Los servicios secretos de Alemania empiezan a seguir el rastro de AfD

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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Sebastian Willnow | dpa

La justicia impone ocho años de cárcel al joven afgano que asesinó a su exnovia

04 sep 2018 . Actualizado a las 06:54 h.

«Alternativa para Alemania: quien les vota, está votando a nazis». Mientras Der Spiegel titulaba así un editorial, las autoridades de varias regiones anunciaban que sus servicios secretos han empezado a vigilar a las juventudes del partido ultra, que se alzó tercero en las elecciones de septiembre y hoy es la primera fuerza opositora en el Bundestag. Se trata de Bremen, que comenzó con el seguimiento la semana pasada, y de Baja Sajonia, que ayer emitió una autorización.

«Es una organización que defiende ideas contrarias a la Constitución», argumentó el titular de Interior de ese Land, Boris Pistorius, cuya decisión podría verse pronto secundada también por Renania del Norte-Westfalia.

El debate sobre la necesidad de supervisar a AfD se ha reabierto a raíz de la ola de protestas xenófobas convocadas en Chemnitz desde hace más de una semana tras la muerte de un alemán, que fue supuestamente apuñalado por inmigrantes durante una pelea. «Lo que se ha visto de nuevo allí es que estas marchas de extremistas de derecha violentos y neonazis nada tienen que ver con el dolor por una persona o con la preocupación por una ciudad o por una comunidad», sino con el odio hacia los extranjeros, los políticos, la policía y la prensa libre, denunció el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert.

Según un sondeo reciente, la mayoría de los alemanes están a favor de que los servicios secretos sigan los pasos a AfD. Sobre todo después de que el presidente de las juventudes del partido en Baja Sajonia, Lars Steinke, llamara traidor a Claus Schenk Graf von Stauffenberg por intentar atentar contra Adolf Hitler. En la misma línea se expresaron el SPD, Los Verdes, y la CDU de Merkel, que abogan por que la inteligencia nacional vigile a la formación en su conjunto. Algo que no comparten ni la Izquierda poscomunista ni la CSU, que tiene ya la mirada puesta en su bastión, Baviera, de cara a los comicios de octubre, en los que teme una sangría de votos hacia la ultraderecha. Por eso su líder y ministro del Interior, Horst Seehofer, lo descarta. «El hecho de que algunos, o quizás también muchos, actúen de modo diferente a nivel local, no permite todavía supervisar a toda la formación», aseguró su portavoz. AfD tachó la medida de «absurda e incomprensible», reivindicándose como un partido «democrático y defensor del Estado de derecho».

Entretanto, dos días después de la marcha que congregó a 8.000 ultras en Chemnitz, la ciudad del este era escenario ayer de un macroconcierto contra el racismo al que asistieron 50.000 personas bajo el lema «Nosotros somos más». Los dos acusados por el asesinato de Daniel, un iraquí y un sirio, se encuentran en prisión preventiva y testificaron por primera vez. Justo el día en que la justicia condenó a un solicitante de asilo afgano a ocho años y medio de cárcel por matar con un cuchillo a su exnovia de 15 años en la pequeña localidad de Kandel hace ocho meses. Los episodios aislados como estos han provocado un repunte sin precentes de la violencia xenófoba en Alemania, que ha recibido más de un millón de refugiados desde 2015.

El atacante de Ámsterdam es un solicitante de asilo en Alemania

El afgano de 19 años que apuñaló a dos turistas estadounidenses en la estación central de ferrocarriles de Ámsterdam es un solicitante de asilo de Alemania, informó ayer un portavoz del Ministerio de Interior de este país. La solicitud de recibir protección en Alemania había sido rechazada inicialmente, pero el joven apeló la decisión de la Oficina de Migración y estaba aún pendiente de una decisión judicial. Según la fiscalía holandesa, el agresor confesó que quería vengar las ofensas contra el islam que se estarían cometiendo en Países Bajos. Ha sido identificado como Jawed S. yacababa de llegar a Ámsterdam en tren cuando perpetró el ataque. Criticó al dirigente ultraderechista Geert Wilders, aunque sin aludir al concurso de caricaturas de Mahoma que preparaba.