El sucesor de Lula promete liquidar las grandes reformas del Gobierno de Temer

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

ACTUALIDAD

NACHO DOCE

Las encuestas muestran que el nuevo candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT) tiene un déficit de popularidad

14 sep 2018 . Actualizado a las 07:28 h.

Fernando Haddad tiene apenas cuatro semanas para darse a conocer. Las encuestas muestran que el nuevo candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT) tras la inhabilitación de Lula tiene un déficit de popularidad, sobre todo entre los más pobres y sin acceso a Internet, justo el granero de votos del expresidente. La huida hacia adelante del PT y de Lula agotando los plazos hasta aceptar lo inevitable tiene la contrapartida de que la propaganda electoral del partido muestra a Haddad como un secundario. Y ahora el tiempo apremia para hacer del exalcalde de São Paulo y del exministro de Educación un rostro conocido y el depositario de las esencias de Lula.

Haddad no ha podido participar en los tres grandes debates electorales televisivos entre los principales candidatos. Ahora, tiene que recuperar el tiempo perdido y a cuenta gotas va comunicando las principales medidas que pretende adoptar si es elegido. Medidas que salen de un programa electoral que el propio Haddad tenía la responsabilidad de coordinar para ser defendido por Lula, incluso desde la cárcel. «Las hechuras del programa provienen de la interacción entre Lula y yo», se afanó en decir en una entrevista reciente a la revista CartaCapital. En su primer acto oficial como candidato, ante universitarios del interior de São Paulo, Haddad comenzó a definir un ideario.

El abogado pretende seguir la senda que le dio al PT los éxitos en las últimas cuatro elecciones y defender el legado de Lula y Dilma Rousseff, ante lo que considera el golpe de Estado que los apartó de las instituciones. Su intención es «proteger a los más pobres», «dar el control federal al combate contra el crimen organizado para liberar a la policía para los crímenes comunes» y revisar los convenios de la seguridad social con la sanidad privada. Pero lo primero que hará si gana será revocar los principales hitos del débil Gobierno de Michel Temer: la reforma laboral y el techo de gasto establecido hace dos años. «Ni el FMI se atrevió imponer a Argentina lo que el Gobierno de Temer impuso a Brasil», afirmó.

Los guiños de Haddad a las clases más desfavorecidas serán constantes, así como las críticas a las élites y, especialmente, a los conglomerados mediáticos a los que el PT culpa de la caída de Dilma y Lula. Haddad sabe que no puede escapar de la sombra del expresidente, tanto para lo bueno (su imparable tirón popular) como para lo malo (la sensación de dependencia). Preguntado sobre si su gran rival en el espectro de la izquierda, Ciro Gomes, podría ser ministro en su hipotético gobierno, respondió: «Tengo que preguntarle a Lula». De fondo, otra pregunta mayor: ¿Sería Lula ministro de Haddad si sale de la cárcel?

Bolsonaro, operado

La última encuesta del instituto Vox Populi muestra, por primera vez, a un Haddad superando a Bolsonaro en la primera vuelta, y por primera vez le da vencedor en el duelo directo con el ultraconservador en la segunda. La campaña de Bolsonaro está en dudas tras el ataque con arma blanca que le perforó el abdomen y le hizo pasar por una segunda operación de urgencia en el intestino delgado. Su presencia en el tramo final de campaña es una incógnita y provocó las primeras tensiones entre su candidato a vicepresidente, el general Hamilton Mourão, y los tres hijos de Bolsonaro, que no quieren que el militar sustituya a su padre en los debates.