El odio xenófobo de Chemnitz se extiende por todo el este alemán

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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ODD ANDERSEN | afp

Un sirio y un eritreo heridos graves tras sufrir sendas palizas

31 ago 2018 . Actualizado a las 07:59 h.

El odio xenófobo en alemán se dice Chemnitz. Poco antes de que comenzara la mesa redonda organizada por el jefe de Gobierno de Sajonia, unos 900 ultras volvían a salir ayer a las calles de la ciudad que no llega a 300.000 habitantes. Sus abucheos contra el establishment y sus gritos instando a la población a «defenderse de la criminalidad extranjera» se escuchaban dentro del estadio de fútbol en el que el cristianodemócrata Michael Kretschmer y el resto del Ejecutivo sajón debatían sobre cómo poner fin a la ola de protestas racistas desencadenadas tras la muerte de un alemán de origen cubano el pasado domingo, supuestamente apuñalado por inmigrantes durante una pelea.

Manifestaciones que sacan los colores a la clase política de la primera potencia europea y también a la policía de Sajonia, que está en el punto de mira tras un dispositivo insuficiente el lunes, cuando los enfrentamientos entre los extremistas de derecha y grupos antifascistas se saldaron con al menos 20 heridos y 43 denuncias, una decena de ellas por saludos hitlerianos. Por eso, el Gobierno central envió ayer agentes y antidisturbios desde todas partes del país para evitar una escalada similar. «No permitiremos que los ultras violentos conquisten las calles», aseguraba el titular de Interior del Land, Roland Woller, mientras a la entrada del estadio se controlaban los bolsos de los que deseaban entrar para participar en el diálogo ciudadano.

Un diálogo que debía haber tenido lugar hace tiempo. «Ahora es necesario que todo el mundo se posicione» contra los xenófobos, apelaba Kretschmer, que desea limpiar la imagen de Chemnitz y de todo el este de Alemania como bastión de neonazis.

En los estados federados de la extinta RDA, donde los salarios siguen siendo inferiores y el desempleo mayor, el temor a perder el estatus socio-económico ha servido de caldo de cultivo para una revolución ultraderechista que lidera AfD. El partido, tras capitalizar el creciente rechazo a la llegada de refugiados, se coronó como el tercero más votado en las generales de septiembre e incluso el primero en Sajonia, donde ha llamado a más movilizaciones el sábado. «En Chemnitz no se dan cita agitadores, sino extremistas de derecha organizados», afirmaba la diputada ecologista Claudia Roth.

La connivencia de las autoridades ya es indudable. De hecho, un diputado ultra y ex agente de policía de Bremen confesó haber filtrado la orden de detención contra un iraquí, sospechoso del apuñalamiento del pasado fin de semana. Jan Timke la borró de su Facebook, pero ello no impidió que varios grupos de extrema derecha se hicieran eco. Hasta un funcionario de la justicia sajona fue suspendido por haber fotografiado la orden y colgarla en Internet. Mientras la Fiscalía investiga la filtración por violación del secreto profesional, los racistas siguen dando caza al inmigrante. Un hombre sirio y otro eritreo resultaron heridos graves tras recibir sendas palizas el miércoles por la noche en Wiesmar y Sondershausen, dos localidades del este.