banda terrorista ha cometido más de 850 asesinatos, de los que «al menos 358» no han sido resueltos

En una entrevista reciente a La Voz de Galicia, el ministro de Interior respondía que el anuncio de la disolución de ETA es «la asunción de una derrota definitiva». Juan Ignacio Zoido reconoce que la banda terrorista está terminada desde hace más de seis años: «ETA ha sido una sigla hueca en franca descomposición». El anuncio de la disolución fue acogido con cierta indiferencia, tras un largo período de inactividad del grupo terrorista y en un momento en el que el foco mediático apunta a los problemas internos del Partido Popular y la sentencia por el juicio a La Manada.

El adiós se materializa este jueves con un nuevo comunicado y un vídeo con los históricos dirigentes Josu Ternera y Marisol Iparraguirre, Anboto. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco lamentó ayer que el final de ETA «no es el que se merecían» las víctimas del terrorismo. La plataforma eleva a «al menos 358» el número de crímenes sin resolver a lo largo de su actividad.

Una historia negra que se cobró su primera víctima mortal en 1968. Un guardia civil de 25 años nacido en Malpica, José Pardines Arcay, hijo y nieto también de miembros de la Benemérita. Desde entonces, otros 852 asesinatos según las cifras oficiales. La Global Terrorism Database (GTD), de la Universidad de Maryland, recoge todos los incidentes relacionados con atentados terroristas en el mundo desde 1970 hasta 2016. En el caso de ETA, cuantifica más de 2.000 sucesos entre asesinatos, asaltos armados y secuestros.

La secuencia de atentados mancha el mapa de España y el sur de Francia, especialmente entre los años 1978 y 1986, la etapa más mortífera con más de mil ataques.  

Los tentáculos de la banda terrorista llegaron a siete países diferentes, donde superó las 7.000 víctimas con sus atentados. La ciudad de Bilbao ha sido la más castigada tras sufrir 265 ataques con el sello de ETA. Le sigue San Sebastián, con 227, y Madrid, con 133.

La primera masacre conmocionó a España en 1974. Un artefacto estallaba junto a la céntrica cafetería Rolando, en Madrid, dejando 13 muertos y 71 heridos. Fue el atentado más sangriento hasta 1987, cuando un coche bomba explotaba en el parking de un Hipercor de Barcelona. Murieron 21 personas y 45 resultaron heridas. Ese mismo año se producía un nuevo atentado en la casa cuartel de Zaragoza. Hubo 11 víctimas mortales, de las que 6 eran menores de edad. Los propios miembros de la banda terrorista señalaron como autor intelectual del crimen a Josu Ternera, huido de la Justicia desde 2003.

La última muesca de ETA se marcó en el sur de París. Un policía recibió un balazo mortal durante un tiroteo en marzo de 2010. Un año después, tras sucesivos golpes policiales que la fueron atomizando, la organización renunció a la violencia a través de un comunicado y en 2017 escenificaba un acto de entrega de armas, explosivos y la localización de varios zulos.

«Haga lo que haga ETA no va a encontrar ningún resquicio para la impunidad de sus crímenes», advirtió esta mañana Mariano Rajoy, que fue también objeto de las críticas de las víctimas del terrorismo al acusar al Gobierno de «haberles hurtado la foto» de la «derrota» de la organización terrorista.