Rebelión en el campo francés contra la compra de fincas por parte de China

alexandra F. Coego PARÍS / CORRESPONSAL

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GUILLAUME SOUVANT

Agricultores de varias regiones protestan en un terreno adquirido por un fondo de inversión oriental en el Valle del Loira

01 sep 2018 . Actualizado a las 09:02 h.

La pequeña comuna francesa de Châtillon-sur-Indre, situada un centenar de kilómetros al sur de los castillos del Valle del Loira, fue el escenario esta semana de una protesta singular. Al pueblo, que lleva perdiendo habitantes desde hace una década hasta quedarse en poco más de 2.600, llegaron alrededor de 150 agricultores venidos de toda la región del Loira, así como de los Altos de Francia, Normandía, la Costa Azul y Bretaña. Tras entrar en un terreno al que se habían quitado los rastrojos, llenaron una sembradora de semillas y sembraron la tierra desnuda. Un gesto cargado de simbología con un mensaje claro: «devuelvan la tierra a los campesinos».

La parcela no fue seleccionada al azar para la protesta. Forma parte de las 1.700 hectáreas que el grupo de inversión chino Hongyang compró en el 2016 para cultivar trigo destinado al mercado mundial de cereales. Desde entonces, el gigante asiático especializado en equipamiento para gasolineras ya ha aumentado en 900 hectáreas sus dominios en Francia con una segunda adquisición en la región de Allier, al oeste de Lyon.

«La tierra existe para sustentar a las familias de los campesinos y producir comida. Aquí, los dueños han querido hacer negocio, especulaciones bursátiles alrededor de la agricultura a la vez que acaparan la tierra», denunció Laurent Pinatel, agricultor en la región y portavoz de la Confederación Campesina, el tercer sindicato agrícola del país y organizador de la protesta.

Sector en crisis

El pasado junio, la Confederación también atacó al billonario galo Vincent Bolloré, a la cabeza del conglomerado del mismo apellido, ocupando sus viñas en la Costa Azul en respuesta al «feroz apetito de los inversores y financieros». «Queremos denunciar el acaparamiento de tierras por parte de grandes grupos, no solo chinos», precisó Pinatel. «Es un sinsentido económico y social; la tierra debe estar disponible para las personas que crean valor añadido y empleo a nivel local».

El pasado febrero, Emmanuel Macron prometió que el Gobierno invertirá 5.000 millones de euros para relanzar la agricultura gala, sumida en una grave crisis que llegó a su punto álgido en 2016, triplicando los suicidios de agricultores, y de la cual sigue recuperándose el rural. Dentro del paquete de medidas para proteger a los agricultores nacionales de la competencia extranjera, el presidente garantizó la puesta en marcha de «cerrojos reglamentarios» para regular la compra de terreno por parte de extranjeros, una propuesta entonces bienvenida por parte de los sindicatos.

El ministro de Agricultura, Stéphane Travert, aseguró el miércoles durante un desplazamiento a Allier que el acaparamiento de la tierra está siendo objeto de una misión parlamentaria y que, cuando esta concluya, podrán «hacer proposiciones concretas» a los agricultores. «Tan solo pedimos que el derecho al uso prevalezca al derecho de la propiedad» imploró Nicolas Calame, portavoz de la Confederación en la región del Indre.

«Los campesinos que viven de la tierra deben poseer su pleno uso, no ser los empleados de un gran fondo de pensión».

Macrón intenta fichar a Cohn-Bendit

El Gobierno francés ha contactado al ecologista e histórico líder del Mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, para tantear su interés en sustituir al ministro de Transición Ecológica, Nicolas Hulot, que dimitió esta semana. Según «Le Journal du Dimanche», el legendario parlamentario ecologista europeo, que manifestó públicamente su voto por Macron en el 2017, recibió sendas llamadas de dos altos cargos del Ejecutivo. La filtración coincide con un nuevo descenso de la popularidad del presidente, que ha caído al 34 %, su nivel más bajo desde que llegó al Elíseo. De acuerdo con un sondeo para varios medios, dos de cada tres personas rechazan a Macron, siete puntos más que hace solo un mes. Los jóvenes y las clases bajas son quienes más lo penalizan.