Nicaragua, la nueva Venezuela

J. barderas WASHINGTON / DPA

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El uruguayo José Mujica, Ortega y su mujer, Rosario Murillo, junto a Maduro en Caracas
El uruguayo José Mujica, Ortega y su mujer, Rosario Murillo, junto a Maduro en Caracas MIGUEL GUTIÉRREZ

«Ortega aprendió de Maduro que si usas paramilitares, no negocias y culpas a Trump, puedes seguir», dice un analista

03 ago 2018 . Actualizado a las 07:19 h.

Nicolás Maduro y Daniel Ortega son acusados por la oposición y actores internacionales de gobernar dictatorialmente. Venezuela protagoniza la mayor crisis de la región americana. La de Nicaragua acaba de entrar en el escenario. ¿Sigue Ortega el guion de Maduro? ¿Está Nicaragua en camino de convertirse en una nueva Venezuela?  

¿Hasta dónde llega el control político y estatal?

«Maduro y Ortega fueron elegidos democráticamente pero han usado su posición para tomar el control de todo el Gobierno e instituciones clave», dice a Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis de Washington.  

Ortega burló en el 2011 la prohibición constitucional de estar en el poder más de dos mandatos y, en el 2014 la eliminó directamente de la Carta Magna. La oposición denunció fraude en los comicios municipales del 2008 y en los presidenciales del 2011. De los del 2016, en los que fue reelegido, fue excluida la principal alianza opositora. En Venezuela, el Tribunal Supremo declaró en desacato al Parlamento, controlado por la oposición, y Maduro impulsó la elección de una Asamblea Constituyente a la que se someten todos los poderes del Estado. Su elección tuvo lugar bajo acusaciones de fraude. También las elecciones regionales de octubre del 2017. Gran parte de la oposición boicoteó las municipales de diciembre del 2017 y las presidenciales de mayo por considerar que no eran limpias. 

«Maduro y Ortega han reprimido los esfuerzos de la oposición por desafiar su autoridad y han logrado mantener apoyo de un segmento de la población a través de privilegios, sobornos, amenazas y falsas acusaciones», apunta Shifter. «Oposiciones débiles y fracturadas, carentes de liderazgo y estrategia política clara, han facilitado que se mantengan en el poder», resume.  

¿Cómo aplican la represión a los disidentes?

La primera ola de protestas contra Maduro fue en el 2014. Los precios del petróleo habían comenzado a desplomarse, la delincuencia y la inflación crecían y escaseaban ya productos de la canasta básica. Murieron 43 personas. En la segunda, en el 2017, murieron unas 130. Desde que el 18 de abril comenzaron las protestas en Nicaragua por la aprobación por decreto de una reforma de la seguridad social luego derogada han muerto casi 450 personas, según organizaciones de derechos humanos. Ortega cifra los muertos en 195. En ambos países han participado fuerzas parapoliciales en la represión y se acusa a ambos Gobiernos de respaldarlas. Maduro y Ortega dicen que hay un complot liderado por Estados Unidos para derrocarlos y califican a sus opositores de terroristas.  

¿Qué papel juegan el petróleo y la economía?

«Maduro controla la fuente principal de ingresos del país, que es la petrolera estatal PDVSA. Tras las protestas del 2014, invirtió millones de dólares en equipos antimotines con los que enfrentó con facilidad las del 2017. Ortega no tiene tales equipos, así que tiene que recurrir a la fuerza letal», dice David Smilde, profesor de la Universidad de Tulane.

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo y, sin embargo, su crisis económica es una de las mayores en la historia mundial reciente. El Fondo Monetario Internacional (FMI) cifra en un 50 % la contracción de su PIB en los últimos cinco años. Acabará el 2018 con una inflación de un millón por ciento. «Maduro ha hundido la economía de Venezuela, generando el mayor flujo de refugiados que se recuerda en la región», dice Shifter, que recuerda que el desempeño económico de Ortega no iba mal hasta las protestas porque se encargó de cerrar acuerdos con la patronal.  

¿Qué dicen las fuerzas armadas?

El Ejército nicaragüense es más independiente del presidente que el venezolano y hasta ahora se ha mantenido al margen de la crisis. Ha habido llamadas para que intervenga y desarme a los paramilitares, incluso de la ONU. Sin éxito.  

¿Sirve de algo la presión internacional?

Venezuela acaparó la atención de la OEA durante los últimos dos años, pero hasta la Asamblea General de junio, que aprobó una resolución impulsada por Estados Unidos que abre el camino a suspenderla, todos los intentos por condenar a Maduro habían fracasado.

Donald Trump ha impuesto sanciones a más de 50 individuos, incluido Maduro. No ha llegado al embargo petrolero, pero sí a medidas para intentar asfixiar la financiación del Gobierno.

«La respuesta de la OEA y EE.UU. fue demasiado lenta en el caso de Nicaragua», critica Shifter. La OEA celebró el primer consejo permanente al respecto el 22 de junio, tras más de dos meses de protestas y 200 muertos. Pero la crisis ha llegado para quedarse. El Consejo Permanente aprobó en julio una resolución que, impulsada por EE.UU., pide a Ortega elecciones anticipadas.

Estados Unidos no impuso hasta el 5 de julio sanciones contra el círculo de Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo. Ese día congeló a tres funcionarios sus activos en el país y prohibió hacer transacciones con ellos. «Son un comienzo, no un final, de sanciones potenciales», advirtió la Casa Blanca.   

¿Desplazará Nicaragua a Venezuela del foco?

«La mayor atención seguirá sobre Venezuela porque las implicaciones estratégicas para la región son significativas», asegura Shifter, que alude al incesante flujo de refugiados y a las mayores reservas petroleras del mundo. «Ortega ha aprendido de Maduro que, al final, si te niegas a negociar, usas la represión paramilitar y pintas a quienes protestan como parte de una conspiración imperialista, te puedes quedar en el poder. A fin de cuentas, es poco lo que puede hacer la comunidad internacional a un mandatario que se atornilla en su posición», sostiene Smilde.

Ocho socios de la OEA exigen crear una comisión especial para el diálogo

Tras semanas de declaraciones aisladas, los principales países del continente americano han decidido unir sus fuerzas para frenar la violencia en Nicaragua. La OEA votó ayer una resolución para crear una «comisión especial», impulsada por ocho países (Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Chile, Perú, Brasil y Argentina). El objetivo es «contribuir a la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles a la situación que se registra en Nicaragua», que vive su crisis más sangrienta desde los años 80 del siglo pasado. El Gobierno del presidente Daniel Ortega, ya rechazó la creación de la «comisión especial» en la OEA y elevó su «más enérgica protesta» al organismo por esta iniciativa. A juicio de Managua, esa propuesta pretende «inmiscuirse en los asuntos internos que únicamente competen al Estado de Nicaragua».