Si no vuelo, no cobro. Y si cobro, son 6 euros la hora

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez SOFIA.VAZQUEZ@LAVOZ.ES

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Francois Lenoir | Reuters

Es probable que el presidente de Ryanair sea el directivo de la compañía de aviación comercial que tiene a los empleados en plantilla en las peores condiciones laborales de Occidente

22 oct 2018 . Actualizado a las 08:27 h.

De todos son conocidas las excentricidades de Michael O’Leary, presidente de Ryanair, quien no dudó en vestirse de torero o de Papá Noel, en cancelar 2.000 vuelos este verano, en ofrecer ruedas de prensa con atuendos extravagantes, como unas gafas de bucear llenas de flores, o en crear su propia compañía de taxis en Irlanda -con un solo cliente y un solo coche, según recogen las crónicas- para cuando coge su automóvil-taxi utilizar el carril de autobús de Dublín, con lo que ahorra tiempo y dinero... Él, uno de los hombres más ricos de su país, a quien se le atribuye una fortuna de 500 millones de euros, lo tiene claro: «Me importa una mierda si nadie me quiere». Lo único que le interesa es amasar dinero. Su sueldo anual ronda los 1,2 millones de euros y cree que debería ser mucho más alto porque es «el responsable de una aerolínea peor pagado y el menos apreciado en Europa».

Lo será, pero también es probable que sea el directivo de la compañía de aviación comercial que tiene a los empleados en plantilla en las peores condiciones laborales de Occidente. Prácticamente todos, tengan su puesto en España, en Francia o en Italia, son trabajadores irlandeses, ya que es donde está la sede de la compañía. ¿Le extraña? Son los efectos perversos de pertenecer a la Unión Europea. ¿Están programadas nuevas huelgas en Ryanair como la de este verano? No. Quien así responde es Matias Nicolás Pavesi, un representante del principal sindicato que agrupa a los auxiliares de vuelo de la compañía (Sitcplaryanair). «Estamos en negociaciones con la compañía y la Dirección General de Trabajo», dice. El proceso se prolonga desde hace meses y, conociendo al presidente, va para largo. Mientras, los auxiliares de vuelo (1.800 en España) siguen vendiendo durante los viajes desde chocolate hasta lotería. Sin quererlo, logran que el avión se parezca más a una atracción de feria que a una nave de pasajeros. Nicolás Pavesi es un argentino con pasaporte italiano, con un contrato laboral irlandés que vive y trabaja en España. Su caso no es extraño. Tiene compañeros franceses, portugueses, rumanos... La lista se alarga. Prácticamente todos están contratados a través de empresas de trabajo temporal de Irlanda, con lo que sus empleos no están remunerados con un sueldo base. Si vuelan, cobran; si no, no. Pavesi recibe por hora de vuelo 18 euros, pero él, según reconoce, es un «privilegiado de los antiguos», ya que los nuevos contratados no pasan de 6 euros la hora. Por eso, una de sus principales reivindicaciones es tener un contrato español en el que se recoja un salario base. Piden también que se los ampare bajo la ley orgánica de la libertad sindical: «Porque no vamos a permitir que nos designen o nos marquen las personas que tienen que negociar por nosotros».

Mientras las noticias sobre la aerolínea se agolpan -el pasado día 15 se supo que una tripulación de Ryanair tuvo que dormir en el suelo al no poder despegar el vuelo por las inclemencias del tiempo-, Matías Nicolás sostiene que no cejarán en sus reivindicaciones. Deja constancia de que, como trabajadores irlandeses desplazados a España, no tienen derecho a una Seguridad Social completa. No cotizan para sus pensiones en España -«Y, por lo tanto, no sabemos cómo será en un futuro», subraya-, lo tienen muy complicado para conseguir un préstamo hipotecario, pues su nómina es irlandesa, y en cuanto a la prestación por desempleo, en caso de necesitarla, «es muy difícil conseguirla». Reconoce este trabajador que sí pagan impuestos en Irlanda (más bajos). «Pero no cotizamos por todo. Cotizamos muy poquito. Así que no tenemos ningún beneficio», aclara.

El miércoles habrá una nueva reunión entre sindicatos y Trabajo. Es poco probable que haya un avance sustancial. Hace seis días, representantes de la plantilla en España, Portugal, Italia, Bélgica, Holanda y Alemania llevaron sus quejas a Bruselas. Si en las próximas semanas no se pone coto a esta situación, pueden ir buscando billetes para Navidad en otra aerolínea, en tren, en autobús o incluso en Bla-Bla Car, que esa es otra nueva historia económica.