Baviera puede dar la puntilla a la gran coalición de Merkel

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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El canciller austríaco, Sebastian Kurz, intentó animar con su presencia la campaña de la CSU
El canciller austríaco, Sebastian Kurz, intentó animar con su presencia la campaña de la CSU Sven Hoppe | dpa

Los malos resultados obligarán a los socios de la canciller a decidir si les compensa seguir aliados en Berlín

13 oct 2018 . Actualizado a las 08:39 h.

Toda Europa mira con lupa a Baviera, la acaudalada región del sur de Alemania que tiene cita con las urnas el domingo. La razón es que se trata de unos comicios decisivos en clave doméstica, dado que el mayor Estado federado del país podría terminar de confirmar la crisis del bipartidismo y la fragmentación del tablero político alemán. Algo que ya quedó en evidencia en las elecciones generales del pasado septiembre y que tendrá consecuencias directas para el Ejecutivo de gran coalición que dirige Angela Merkel, una alianza cogida con alfileres que pierde cada vez más respaldo y que, desde que echó a andar en marzo, ha estado a punto de saltar por los aires en al menos dos ocasiones por las diferencias entre sus socios

Uno de ellos es la Unión Socialcristiana bávara (CSU), que según los sondeos perderá la mayoría absoluta en el bastión que gobierna ininterrumpidamente desde 1957. El partido, hermanado con la CDU de Merkel hace siete décadas, obtendría entre el 33 % y el 35 % de los sufragios. La formación ultraderechista AfD le ha robado votos y podría quedar tercera, tras capitalizar el rechazo a la llegada de inmigrantes en el Land por el que entraron al país la mayor parte de los refugiados desde 2015. Aunque probablemente los grandes vencedores serán Los Verdes, con en torno al 18 %. Gracias a su viraje al centro los ecologistas han desbancado al SPD, el otro aliado de la canciller, que lograría un 11 %, su peor porcentaje en Baviera.

Por tanto, la debacle de sus dos socios es ya un hecho consumado para la canciller. La única incógnita es hasta qué punto el resultado tendrá consecuencias personales. Se cree que, si la CSU baja del 33 %, significaría el fin de la carrera de Horst Seehofer, el ministro alemán del Interior. El relevo de poder en el Land generaría de forma inevitable inestabilidad en Berlín. No obstante, también obligaría a los socialcristianos bávaros a redefinir su perfil. El partido podría girar aún más a la derecha, para intentar revertir la sangría causada por AfD. Si esto ocurre, las diferencias con sus aliados en la gran coalición se agravarán y su fin podría llegar antes de lo esperado. Y con él, seguramente el de la era Merkel, forzada a convocar nuevas elecciones.

La vía moderada

Existe la posibilidad de que la CSU reconozca que plagiar el discurso xenófobo de AfD no le ha surtido el efecto deseado en las urnas y decida adoptar un rumbo más moderado. Ello podría entenderse como una victoria moral de la canciller, defensora de la acogida de inmigrantes, sobre Seehofer, que la amenazó con romper el Gobierno si no cerraba la frontera y la presionó para mantener en el cargo al jefe de la inteligencia pese a su connivencia con los ultras. Paradójicamente, Merkel recibiría así un balón de oxígeno. También respiraría aliviada si el varapalo de la CSU el domingo no es tan dramático y Seehofer mantiene el ministerio con una actitud mucho menos beligerante.

La matemática sugiere que el único dúo estable en Baviera sería el formado por la CSU y Los Verdes, pese a estar situados en extremos casi opuestos del tablero. Una fórmula bajo la que los conservadores bávaros tendrían las manos atadas y dejarían de exigir un viraje a la derecha en Berlín. Solo así, quizás la armonía que tanto se empeñan en demostrar siempre los líderes de la CDU, la CSU y el SPD en la capital alemana adquiera un carácter real.