Giuseppe Conte, el político por accidente busca su sitio

María signo ROMA / E. LA VOZ

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ALESSANDRO BIANCHI

Lidiar con los egos del ultra Salvini y el populista Di Maio desgasta al primer ministro

12 ago 2018 . Actualizado a las 09:12 h.

Cuando el pasado 21 de mayo los líderes del Movimiento 5 Estrellas (M5E), Luigi Di Maio, y de la Liga, Matteo Salvini, propusieron al presidente Sergio Mattarella el nombre de Giuseppe Conte como jefe del Gobierno, poco se sabía de este profesor de Derecho de 54 años, próximo al M5E y sin ninguna experiencia política. No fue fácil para Conte encabezar el Ejecutivo italiano. La formación del gabinete se retrasaba ante la insistencia de Salvini de que el profesor Paolo Savona, conocido por sus críticas al euro y a la política de Bruselas, fuera ministro de Economía. Mattarella, cansado y harto después de casi 90 días sin que los partidos llegaran a un acuerdo, propuso formar un Gobierno técnico. La reacción de M5E y Liga no se hizo esperar y recurrieron a Conte como primer ministro y un nuevo nombre al frente de la Economía. Nacía así el 1 de junio el Gobierno del cambio, fruto de la alianza del partido más votado en las elecciones del 4 de marzo, el antisistema M5E, y la ultraderechista Liga, que superó a Forza Italia de Silvio Berlusconi, su aliado natural.

Tras dos meses y medio, Conte sigue aún en luna de miel con el electorado y es apreciado por el 61 % de los italianos, por encima de sus dos vicepresidentes hasta ahora mucho más protagonistas que él, y superando a sus rivales, el Partido Democrático de centroizquierda, y Forza Italia que se prepara para el cambio de liderazgo de un casi ausente Berlusconi hacia Antonio Tajani, listo para dejar Europa. 

UN MANDATO TUTELADO

En manos de los vicepresidentes. El acuerdo entre las dos formaciones políticas que sustentan a Conte, considerado antinatural por muchos a causa de las diferencias ideológicas, preveía una doble vicepresidencia: Di Maio, que además ocupa la cartera de Trabajo, y Matteo Salvini (Liga), la de Interior. En estos dos meses y medio, ambos han intentado robarse el protagonismo en un desafío en el que hasta ahora gana por goleada el líder de la Liga.

¿Y Conte? Parece ir a remolque de sus mentores mientras estos discuten y ponen en evidencia sus divergencias en puntos importantes como las obras de la alta velocidad o la obligatoriedad de las vacunas. Solo ha intervenido en contadas excepciones, como la propuesta de cancelar la ley Mancino contra la apología fascista y el odio racial. Mientras, lleva a cabo sus primeros viajes oficiales como el realizado a Washington donde entró en sintonía con Trump.

El presidente de la República, Sergio Mattarella, observa el desarrollo de los acontecimientos, pero no calla. Su papel constitucional, que lo convierte en árbitro de la política y no le permite intervenir en las decisiones del Ejecutivo, no le ha impedido presionar a Conte cuando este se negó a facilitar el atraque en el puerto de Trapani de un barco de la Guardia Costera con 67 inmigrantes a bordo.

La crisis migratoria

El polémico cierre de los puertos. La maratoniana reunión sobre la inmigración del pasado junio en París se saldó con el enfrentamiento entre Conte y el presidente francés, Emmanuel Macron, y el acuerdo para la redistribución de los inmigrantes llegados a Italia en otros países de la UE.

Pero el Ejecutivo italiano aspira además a cambiar los objetivos y la fórmula de trabajo de la operación Sofía y celebrar un encuentro con Libia el próximo otoño. De momento, Italia mantiene una política de mano dura con el cierre de los puertos a las oenegés que patrullan el Mediterráneo. El caso del barco Aquarius fue el primero del pulso entre Salvini y las organizaciones solidarias, a las que el líder de la Liga acusa de hacer el juego a los traficantes de hombres y que se han visto obligadas a dejar de patrullar la zona.

Las llegadas de inmigrantes a las costas italianas han caído en picado este verano mientras se negocian nuevos acuerdos con las autoridades libias, a las que se ha prometido barcos y ayuda logística para combatir este fenómeno en origen.

