Una España ingobernable para el 2020

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Pilar Canicoba

El país se encamina a un nuevo bloqueo, porque Sánchez no podrá repetir esta mayoría de fortuna tras las generales

04 jun 2018 . Actualizado a las 07:44 h.

Sin ser diputado, después de haber sido repudiado por su propio partido y obligado a renacer, con el peor resultado histórico del PSOE en unas generales, con las encuestas en contra, sintiendo en el cogote el aliento de Podemos en la carrera por hacerse con la hegemonía de la izquierda, y contando solo con 84 diputados, Pedro Sánchez ha sido capaz de articular una mayoría parlamentaria para convertirse en presidente del Gobierno. Se trata de una proeza que pasará a la historia de la política española. Pero una cosa es ser presidente, y otra gobernar. Y, sobre todo, hacerlo más allá de lo que pueda durar esta insólita legislatura. El propio Sánchez es muy consciente de que, a pesar de que haya quien lo presente así, los 180 votos con los que salió adelante su moción de censura no significan en absoluto que disponga de esa mayoría. La única argamasa de esa cifra ha sido el deseo común de fuerzas que muy poco tienen que ver entre sí de echar del Gobierno a Mariano Rajoy.

El mandato de Sánchez va a durar más de lo que él mismo anunció y de lo que algunos auguran, entre otras cosas porque, salvo sorpresa mayúscula, está atado a unos Presupuestos ya aprobados que tranquilizan a los mercados. Pero esa amalgamada mayoría en la que se va a apoyar durante un período casi interino servirá solo para que, antes de llamar a las urnas, quienes han echado a Rajoy corrijan lo que para todos ellos son excesos del Gobierno del PP, no para afrontar los verdaderos problemas el país. Y ahí, en el futuro a partir de esas próximas elecciones, está la principal incógnita que se cierne sobre España. ¿Quién y cómo va a gobernarla a partir del 2020? Sánchez sabe bien que repitiendo tras los comicios generales, en caso de que dieran los números, esa heterogénea mayoría de fortuna que ha forjado sería imposible gobernar España durante una legislatura completa, hacer las reformas necesarias o cambiar la Constitución. Necesita una mayoría alternativa. Pero no la hay.

El problema es que la audaz moción de censura ha quemado todos los puentes entre el PSOE y Ciudadanos, partido que parecía llamado a ser socio, minoritario o mayoritario, del futuro Gobierno, fuera el que fuera. Después de ser presidente gracias al independentismo, esa puerta parece cerrada para Sánchez, que deberá jugárselo todo a alcanzar una muy improbable mayoría absoluta solo con Unidos Podemos, o repetir tras las generales el oxímoron de tratar de gobernar España con la antiEspaña, lo que es totalmente imposible.

Pero el amargo final de Rajoy ha abierto también una sima entre el PP y Ciudadanos. Ni siquiera con un nuevo liderazgo popular será fácil reconstruir ese puente, al margen de que la moción de censura ha sido dañina también para Albert Rivera, que verá frenada su progresión, con lo que la mayoría absoluta de centroderecha que auguraban las últimas encuestas se aleja. Y aún más difícil será que el PNV gire de nuevo para dársela a populares y naranjas. El paisaje que se dibuja es el de un bloqueo político que puede dejar pequeño el que vivimos en 2015 y 2016 y una imposibilidad de formar un Ejecutivo coherente y estable. Una España ingobernable tras un excéntrico paréntesis.

Sánchez deja mudos a los críticos en su propio partido

A Pedro Sánchez se le criticó mucho en el PSOE por la facilidad con la que cambiaba de opinión en torno a la necesidad de alcanzar alianzas con Podemos y los partidos independentistas. Algo que, de hecho, llegó a costarle el puesto de secretario general cuando el sector encabezado por la andaluza Susana Díaz lo descabalgó, al temer que planeara una alianza de ese tipo para alcanzar la investidura en el 2016. Pero aquellos que le prohibieron hacer ese movimiento, aún a riesgo de debilitar al partido, callan ahora cuando alcanza la presidencia gracias a aquellos grupos a los que antes vetaron. No está claro todavía si es porque han cambiado de opinión y le apoyan, o porque esperan a que se despeñe.

La formación de Gobierno puede beneficiar a Caballero

Entre hoy y mañana quedara perfilado el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Galicia también se juega algo en función de las cuotas regionales a la hora de formar la nueva Administración. Desde luego no existe la más remota posibilidad de que se supere el récord de cuatro ministros gallegos, (Blanco, Espinosa, Salgado y Caamaño) que se alcanzó con Zapatero. La duda es si Pilar Cancela pasará del Gobierno en la sombra a formar parte del Gobierno real. Y, sobre todo, si la designación de algún diputado autonómico socialista por Pontevedra para un cargo de segundo nivel en la Administración permitiría a Gonzalo Caballero entrar sin traumas en el Parlamento gallego al correr un puesto en la lista.

La idea de que Feijoo sea el delfín moviliza a sus rivales

La mejor prueba de que Alberto Núñez Feijoo es quien cuenta con más posibilidades de sustituir a Mariano Rajoy, por la vía rápida o por la más probable de la sucesión tranquila y ordenada pilotada por el propio expresidente del Gobierno, es la de que, sin que Rajoy haya aclarado todavía sus planes de futuro, cosa que empezará a hacer mañana ante el Comité Ejecutivo del PP, se haya desatado ya la campaña en contra del presidente de la Xunta. La duda, como en ocasiones anteriores, es si el origen de esa campaña de desprestigio procede de lo que se conoce como fuego amigo, es decir, desde los partidarios de sus rivales en su propio partido, o desde quienes más le temen como rival político.