«No vimos ni un coche de bomberos»

Clara Palma Hermann LESBOS / E. LA VOZ

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ANGELOS TZORTZINIS | AFP

Crece la indignación con el Gobierno griego por su falta de avisos y su reacción tardía

27 jul 2018 . Actualizado a las 07:23 h.

Ya no quedan frentes activos alrededor de Mati, la zona cero de la peor tragedia de la historia reciente de Grecia. Sin embargo, los ánimos de los supervivientes comienzan a caldearse, y el estupor inicial va dejando paso al dolor y, en muchos casos, la rabia. «Nuestros amigos están muertos. No han encontrado los cadáveres, todavía los estamos buscando. ¡Chavales de veinte años!», sollozaba una joven encarándose con el ministro de Defensa, Panos Kamenos, cuando este visitaba ayer la zona afectada, un conglomerado de urbanizaciones costeras a unos 30 kilómetros de Atenas. Un grupo de vecinos furiosos lo rodeó al momento lanzándole reproches. «Nos dejasteis arder». «Nadie vino en nuestra ayuda», le abroncaron.

Kamenos no goza de muchas simpatías en la zona, en particular tras haber atribuido la catástrofe a los chalés construidos de forma ilegal prácticamente sobre la playa, que según él bloquearon el camino de quienes huían del fuego. «Después de semejante tragedia es hora de que entiendan que es peligroso para ellos y para sus familias no respetar las reglas», había dicho en declaraciones a la BBC. Su compañero de gabinete, el ministro de Infraestructura Jristos Spirtzis, ya anunció que los peritos que van a revisar las casas siniestradas también inspeccionarán si tenían permisos de obra.

Los vecinos, sin embargo, denuncian que el elevado número de víctimas se podía haber evitado si hubieran sido alertados. «No hubo ningún aviso para que evacuáramos. Ningún aviso de que el fuego venía hacia Neos Voutzás», se lamentaba Thanasis Moraitis. «En otras ocasiones vinieron patrullas a avisarnos por megáfono para que evacuáramos. Pero esta vez no vimos ni un coche de bomberos», señaló este residente de la zona que tuvo que ser testigo de cómo su madre, de 90 años, caía ante sus ojos víctima de las llamas.

Junto con los tres días de luto nacional, ayer terminó la tregua para el Gobierno. La oposición ya anunció que va a demandar hoy en el Parlamento que se depuren responsabilidades. «Somos un país en el que ningún político asume nunca responsabilidades por nada», atacaba Stavros Theodorakis, el líder del partido centrista To Potami, exigiendo «por lo menos una dimisión simbólica».

85 muertos

El destino de los desaparecidos, cuyo número está aún por determinar, mantiene en suspenso al país entero. Los rostros más visibles son los de las gemelas Sofía y Vasilikí Filipopulu, que pasaban las vacaciones con sus abuelos. De las dos pequeñas de nueve años, a quienes sus padres buscan desesperados, sigue sin haber rastro. Entretanto, el saldo mortal continúa ascendiendo lentamente según avanza la tarea de los equipos de rescate que inspeccionan casa por casa. Los restos de otras dos personas fueron hallados ayer en el mismo terreno en el que ya aparecieran 25 cuerpos carbonizados, muchos de ellos fundidos en un estrecho abrazo. Con ello, los muertos suman ya 85.

A las puertas de la morgue de Gudí se sucedían ayer los relatos estremecedores. «Le dije por teléfono que se fuera rápido porque el fuego se estaba acercando. Me contestó que se ponía los zapatos y salía» rememora Jristos, que acudió a buscar a su amigo Spiros. «Desde entonces no ha dado señales de vida, y por desgracia su coche lo encontramos quemado», se lamenta el joven.

Los forenses esperan que mañana, cuando completen las autopsias, sea más fácil determinar cuántos desaparecidos existen realmente, puesto que muchos se corresponden en realidad con cuerpos sin identificar. Sin embargo, la mayoría han quedado tan desfigurados que los familiares han sido llamados a proporcionar muestras de ADN y registros dentales. Entre ellos se contaba Maria Saridu, que sin embargo explicaba que aún mantiene la esperanza de localizar con vida a su hermana menor, Eleni: «Dimos con su coche, no estaba quemado. La casa tampoco estaba quemada. No podemos encontrarla, pero creo que está viva».

Los archivos del cineasta Theo Angelopoulos fueron destruidos por las llamas

La ola incendiaria no hizo excepciones y también redujo a cenizas una parte importante del patrimonio cultural de Grecia. Según informa AFP, los archivos privados del papa del cine griego, Theo Angelopoulos, fallecido en 2012, resultaron devorados por las llamas que también arrasaron la vivienda de que disponía el artista en la localidad de Mati. El cineasta, Palma de oro en el Festival de Cannes de 1998 por La eternidad y un día, disfrutaba en particular de esta ciudad en la que pasaba con frecuencia los veranos junto a su mujer y sus tres hijas.

«Los libros de mi marido, su correspondencia con personalidades, todos lo libros que le habían dedicado sus autores», así como «textos y poemas» de un valor documental incalculable fueron destruidos, declaró con lágrimas en los ojos su viuda, Phivi Angelopoulos, ante las cámaras de la cadena de televisión Star. Precisó que se trataba de archivos «con carácter privado» del realizador, que disponía también de una oficina en el centro de Atenas.

La mujer contó que estaba en Mati con una de sus hijas y con una nieta cuando se desató el incendio. Según relató, fue arrastrada por el movimiento de pánico que empujó a los habitantes hacia el mar y que dejó no pocos muertos.

Theo Angelopoulos lideró el denominado «nuevo cine griego», que emergió tras la caída en 1974 de la junta de los coroneles. El cineasta tuvo un final trágico en enero de 2012, con 76 años, atropellado por un motorista mientras filmaba cerca de Atenas su última obra inacabada, El otro mar. La película, consagrada a la crisis financiera y a la quiebra de su país, iba a completar una trilogía sobre la historia de Grecia, junto a Eleni y El polvo del tiempo.