Un puñado de gusanos en el menú

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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HENRY ROMERO | Reuters

Algunos supermercados han comenzado a vender insectos como alimento, una fuente de proteína que ya forma parte de la dieta de más de 2.000 millones de personas en todo el mundo

06 may 2018 . Actualizado a las 12:31 h.

Mientras la población del mundo crece a un ritmo insostenible para los recursos del planeta, los expertos se han puesto manos a la obra para tratar de buscar alternativas que garanticen a largo plazo que los ciudadanos de todo el mundo sigan teniendo algo que llevarse a la boca. Y en este empeño, los insectos van ganando la partida. Hamburguesas de gusano, grillos tostados con cebolla o escorpiones bañados en chocolate son solo una pequeña parte del menú que se abre ante nosotros. Los bichos son la gran apuesta del futuro de la alimentación y empiezan a ser el presente en los lineales de algunos supermercados españoles, que ya permiten meter estas delicatesen en los carritos de la compra.

Uno de los que más esfuerzos ha puesto en la introducción de estos productos en el menú ha sido la ONU, que en los últimos años se ha convertido en una de las grandes defensoras de la causa. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que los insectos son fuente de proteína básica en la dieta de más de 2.000 millones de personas e incide en que estos seres tienen un gran potencial -todavía por explotar- como alimento y como pienso. «Los seres humanos ya consumen en el mundo más de 1.900 especies de insectos siendo los más usados los escarabajos, las orugas, las abejas, las avispas, las hormigas, los saltamontes, los grillos y las langostas, que, por ejemplo, tienen más contenido en hierro que la carne de vacuno», aseguraban en un extenso informe que ha servido para que muchos países se hayan sentado a discutir cómo abrir la puerta en su legislación a la comercialización de estos nuevos alimentos en las estanterías de sus supermercados. Porque la realidad es que hasta hace unos pocos meses, poner un puñado de gusanos en el plato era una práctica complicada en muchos territorios. En la UE, por ejemplo, hubo que esperar hasta el 1 de enero para que se abriera la veda. La última legislación sobre nuevos alimentos aprobada por los jefes del Viejo Continente, y que entraba en vigor a principios del 2018, incluía por primera vez a los insectos como alimento en toda la Unión Europea.

Las propiedades nutritivas de los insectos han sido, probablemente, una de las razones que han propiciado dar el último paso a los más reticentes. Según varios estudios, 100 gramos de pollo aportan 22 gramos de proteína, mientras que la misma cantidad de grillos aportan a nuestro organismo 43. «En comparación con la carne de vacuno, cerdo y pollo, el contenido de proteínas que contienen los insectos es generalmente similar, pero estos últimos tienen más ácidos grasos poliinsaturados y poseen mayor contenido de minerales como el hierro y el zinc», explica Arnold van Huis, catedrático de Entomología de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) y uno de los grandes expertos del mundo en la materia.

Este profesor holandés asegura que los insectos pueden cultivarse a pequeña escala en granjas o en grandes instalaciones de cría industrializadas. «Hay muchísimas ventajas medioambientales en la cría de insectos en comparación con la producción ganadera. En primer lugar, se requiere menos tierra y agua, las emisiones de gases de efecto invernadero son más bajas, los insectos pueden transformar subproductos orgánicos de bajo valor en comida o alimento de calidad y convertirse en un alimento eficiente y barato para otros animales», añade.

nuevos negocios

Los últimos avances de este sector -que cada vez genera menos rechazo entre los consumidores- están animando a muchos emprendedores a comercializar algo que hasta ahora resultaba impensable. Un ejemplo de ello son Lucía Dueñas, Patricia Draghici y Ander Méndez, tres jóvenes de Bilbao que venden insectos cubiertos de chocolate bajo la marca Khao Thai. «A cualquier persona que, sin tener conocimiento previo, le cuentes que vas a empezar a vender insectos lo primero que piensa es que te falta un hervor», explica Méndez, que asegura que su proyecto surgió después de un viaje a Tailandia entre tres amigos: «Allí es algo típico, lo probamos y fue un impacto. Descubrimos que era una experiencia muy exótica y en cuanto en España se permitió la comercialización, decidimos lanzarnos y traer hasta aquí un trocito de la experiencia más exótica que nosotros vivimos en nuestro viaje». La materia prima con la que han montado su negocio -gusanos, saltamontes y escorpiones- la consiguen directamente de proveedores tailandeses, «granjas exactamente iguales a las que encontramos aquí de otro tipo de animales, con sus condiciones higiénicas y muchos controles».

Ander Méndez cree que las principales barreras que tienen que derrumbar son culturales: «Están ricos y desde el punto de vista nutritivo son muy buenos. Además, son totalmente seguros y forman parte de la alimentación de millones de personas de todo el mundo; lo que pasa es que en Europa todavía tenemos que romper los prejuicios culturales que tenemos con respecto a los bichos». Ya lo hicimos antes con otros alimentos. Es posible que el que se comió el primer percebe o la primera centolla sintiera la misma repulsa que sentimos hoy al meternos un insecto a la boca.

ILUSTRACIÓN: MABEL RODRÍGUEZ