El negocio de la nostalgia resucita Polaroid

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La marca de Oskar Smolokowski parece haber hallado la fórmula para devolver a la marca el poder icónico que tuvo: la ha colocado en el museo, en la moda y en el universo digital

30 ago 2018 . Actualizado a las 08:45 h.

Parecía tan enterrada como el fax, la máquina de escribir eléctrica, el walkman, el teléfono de rosca, la cinta de vídeo VHS o el disquete digital. Pero el negocio de la nostalgia que trabaja afanosamente en la recuperación del casete o el vinilo ha logrado la resurrección. Sí, la Polaroid vuelve por sus fueros, se reinventa y busca rescatar aquel poder icónico de otro tiempo: la cámara que en los años sesenta y setenta arrasaba del modo más cool a golpe del lema «tus fotos, al instante»; esas pequeñas imágenes de 9 por 10 centímetros con marco blanco. La operación excede el puro recurso vintage, que era el espacio al que se ceñía hasta hace bien poco: el mercado de segunda mano -cual mítica Hasselblad 500C- que movía el stock existente de máquinas en buen estado de funcionamiento, ya que en el 2007 habían dejado de fabricarlas. La compañía Fuji se hizo con el nicho tras poner en las tiendas un modelo muy económico que apelaba a los más pequeños; fue así que triunfaba como regalo estrella de cumpleaños y primeras comuniones. El año pasado dio el paso definitivo al incorporar en la Instax Square SQ10 la aplicación digital que permitía intervenir en la imagen antes de imprimirla y que manejaba un formato cuadrado que evocaba al de Polaroid y que remitía (como una sutil llamada) al pujante universo de los instagramers.

La inteligencia comercial japonesa parece haber hecho reflexionar a la casa estadounidense -desde el 2017, propiedad del inversor polaco Oskar Smolokowski-, que, además de recuperar el modelo que emula la máquina setentera, ha sacado una versión cuya apariencia va más acorde con los tiempos -sencilla y pequeña, apenas 10 por 9 centímetros-, que incluye pantalla táctil y permite tratar levemente las imágenes antes de la impresión. Y yendo mucho más lejos, gracias a la conectividad Bluetooth, hace posible pasar fotos desde el teléfono móvil a la cámara para llevarlas al papel.

Es verdad que su aspecto compacto poco tiene que ver con aquel artilugio encantador que manejaba el periodista Felix Winter que protagoniza el filme de Wenders Alicia en las ciudades (1974). El mismo artilugio, por cierto, que utilizaba el propio cineasta alemán para documentar su peculiar imagen del mundo, un trabajo que se puede ver ahora reunido en un serio y riguroso museo de Berlín y que incluye fotografías como el Autorretrato (1975) que acompaña este texto.

Todo conduce a legitimar el regreso efectivo de Polaroid, cuya imagen corporativa vive también un momento dulcísimo al saltar a soportes tan populares como las camisetas de la marca de Inditex Pull & Bear o las zapatillas deportivas de Puma.

Lo dicho, Polaroid resucita.