La ley de «copyright» afronta su segundo asalto en la Eurocámara

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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FREDERICK FLORIN | Afp

Sus defensores niegan que la protección de los derechos de autor vaya a destruir Internet

12 sep 2018 . Actualizado a las 08:20 h.

«Queremos que la explotación de artistas europeos en Internet se detenga», proclamó ayer el eurodiputado conservador Axel Voss ante la Eurocámara. El alemán intentó convencer a sus colegas del Parlamento Europeo para que aprueben hoy su propuesta para reformar la normativa sobre derechos de autor del 2001. La iniciativa fue noqueada en su primer asalto el pasado mes de julio tras una campaña feroz emprendida por los gigantes digitales, asociaciones de consumidores y partidos piratas.

El hemiciclo sigue muy dividido. Hay diputados que exigen poner fin de inmediato al «robo cultural» que se está produciendo en el entorno digital. Artistas, periodistas e investigadores se ven a menudo privados de la remuneración que les corresponde cuando sus contenidos se consumen en la Red. ¿Quién se beneficia de ello? Voss tiene claro que la obsolescencia de la legislación permite a las grandes plataformas como Google, Facebook o YouTube llevarse todo el pastel: «Estamos hablando de grandes empresas tecnológicas que ganan montañas y montañas de dinero a costa de los creadores europeos», denunció el alemán durante el debate en la cámara. También trató de calmar a quienes creen que la UE está actuando con ánimo de controlar y censurar Internet: «No lo podemos aplazar. Necesitamos un equilibrio adecuado entre los artistas, sus obras y las plataformas (...) No se trata de destruir Internet», insistió.

La votación se presenta complicada y sus promotores lo saben. Hasta 252 enmiendas se han propuesto para hacer más digerible la propuesta. Y aun así, hay muchos diputados escépticos entre el grupo liberal, la izquierda, los euroescépticos y los ultras. El Talón de Aquiles de la reforma siguen siendo sus artículos 11 y 13. El primero reserva el derecho «renunciable» de cualquier creador y editor de prensa a imponer un canon sobre sus contenidos sujetos a derechos de autor por un período de 20 años (el Consejo sugiere limitarlo a un año). De esta forma, los autores podrían cobrar la parte que les corresponde cada vez que se compartan sus textos.

El segundo artículo es el que ha provocado más tensiones en la Eurocámara. Según el informe de Voss, la UE debería obligar a los colosos digitales a disponer de mecanismos automáticos de chequeo para detectar contenidos sujetos a copyrights antes de ser compartidos. La letra no convence a buena parte de la cámara. Ni siquiera a los responsables de algunas comisiones, como la de Mercado Interior y Protección del Consumidor. Su portavoz, Catherine Stihler, advirtió ayer de que «ese artículo sigue siendo restrictivo» y «podría recortar las libertades de Internet de los ciudadanos». La eurodiputada pidió el voto en contra de sus compañeros asegurando que el artículo 13.º es «engañoso» y «peligroso».

La comisaria europea de Economía Digital, Mariya Gabriel, lanzó un capote a Voss al desestimar las persistentes críticas de los detractores, azuzados por los intereses corporativos de las compañías de Internet: «Ninguna postura va a condenar a muerte a Wikipedia o destruir el patrimonio cultural europeo (...) La normativa quiere apoyar el periodismo de calidad que hoy se ve ante grandes dificultades y sigue siendo indispensable en una democracia», indicó la búlgara.