EL AUGE DE LA XENOFOBIA

Ataques indiscriminados en la cuna de la civilización europea. En las últimas semanas se han sucedido los ataques a extranjeros, sobre todo de color, y a gitanos. Uno de los más graves fue el 18 de julio cuando un bebé gitano fue herido en la espalda por un proyectil de una pistola de aire comprimido. Ante la sucesión de acontecimientos violentos, el presidente Mattarella intervino afirmando que «el veneno del racismo continúa creando barreras en la sociedad». Muchos se preguntan si Italia se ha convertido en un país racista, responsabilizando de ello a un Gobierno xenófobo que culpabiliza al inmigrante de todos los males. Como ministro del Interior, Matteo Salvini aseguró que «no existe ninguna emergencia» y que, de todas formas, la culpa es de «la inmigración en masa permitida por la izquierda en los últimos años».

El giro hacia la ultraderecha de un Gobierno en el que Conte prometió ser el «abogado de todos los italianos» se confirma con las salidas de tono de ministros como Lorenzo Fontana, encargado de Familia, que, no contento con negar la existencia de las familias gay y ser un declarado antiabortista, pidió la derogación de la ley contra la apología del fascismo y el odio racial. Aunque el primer ministro salió en defensa de la norma, asegurando que «queda como está», perdura la sensación de que las diferencias entre los dos socios, M5E y Liga, son irreconciliables.

LA RELACIÓN CON EUROPA

Se dispara el temor de los inversores. Desde el mundo de las finanza se observa con desconfianza el Gobierno de Conte. El aumento imparable de la prima de riesgo desde finales de mayo es un síntoma alarmante. Y aunque el primer ministro no se cansa de repetir de que el futuro de Italia está en Europa, algunos en su Gobierno siguen manteniendo posturas ambiguas con respecto a la permanencia en la UE y en el euro.

La primera prueba para Conte será la presentación de los presupuestos para el 2019. Tras la reunión del gabinete económico del pasado día 3, el jefe del Ejecutivo aseguró que «no hay ninguna necesidad de romper con la Unión Europea» y que habrá «diálogo decisivo y sincero para conseguir obtener cosas». Entre los objetivos económicos está la reorganización del gasto público para conseguir realizar dos promesas electorales: la Flat tax (tarifa plana de impuestos) y la renta básica. Todo apunta que para ello será necesario un aumento del IVA, aunque nadie en el Gobierno confirma la hipótesis.

LA CRISIS QUE NO CESA

Un país de dos velocidades. El contraataque del ministro del Trabajo, Luigi Di Maio, al protagonismo de Salvini lleva el nombre de Decreto Dignidad, nacido con la intención de luchar contra el precariado. La nueva ley no ha gustado ni a los empresarios, molestos por los nuevos límites a los contratos y a la flexibilidad, ni a los sindicatos que consideran las reformas como «tímidas e insuficientes». Ante las críticas, Conte aseguró que «no estamos contra las empresas».

Para el M5E el reto está en el sur, donde consiguió a sus votantes con la promesa de la renta básica de ciudadanía y una mejora de las condiciones de vida y de trabajo en unas regiones donde la inmigración es una realidad. Los datos económicos hablan claro: la diferencia entre sur y norte de Italia nunca ha sido tan grande porque toca realidades como las escuelas, los hospitales y los servicios básicos mientras cada vez más jóvenes, sobre todo titulados, emigran al norte o al extranjero provocando una grave sangría demográfica.

La ficha 

Datos personales. Nació el 8 de agosto de 1964 en Volturara Appula, en el sur de Italia. Su padre era secretario del ayuntamiento y su madre maestra. En 1988 se licenció en Derecho en la Universidad La Sapienza de Roma. Tiene un hijo de su primera mujer y su actual compañera es Olivia Paladino, hija del propietario del hotel Plaza de Roma.

Trayectoria. Antes de su elección, la carrera política de Conte era inexistente. Ejercía como abogado y profesor de Derecho en diversas universidades como Roma Tre, Sassari, Firenze y Luiss. Conocido por sus simpatías izquierdistas, en febrero del 2018 fue presentado por Luigi Di Maio como candidato al Ministerio de la Administración Pública si el M5E ganaba las elecciones. Fue elegido por consenso entre ese partido y la Liga, que suman mayoría en las dos Cámaras con el respaldo de Berlusconi

Sus desafíos. Conseguir que el pacto firmado por los antisistema del M5E y los ultraderechistas de la Liga se cumpla y llevar el Gobierno adelante durante los 5 años de legislatura. Convencer a los aliados europeos y luchar contra la xenofobia y la crisis económica son otros de sus retos.