Once perros en busca del pequeño Artur

La Voz MARÍA TRASPADERNE (EFE)

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Perry, uno de los perros que buscan al pequeño Artur, desaparecido en las riadas de Mallorca
Perry, uno de los perros que buscan al pequeño Artur, desaparecido en las riadas de Mallorca María Traspaderne | EFE

El niño de 5 años fue arrastrado junto a su madre en un coche por la corriente de un torrente desbordado

12 oct 2018 . Actualizado a las 19:39 h.

Una ola de voluntarios llegados de toda Mallorca ha estado limpiando hoy las calles y las casas de Sant Llorenç mientras los equipos de rastreo siguen buscando en Son Carrió y S'Illot al niño desaparecido en la riada que ha segado doce vidas en la isla.

Especialistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y bomberos comenzaron al salir el sol la búsqueda del niño que el martes fue arrastrado junto a su madre en un coche por la corriente del torrente de Ses Planes, el principal foco de destrucción en la mayor catástrofe natural de la historia reciente de Mallorca.

Se han centrado en la zona del torrente próxima al polideportivo de Son Carrió, donde fueron hallados objetos de su propiedad y próxima a donde se encontró el cuerpo sin vida de la madre.

Once perros participan en la búsqueda

En la búsqueda también participan once perros, entre ellos, Perry (de Perry Mason). Después de dos días rastreando durante horas entre zarzas y maleza, Perry necesita hoy un descanso porque sus patas no dan más de sí. Su tutor, Pepe, un bombero del Consell de Mallorca, le acaricia en el suelo mientras reposa junto al torrente fatídico a su paso por la pequeña localidad de Son Carrió.

A pocos metros de Perry y Pepe fue donde ayer se encontró la mochila de Artur. La halló un perro como este, especializado en encontrar a personas vivas y muertas.

Sus patas hinchadas son testigos de las horas que este mestizo de 9 años ha pasado olisqueando el cauce del torrente. Ayer, de nueve a nueve. Hoy a las tres de la tarde su cuerpo ha dicho basta y Pepe le lleva al veterinario para que le traten las almohadillas junto a otra perra de aguas cuyo pelaje gris es ahora marrón.

Los bomberos de Mallorca tienen seis perros de búsqueda de personas que estos días están dando lo mejor de sí, aunque no son capaces de «trabajar» muchas horas seguidas. Al cabo de alrededor sesenta minutos, relata Pepe a Efe, pierden la concentración.

A Perry se le nota porque comienza a comer hierba y su amo entiende al segundo su lenguaje corporal. Entonces es hora de parar y descansar hasta la próxima ronda de búsqueda, que se desarrolla en una zona especialmente difícil, con hierbas altas, árboles caídos, zarzas y mucho, mucho barro, cuenta el bombero.

Cuando encuentra un rastro (o un olor en el aire), Perry ladra, aunque alguno de sus compañeros canes optan por sentarse, depende de cómo se le enseñe, explica Pepe. Lo importante es no rascar con las patas como hacen otros perros de drogas o dinero, ya que podrían dañar a alguien.

Sin descanso

Perry no es el único perro que hoy busca sin descanso a Artur. Hay otros diez, seis de ellos de los bomberos mallorquines, tres de la Guardia Civil (uno de Mallorca y dos de la península) y otros dos de la Unidad Militar de Emergencias, que ha llegado a tener siete desplegados en la isla.

Uno de ellos es Rata, un pastor malinois de los mejores que tiene el Ejército, que ha ganado concursos de rastreo, cuenta a Efe un soldado. Rata también está cansado y su guía intenta alternar descansos y juegos para mantener su concentración.

Y es que para los perros buscar es un juego, por lo que hay que mantenerlos motivados. Parte de esa motivación es esconderle objetos a encontrar, lo que ha estado haciendo el guía de Rata durante estos días.

Si no encuentran nada, pierden el interés, explica su colega, que cuenta cómo se han encontrado situaciones en que el olfato del perro es imprescindible. Es el caso de gigantescas bolas formadas por alambre y todo tipo de escombros con las que se topan en el torrente y a cuyo interior es imposible llegar.

Un portavoz de la UME explica a Efe que los guías van viendo hasta dónde pueden forzar la máquina, pero que lo normal es que rastreen durante 30 o 40 minutos y tengan que parar. Sus dueños buscan entonces una sombra donde descansar y retoman luego el «juego».

Según comentan los guardias civiles desplegados en Son Carrió, los suyos también empiezan a dar síntomas de fatiga tras dos días rastreando sin parar. Ello ralentiza un poco una búsqueda en la que los canes son esenciales porque son capaces de llegar donde el olfato humano ni soñaría.